Abro
esa puerta. Sabiendo que
El
eco y su vacío me mostrarán
las
caras oblicuas del atardecer.
Los
sonidos de ayer
sus
retratos y sus esquinas
sus
palabras arrojadas al abismo del deseo
esbozan
mi silueta frente al ocaso
en
una sinfonía inacabada...
Y
sin querer o sin poder evitarlo
me
aferro a su partitura
como
tabla de salvamento en la deriva
mientras
la noche se extiende como un manto de misterio
y
la duda se clava en la carne
como
los colmillos de un lobo hambriento.
Quizás
no hay más verdad que la de esa punzada
que
me devuelve a la realidad con su pirueta
deshojando
una a una las máscaras de este baile sin fin
en
el que nos buscamos en el otro
a
falta de un espejo fiel ante el que quedar al fin desnudos.
1 comentario:
La has "clavao" Raul. SIempre en busca de sentido.
Francesc
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