Vivimos
tiempos extraños. Tiempos paradójicos donde se solapan las verdades y
las mentiras. Tiempos de Crisis, donde la económica sólo es la punta del
iceberg. Lo llaman también la Era de la información, que por exceso
puede ser la de la desinformación. Es por lo que se hace más necesario
que nunca dedicar un tiempo a la reflexión, para separar verdades y
mentiras, para hacer la digestión y una vez evacuada la mierda sobrante,
abrir los ojos y ver con claridad lo que acontece. Lo que acontece con
nuestras vidas. Pero ¿son nuestras?.
Lo
serian si fuéramos seres libres, pero no podemos porque no tenemos
Poder. El Poder es simplemente eso el que puede, es dueño de su vida
pues nadie puede sobre él. Quien no tiene libertad para Poder es esclavo
y su amo será el que determine su vida toda: sus ideas, opiniones y
actuaciones.
Según
el Poder, vivimos en el menos malo de los sistemas, pero que desnudo de
toda palabrería vemos que su único objetivo es mantener los privilegios
de las clases dominantes a costa de la explotación de todo lo que las
rodea, personas, animales, recursos naturales, etc. Esto es: el
Capitalismo. Sometidos y educados culturalmente en la tradición
judeo-cristiana por el poder religioso durante milenios, se ha propagado
una concepción del mundo de manera silenciosa que es absorbida
incoscientemente por el pueblo y que permite la implantación de un
sistema económico basado en la explotación y de un sistema político
basado en la concentración de poder, sin mayor resistencia por parte de
las clases explotadas y dominadas.
Políticamente,
el capitalismo es un sistema patriarcal, representado por el Estado.
Que asume las funciones que, según él mismo, las personas no son capaces
de realizar por sí mismas, obviando que el Estado está dirigido por
personas con las mismas limitaciones. Anula la libertad de las personas,
para librarlas del poder de ejercerla. Otorga derechos y libertades
varias, pero regulados por infinidad de leyes, previo pago de impuestos.
Y para cualquier acción se le debe pedir y pagar permisos, licencias,
etc. que el Estado tiene el poder de conceder...o no. Además de
someternos tiene el poder de imponernos impuestos. Instaura un sistema
representativo para alejar a las personas de nuestro rol como animales
sociales, que es la práctica de la política en su concepto más puro. Y
su aparato ideológico ha conseguido que renunciemos a nuestras
responsabilidades en la construcción del mundo que queremos y que
dejemos de pensar por nosotros mismos.
Económicamente
clasifica cada elemento del planeta en función de su valor de cambio,
de lo que el mercado dice que vale, independientemente de su utilidad
para la mejora de las condiciones de vida. Este tipo de relación con los
productos y las mercancías aparta del campo visual el proceso
productivo, repleto, en la mayoría de los casos, de crímenes contra la
naturaleza, los pueblos soberanos y los trabajadores.
Culturalmente
nos han hecho creer que estamos en el zenit de la evolución, que todo
es progreso. Venimos de una tradición judeo-cristiana, que se considera
superior, por ello asume sus valores y creencias como universales a
imponer a toda la humanidad. Para tal fin no ha dudado en aniquilar todo
conocimiento antiguo, todo saber tradicional, toda verdad incómoda,
manipular la historia con dogmas y creencias...resultando hoy un
antropocentrismo prepotente que cree ser el resultado cumbre de una
evolución lineal, de unos ancestros cavernícolas salvajes e idiotas.
Cuando cada vez hay mas evidencias arqueológicas de que la verdad es
otra, y está más que demostrado que hubo civilizaciones antiguas
organizada socialmente y avanzadas tecnológicamente que cuestionan toda
cronología oficial.
Hoy
se cree dogmáticamente en la ciencia como un poder objetivo y neutral,
que cuantifica con incontestables números todo. Sin pensar por un
momento en los elementos cualitativos esenciales para vivir bien. Para
el progreso de la civilización occidental, la Naturaleza sólo es materia
muerta, muda, inane. Una creación de dios a nuestro servicio para ser
conquistada y explotada, de la cual sólo extraer bienes materiales.
Ajena a lo humano.
Así
las cosas, las pequeñas brechas en este sistema son reparadas por unos
mecanismos de control que forman parte del mismo aparato
político-económico-ideológico. Abarcan desde organismos internacionales,
pasando por los medios de comunicación y sistemas educativos, hasta las
fuerzas armadas y del orden, que no dudan en utilizar cuando fallan los
anteriores. La suma de todo esto permite imponer sus reglas de juego
basadas en la hegemonía del mercado y la búsqueda de plusvalías al
margen del interés social. El valor del capital es mayor que el valor
del trabajo y la acumulación es estrictamente necesaria para el
mantenimiento del sistema. Sobre esta base es imposible la construcción
de una sociedad libre, equitativa y sostenible.
Por
eso cualquier iniciativa que busque un cambio hacia una sociedad mejor,
a través de una propuesta estructurada, viable y sustentable, debe ser
invariablemente anticapitalista o reproducirá los mismos esquemas.
No
se trata de idealizar tiempos pasados, pero desde luego hay muchos
puntos rescatables de la relación con la naturaleza que mantenían
nuestros ancestros. Mirando a nuestro alrededor microscópicamente, hasta
ese mundo cuántico de átomos donde hay más vacío que materia, donde el
mundo de cosas claramente definidas y delimitadas se desdibuja ¿donde
empieza una cosa y termina otra?. Parece ser que los límites de una
persona no están en la piel. No hay yo ni tú, ni entre personas ni entre
naturaleza y personas. Reflexionando, tomando conciencia sobre la
totalidad del mundo se nos hará obvio el debido respeto a la naturaleza y
al uso de sus recursos.
Este
cambio, evolución, o revolución tendrá que echar la vista atrás y
recuperar la cosmovisión del mundo basada en la naturaleza. Explicar la
naturaleza a través de la propia naturaleza, aplicando la ciencia para
el conocimiento. Construir nuestro planteamiento social, económico y
cultural sobre la libertad del ser humano y el principio de igualdad, y
sin olvidar que todos somos parte de un todo, de la madre tierra, de la
pachamama, de la ñuke mapu, de gaia, de atabey, de mahimata, de gea, de
amalur, de anann,..., de nosotros mismos.