Dice mi madre que soy un tipo de lo más sufrido. Durante mucho tiempo pensé que lo decía porque mi vida era parecida al rosario de la aurora y quizás por eso me aprendí de memoria las letanías. En realidad, lo que ella siempre ha querido decir es que aguanto mucho el dolor, que estoy hecho todo un machote. Vamos, que según mi santa madre, Chuck Norris a mi lado sería como una especie de Hello Kitty barbuda (sobre todo porque el bueno de Chuck tiene tantos registros como actor como la reina felina del merchandaising). Así que uno crece pensando que es un tipo duro, que puede ir por ahí partiendo la pana, masticando acero y cagando balas. Os lo digo en serio, durante mucho tiempo (ese en que me medían más los brazos que la barriga) me miraba al espejo y tenía que evitar mirarme a los ojos de tanto que imponía mi mirada de hielo. Luego uno crece, enloquece, se hace escritor (porque hay que estar loco para quererse dedicar a la literatura en un país donde lo que se lleva, lo más molón es Belén Esteban antes, durante y después de una liposucción) y llega un día que, de tanto estar sentado delante del ordenador y con la infinita colaboración de los neurolépticos, mira hacia el suelo y ve que le ha crecido una especie de flotador, ¡que digo! de lancha zodiac donde antes presumía de tableta de chocolate Valor. Supongo que con la edad valoro otras cosas y ya me está bien. Una buena comida en familia, una buena conversación o un buen partido de fútbol junto a los coleguitas y que no falte de na. Esto es vida. El problema empieza cuando te vas a dormir una noche con la algarabía del deber cumplido y a la mañana siguiente te levantas con un ligero dolor de muelas que como buen tipo duro u hombre sufrido no das importancia. Pasan las horas y ese dolor no desiste, es más, sientes algo parecido a si te estuvieran intentando abrir la mandíbula con una palanca de obra, pero ni con esas le das importancia. Por supuesto cuando tu mujer te dice que vayas al médico, le contestas que los matasanos son para débiles. Piensas: un ibuprofeno, un poco de agua, unas horas de sueño y mañana a comerse el mundo. Te vas a dormir haciendo caso omiso de las punzadas de tu boca y entonces sin saber como ni porque, despiertas a las cinco de la madrugada envuelto en un sudor frío, temblando y con ganas de vomitar. Reptas hasta el lavabo y con esfuerzo titánico (que para algo eres muy sufrido) consigues levantarte hasta la pica donde por algún extraño motivo piensas que con un poco de agua fresca lograrás recuperarte. Es entonces cuando sucede... Te miras al espejo y ves como tu mirada de tipo duro se ha transformado en sólo un par de días en la de alguien que pediría ayuda a gritos, sino fuera un tipo duro, claro. Los ojos hinchados y enrojecidos, unas ojeras profundas como platos soperos y lo peor es que donde antes tenías una rolliza mejilla ahora parece que se haya instalado la cúpula de un pabellón deportivo. Tienes la cara tan hinchada que decir que parece que se te haya incrustado una pelota de tenis se queda corto -¡Eh! ¡La bola entró!-, más bien parece que Rafa Nadal te haya roto todas sus raquetas contra el carrillo. En esos momentos de desesperación piensas en cualquier cosa: en practicar lo aprendido en un video del youtube sobre cirugía maxilar (a falta de bisturí puedes utilizar perfectamente el machete que te trajo tu padre de la selva amazónica), en trasladar las ocho cajas de ibuprofeno que guardas en el botiquín hasta tu estómago de tipo duro, etc. Incluso te intentas auto-convencer que no te duele, que todo es somático, que lo que te pasa es sólo producto de tu mente y ese dolor inhumano parece decrecer, así que te tocas con el dedo en el centro de la pelota para demostrarte a ti mismo que todo era producto de tu imaginación, pero el berrido que profieres acaba despertando a tu mujer y hasta a la del vecino que vive a tres manzanas de tu piso. Por suerte en la ciudad están más que acostumbrados a gritos así, por lo que nadie llama a la policía. Por un momento habías temido que los geos derribaran la puerta de tu casa y te vieran en calzoncillos delante del espejo y con esa cara deshecha por las lágrimas que eres incapaz de contener. Que sería de tu reputación. En esas tu mujer que como mujer ya sabía que esto iba a ocurrir se levanta y te suelta una de esas frases odiosas que dicen los sabelotodos: Lo sabía, mirate, das más pena que el anuncio de una ONG. Mañana vas al dentista y no se hable más. No quiero ir al dentista. ¿Por qué no, les tienes miedo? Jummm, no, no se trata de eso. ¿De qué se trata, entonces? De que... soy muy sufrido. Lo que eres, es un gilipollas, mañana te acompaño al dentista aunque sea a rastras, ¿estamos? Sí, sí. Manda huevos, tanto hombre y tan poco cerebro, no sé de que me sorprendo, la verdad.
9 comentarios:
jajajajjaja, me recuerdas a alguien. Mi madre me decia que tuviera cuidado, que yo era muy bruto...
El caso es que salvo una miopía del copón bendito, siempre he tenido una salud de hierro, y una energía de la hostia.
Hasta que claro, un día te da un cólico nefrítico. Lo aguantas siete horas a pelo, pensando que ha sido una indigestión, pensamiento que se confirman cuando vomitas, entre otras cosas, sangre y se te pasa a las nueve de la mañana. Empiezas a mosquearte cuando al día siguiente mas o menos a la misma hora que la otra vez, te empieza el dolor terrible y le dices a tu mujer que si tres horas después, para dar un margen razonable, no se te ha pasado lleme a urgencias. En ese plazo corres por el pasillo, le rezas a Mahoma, te cagas en Jesucristo, haces reverencias varias, y te pones en todas las posturas posibles. MI mujer a todas estas, que me conoce, descojonada y sugiriendome que ya está bien, que vayamos a urgencias. No, Jesús es una copia de Superman, Jesús es fuerte. A la hora planeada, Jesús se rinde. LLoriquea que por favor llame a Urgencias, que aunque sabe que no es nada grave, pues se ha tocado el abdomen repetidamente y sabe que no hay perforación, no sabe muy bien que le pasa, pero sobre todo, le duele tanto que está a punto de tirarse por la ventana.
Viene la ambulancia. Amables señores que le aseguran que no pueden darle un tiro, ni nada que le alivie hasta que sea valorado en Urgencias.
En Urgencias, quieren tomarle una via. Jesús se niega, a el las venas no se las toca nadie. Entonces pinchazo en el culo. Pues vale, además ya se encuentra mejor, según dice. Cierran el box de urgencias, y Jesús realmente se encuentra mejor. Hasta que pasan dos minutos, se le pasa el terror, y empieza nuevamente el horror. LLama con una vocecilla ridícula a la enfermera, que se descojona tras la cortina, y le dice que le pinche "do quiera", por Dios, que acepta lo que sea.
Después de agarrar a dos médicos por la pechera y pedirles que por favor le den mas drogas de esas, que le duele igual, y ellos asegurarle que es posible que si le ponen mas, Jesús muera, y el mismo rogarles y argumentarles que no importa la muerte siempre que el dolor desaparezca, gracias a las drogas, entra en un mundo de fantasía, psicodélico, de paz maravillosa, y sedación agradecida.
ESto, amigos mios, es ser gilipollas.
Saludos y un abrazo.
Ay, Jesús, por que no les haremos más caso a nuestras mujeres... Ya tendríamos que saber que son mucho menos gilipollas que nosotros!!
Un abrazo machote!!!
es peor cuando eres médico. pasas de sufrir. empiezas a ponerte hasta el culo de todas las posibles curas para los posibles males que se te ocurran. cuando has destruido la posibilidad de una buena diagnosis te arrastras al hospital se lo cuentas a un colega, que lo peor es que te entiende porque el habría hecho lo mismo, y llama al especialista de turno para que te descarte lo que sea oportuno y te de el tto adecuado.
por cierto. chuk norris no se moja. el agua se chucknorrea
jj
Lo siento Joony, pero creo que ya no quedan tipos duros. Chuck Norris es en realidad un hológrama especialmente diseñado para votar al partido republicano. Ya no quedan tipos duros y sino que se lo pregunten a Van Damme. Si Son Goku levantara la cabeza...
Se convertiría en Super Sayano, por supuesto.
Indudablemente, no hay forma de plantearse el sentido o sinsentido del devenir existencial del ser humano cuando una muela te está jodiendo de una manera tal. Lo que no sé es cómo aguantáis tanto. Yo, en cuanto algo me duele un poco, empiezo a quejarme como un niño (más que mis niños, de hecho) y es mi mujer quien me dice que vale ya de exagerar... Me temo que no tengo nada de Chuck Norris...
Unos tanto... otros tan poco... Lo que esta claro es que por suerte hay muchas maneras de que nuestras mujeres nos demuestren lo gilipollas que podemos llegar a ser.
Un abrazo Jose!!
¡Punto y aparte! ¡Un puñetero punto y aparte!
Pitu ignoro cuantos puntos necesitaran para cerrar la herida. Yo lo que quiero es que me arranaquen la muela de los webs a ver si asi viene el ratoncito perez y me deja un eurillo que la cosa esta muy mala :-P
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