Te
busco melancolía
en
los fríos atardeceres
cuando
el hueco de tu ausencia
proyecta
aroma a chocolate
y
tras las ventanas vuelan las hojas
como
papeles desprendidos del recuerdo.
Te
busco en el desván de mi memoria
donde
el polvo y los muebles
donde
el tiempo y el olvido
se
reparten las letras de tu nombre
en
un juego que nunca acabaré de entender
porque
siempre o casi siempre
salgo
perdiendo.
Te
busco en la mirada perdida de un niño
en
la caricia de una madre atenta
en
el beso del portal de dos adolescentes
y
en los gemidos de placer que traspasan mis paredes.
Te
busco en la piel arrugada de aquel viejo
o
de aquella vieja que sonríe a sus nietos,
en
los reflexivos silencios que proyecta la muerte
y
en el olor a incienso de las iglesias vacías,
Te
busco
y
quizás buscarte
ya
es tenerte presente
abrazada
a mi alma cansada
recordándome
con su presencia
que
todo pasa y todo queda...
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