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viernes, 23 de marzo de 2012

Seguimos robando de la revista del COP: SE CUESTIONA LA EFICACIA DE LOS FÁRMACOS ANTIPSICÓTICOS

Un nuevo hallazgo ha hecho saltar la voz de alarma sobre la eficiacia de los fármacos antipsicóticos de segunda generación, habitualmente utilizados en trastornos como la esquizofrenia u otros trastornos esquizoafectivos, y entre los que se encuentran el aripiprazol, la iloperidona, la olanzapina, la paliperidona, la quetiapina, la risperidona, la inyección de risperidona de larga duración o la ziprasidona. Tal y como ha publicado un estudio de la revista PLoS Medicine, la aparente efectividad clínica de estos fármacos puede estar influida por el denominado sesgo de publicación, que consiste en la tendencia a la publicación selectiva de ensayos clínicos favorables en revistas científicas, en detrimento de los ensayos que no han obtenido dichos resultados.


El estudio, titulado Publication Bias in Antipsychotic Trials (Sesgos de publicación en ensayos sobre antipsicóticos), ha comparado los ensayos clínicos registrados en la base de datos de la agencia encargada de la aprobación de la comercialización de medicamentos en EE.UU. (U.S. Food and Drug Administration, FDA) con los ensayos finalmente publicados en revistas científicas. De los 24 ensayos clínicos realizados antes de la comercialización de los fármacos y registrados en la FDA, al menos 4 ensayos no han sido aprobados para su publicación, mostrando todos ellos resultados negativos sobre la eficacia de los antipsicóticos analizados. En concreto, 3 de estos ensayos no encontraron diferencias clínicamente significativas entre el antipsicótico en cuestión y un placebo, y un estudio encontró que el nuevo antipsicótico era incluso significativamente menos eficaz que otro fármaco menos costoso.

Al analizar el total de 20 ensayos publicados en revistas científicas, los autores de la investigación advierten de la existencia de un sesgo en la dirección de ensalzar las propiedades terapéuticas de los antipsicóticos analizados y enmascarar los resultados negativos. Por ejemplo, aunque los estudios que analizaron la eficacia de un nuevo antipsicótico, la iloperidona, encontraron que su eficacia era significativamente inferior a la de otros tres psicofármacos presentes en el mercado, esta información fue, paradójicamente, omitida en los artículos finalmente publicados en las revistas correspondientes.

Los autores establecen que, aunque los sesgos de publicación que han encontrado en la literatura científica sobre los nuevos antipsicóticos no son tan notorios como los encontrados en estudios similares sobre antidepresivos, los resultados ponen en evidencia que no se está aportando toda la información a la comunidad científica, ni con la precisión que se requiere, a pesar de la transcendencia que tiene a la hora de determinar las decisiones clínicas en el tratamiento de las personas afectadas. Asimismo, señalan la necesidad de ampliar los estudios sobre sesgos de publicación en este campo, con el objetivo de comprender la verdadera magnitud del problema.

Los resultados encontrados hasta el momento por este grupo de investigación, dirigido por Erick H. Turner, siembran de nuevo la duda sobre los intereses que hay detrás de los ensayos clínicos, subvencionados, en su inmensa mayoría, por las propias industrias farmacéuticas. De confirmarse la existencia de más estudios sobre la ineficacia de los fármacos antipsicóticos frente a un placebo, la validez del modelo farmacológico que impera en nuestros días para tratar los trastornos mentales no se sostendría bajo ningún argumento científico ni ético.

Tal y como publicaba hace unas semanas Infocop, no es la primera vez que se pone en duda el tratamiento farmacológico en salud mental, ni que se advierte sobre el peligro de que la industria farmacéutica haya comenzado a adquirir demasiado poder e influencia en la forma de determinar qué es lo que puede considerarse enfermedad mental y cómo tratarla (ver aquí). Prestigiosos científicos e investigadores, de muy diferentes ramas de la ciencia, han manifestado abiertamente sus críticas a este respecto. Así, Daniel Carlat, conocido psiquiatra de EE.UU, ha aportado datos objetivos que muestran las peligrosas alianzas entre la psiquiatría y las empresas farmacéuticas (más información aquí) y Robert Whitaker ha publicado un libro en el que, basándose en los hallazgos sobre los daños irreparables en el cerebro que produce el consumo de antipsicóticos a largo plazo, reflexiona sobre la conveniencia de este tipo de intervención en salud mental (más información aquí).

lunes, 19 de marzo de 2012

Día del padre

Hola a tod@s.

Los que seguis el blog sabeis que, de vez en cuando, escribo algo, más que nada a cerca de como me encuentro. Pues bien, ahora he estado algo ausente porque no me he encontrado bien. Llevo más de una semana estando mal, con un bajón importante, digamos que, para simplificar, viví unos días con mucha euforia y, ya se sabe, después viene la disforia. Bien, hoy me ha costado mucho levantarme de la cama y hacer mis obligaciones, pero me he sentido algo mejor. Enseguida he pensado que estaba empezando a levantar cabeza y me he alegrado un poco. Pero mi mejoría se ha visto enturbiada al navegar por el facebook. Os preguntareis el porqué. Pues vereis, no paraba de leer felicitaciones a padres, ya que hoy es un día señalado, y me he entristecido porque yo perdía al mío hace ya 12 años. Se que es un día más comercil que otra cosa, incluso la ONCE lo celebra con un cupón especial, pero no he podido evitar sentirme triste por no tener a quien felicitar. Quizás mi sentimiento sea algo absurdo, ya que es un día como otro cualquiera, pero conforme iba leyendo dedicatorias y viendo videos, me he sentido así. Aun así, yo se que hay varios seguidores del blog que sois papás, así que muchas felicidades, aunque el día del padre y de la madre son todos los días, no?

Como os decía, he estado unos dias mal, no tenía ganas de nada, no dejaba de llorar, todo se me hacía una montaña...No me sentía realizada y sentía un vacío enorme. Pero esta situación, a la vez, me ha hecho sentir afortunada porque mucha gente se ha preocupado por mí y me ha mostrado su apoyo, en las buenas y en las malas. Esto me ha reconfortado, ya lo dicen, "no hay mal que por bien no venga". A pesar de aislarme un poco, ya que no tenía ganas de estar con gente, he recibido muestras de cariño por muchos lados y eso es un buen motivo para levantarse y seguir en la lucha. Así que, desde aquí, doy gracias mil a todos aquellos que os habeis preocupado por mí. Hechos así, dan sentido a mi vida, ya que para mí los demás son muy importantes. Como no, Raúl, una vez más, has estado al pie del cañón, sufriendo como nadie sabe al verme así e intentando mostrarte fuerte para ayudarme a salir del bache. Una vez más, aunque no lo hayas hecho con mucho tacto, te doy las gracias. Hoy por tí, mañana por mí.

Y eso es todo por ahora. Poco a poco voy remontando y saliendo del bache. Gracias por leerme.

Un abrazo, salud y FUERZA!!

ALMU,

domingo, 18 de marzo de 2012

Los conflictos de intereses nublan la elaboración del nuevo manual de psiquiatría

Algunos especialistas implicados tienen vínculos con la industria farmacéutica
La Asociación Americana de Psiquiatría impone una cláusula de transparencia

Cristina de Martos | Madrid


Trece comités formados por 141 expertos son los encargados de desarrollar el quinto Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5), cuya publicación está prevista para mayo del próximo año. Gracias a la nueva cláusula de transparencia impuesta por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) sabemos que una parte importante de estos especialistas tiene vínculos con la industria farmacéutica, un punto de fricción que algunos consideran inaceptable.

"Los comités más conflictivos son aquéllos en los que el tratamineto farmacológico es la intervención de primera línea. Por ejemplo, el 67% del comité de Trastornos del Ánimo, el 83% del comité de Trastornos Psicóticos y el 100% del comité de Trastornos del Sueño (que ahora incluye el síndrome de piernas inquietas) tienen lazos con empresas farmacéuticas que fabrican los medicamentos utilizados para tratar estas patologías o con compañías que dan servicio a la industria", denuncia un artículo publicado en 'PLoS Medicine'.

Sus autores, miembros de las universidades de Harvard, Massachusetts y Tufts (todas en EEUU), han estudiado durante años las relaciones entre los expertos encargados de elaborar este manual, que rige la práctica de la Psiquiatría en todo el mundo, y las farmacéuticas. Sus preocupaciones y las de otros investigadores han llevado a la APA a obligar a los miembros de estos comités a hacer públicos estos vínculos, también llamados conflictos de interés. Un gesto que, sin embargo,"es una solución insuficiente para eliminar los sesgos".

Uno de los motivos de la 'tibieza' de esta medida es, en opinión de los articulistas, la existencia de "importantes lagunas" en la nueva política de transparencia de la APA. Por ejemplo, los expertos no están obligados a especificar si forman parte de la 'plantilla de conferenciantes' de una empresa, simplemente pueden marcar los pagos que reciben como 'honorarios'. Sin embargo, estos conferenciantes son "vistos como [piezas] esenciales para el marketing de enfermedades y fármacos" y el contenido de las charlas que imparten puede estar fuertemente "influido" por las empresas.

Los miembros de los comités tampoco tienen que declarar las donaciones sin condiciones, aunque los autores creen que éstas pueden "crear obligaciones de reciprocidad o provocar sesgos implícitos" y tampoco están obligados a informar de la cantidad de dinero que han recibido.

"Durante cuatro décadas de investigación en psicología social, se ha demostrado claramente que los regalos, incluso los pequeños, crean obligación de reciprocidad", subrayan los autores. Dada la "gran influencia de las guías de tratamientos y diagnósticos, los requisitos de participación en su desarrollo deben ser más estrictos que los establecidos nomalmente para los académicos", añaden.

Por eso, "los miembros del grupo de trabajo del DSM deberían estar libres de conflictos de interés", afirma el artículo. Con algo más de un año de margen antes de la publicación del nuevo manual, "la APA tiene tiempo suficiente para llevar a cabo [estos] importantes cambios".

viernes, 16 de marzo de 2012

LO QUE ESCONDEN LOS ARCANOS II.


Capítulo 1:
El mago.



Hacía horas que juan caminaba por aquella autopista, entre cientos de personas alegres y despreocupadas, y se diría que empezaba a acostumbrarse a aquel nuevo y extraño mundo, y que a pesar de lo nuevo y extraño que resultaba se sentía bastante a gusto. La gente parecía feliz y libre, como si no tuvieran mayor preocupaciones que dedicar su vida a hacer camino. Las personas hablaban entre sí, reían, compartían la comida y la bebida, como si estuviesen de romería, y aunque Juan no entendía ni una palabra de lo que decían, nadie lo miraba como si fuera un extraterrestre. La mayoría pensaban que se trataba de un chico tímido, que con suerte sonreía cuando le ofrecían un pedazo de pan o un trago de vino recién recogido. Porque en esta dimensión cada espiga de trigo, que crecían por doquier a los márgenes de la autopista, cuando estaba a la sazón, se coronaba con un gran pan de kilo, tierno y blanco, como si estuviera recién horneado, y en los cauces de los ríos no corría agua, sino un torrente espumoso de vino tinto crianza. Así las cosas, por mucha extrañeza que sintiera ante tanta maravilla, después de dos tragos de vino aquel mundo le parecía incluso divertido. Y se reía contagiado por la risa de los demás, como nunca le había pasado en su vida, y la extrañeza dejaba paso al asombro y éste a su vez hacía hueco a la alegría.

Cuando se sintió cansado tomó la salida de una área de servicio. En vez de la típica y mundana gasolinera lo que allí se levantaba era una estación de quiromasaje y una zapatería, con hileras de camillas donde te reparaban los pies cansados y te los dejaban a punto para re-emprender tu viaje. El precio del masaje tampoco era desdeñable, en un letrero se leía: “RIATOHIS NABUE NAU POR JESAMA MOSCEHA: TAFERO”. Que leído al revés se traducía por: “OFERTA: HACEMOS MASAJE POR UNA BUENA HISTORIA”. A Juan le costó unos minutos desentrañar el contenido de aquel misterioso cartel y lo consiguió al recordar un juego al que jugaba con su primo cuando era pequeños. Es un juego muy común entre los niños de todo el planeta, que suelen divertirse mucho al decir las palabras al revés, ante la mirada atónita de los adultos que no entienden nada de lo que dicen sus retoños, y claro, cuanto más se exasperan los adultos, más divertido resulta el juego.

El dilema que se planteaba Juan en aquellos momentos era la imposibilidad de contar su historia, porque pensó que no entenderían su lenguaje o que pensarían que les estaba tomando el pelo. Además, él era de ciencias, todo un ingeniero aero-naútico, que los únicos libros que había leído estaban llenos de extraños diagramas y fórmulas matemáticas. Así que aunque le apetecía mucho que le dieran un masaje en los pies, dedicó su tiempo a explorar aquella estación de servicio. Todo parecía lógico dentro de la ilógica que regía aquel mundo, nada extraordinario, porque a todo -incluso a la maravilla se acostumbra uno- hasta que vio a un grupo de personas jalear al rededor de algo o alguien. Curioso como se estaba volviendo desde que había acabado en esta tierra de sueños se acercó para ver que se cocía.

Con una rodilla clavada en el suelo, delante de una caja de cartón vuelta hacia abajo un trilero movía con destreza tres cartas ante los presentes, enseñándoles la reina, para después esconderla con la velocidad y destreza de un timador profesional. Lo extraño es que no se apostaba dinero, sino trozos de minerales muy diversos: cuarzos, amatistas, piritas, etc. Juan estuvo allí un buen rato observando el timo y tomando unas piedras del suelo quiso jugar. Lo que no se esperaba el bueno de Juan es que cuando, entusiasmado porque ya había ganado varias piedras muy vistosas, lo apostó todo a una tirada, volviera a quedarse sin nada. Con lo poco que le gustaba perder al rey del solitario no se reprimió y dijo: “no puedes ser, haces trampa, esto es un timo”. Las personas que rodeaban al trilero no entendían nada de lo que había dicho y se rieron ante lo que consideraron una ocurrencia extranjera. Pero el trilero se quedó mirando fijamente a Juan, como si hubiera entendido palabra por palabra aquel mensaje de frustración. Acto seguido dio por acabado el espectáculo. La gente se fue, incluido Juan, que fue a sentarse sobre una mullida zona de césped. Juan se sentía estafado, pero al fin y al cabo, se consolaba, lo único que había perdido eran unas simples piedras. Resignado ya a no conseguir un buen masaje, estaba a punto de dormirse al calor del sol de media tarde, cuando alguien se interpuso entre la luz del sol y su rostro. Al abrir los ojos Juan vio al trilero ante él. Antes de que Juan pudiera decir ni media palabra, éste se adelantó:

-Hola, soy Lari, El mago ¿Cuál es tu nombre? -Se presentó con solemnidad.

-!Hablas mi idioma!- Exclamó Juan con sorpresa.

-Aquí todo el mundo lo habla, sólo que nadie quiere hablarlo. La gente prefiere olvidar lo serio y lo triste de mundos pasados. -Le explicó dirigiendo su mirada hacia un punto inconcreto, como si mirara hacia el infinito.

-No entiendo nada.

-Lógico, eres un recién llegado. -Le replicó- La gente tarda en habituarse a como funcionan por aquí las cosas. Pero ya irás aprendiendo. Por cierto no me has dicho aún tu nombre.

-Ah, sí, perdona. Me llamo Juan. Y estoy aquí desde esta mañana.

-Bueno, entonces... Levanta Juan, tenemos mucho que hacer...

-¿Cómo que tenemos? ¿Tu y yo?

-Claro! Mira, en este mundo todos tenemos una misión. La mía por ejemplo es la de hacer de guía a los recién llegados.

-Pero si eres un trilero... ¿Que me quieres enseñar a hacer de gancho o qué?

-Prefiero que me llames mago, es menos despectivo.

-Ya... Pero sigues siendo un trilero... -Insistió Juan que todo aquello le sonaba a tocomocho adaptado.

-Si, pero te importaría llamarme mago o Lari, en su defecto... Tenemos mucho que hacer y más vale que nos llevemos bien. -Le dijo en tono amenazador, pues empezaba a estar cansado de que lo estigmatizaran por una pequeña e inocente afición.

-Pero es que eres un trilero...

-!Mira puto loco¡ -Estalló al fin el Mago- me necesitas para aprender lo que tienes que aprender de este mundo. No estás aquí por casualidad, ni yo tampoco. Mi deber es ayudarte, pero como me vuelvas a llamar trilero, agarro el bastón de tu hatillo y te hago un endoscopia anal en un periquete, te aviso que en otra vida fui medico.

-¿Qué clase de médico? -Preguntó Juan.

-Ejem... Era... Era psiquiatra. -Le contestó tapándose con la mano la boca, como si se avergonzara de su pasado.

-Pero eso no son auténticos médicos. Basan su ciencia en la estadística y en fundamentos filosóficos y morales, no en una verdadera etiología biológica...

-¡Ya sé que no somos auténticos médicos! Sabes, me estás tocando los huevos. Sino fuera porque me obliga el juramento hipocrático y el juramento de la orden de magos, te aseguro que...

-Dirás trileros... -Le dijo Juan, que se estaba divirtiendo observando como Lari se exhasperaba.

-¡¡Basta!! -Bramó- ¿Quieres que te ayude o no?

-No lo sé. ¿Como puedo estar seguro de que no me vas a tangar?

-No puedes. Tendrás que confiar en mi. -Le dijo intentando recobrar la compostura.

-No he confiado en nadie desde que era pequeño.

-Pues eso es lo primero que debes hacer. Mira te cuento, este mundo está muy bien y tal y todo parece jauja con esto de que en los ríos haya vino y en los campos panes, pero aquí también hay crisis y recortes y tal, las ONG's han rebajado nuestra nota de calificación y mucha gente se ve obligada a emigrar para poder estar ociosos así que sólo tengo cinco días para enseñarte todo lo que debes aprender. Te lo preguntaré una última vez: ¿Quieres que te ayude?

-¿Pero que gano yo si me dejo ayudar?

-Te mostraré todo el potencial mágico que reside en la punta de tus dedos. A medida que vayas tomando conciencia de tu entorno, centrarás tu atención en los auténticos poderes terrenales y espirituales.

-¿Cómo cuales?

-Como el infinito poder de un masaje en la planta de los pies. ¿Te vale?

-Ahora hablas mi idioma.

-¿Y antes en que hablaba? ¿En sanscrito? Dios... Esto va a ser más duro de lo que me habían dicho...

-Venga trato hecho. -Dijo Juan tendiéndole la mano. Cuando sus palmas se tocaron una luz azul las envolvió. Era el sello mágico que cerraba el contrato entre el Mago y su nuevo aprendiz.

martes, 13 de marzo de 2012

LO QUE ESCONDEN LOS ARCANOS.

Capítulo 0. 
El loco



Juan se despertó aquella mañana, como tantas otras, por el insistente pitido del semáforo para ciegos. Cada vez que el luminoso muñequito caminador se vestía de verde para los videntes, un altavoz piaba igual que un canario sabinero borracho de cazalla. Lo diferente a otras mañanas era que el maldito pajarraco electrónico no dejaba de piar. Juan, que solía combatir el calor sofocante de las noches de verano dejando la ventana abierta, ante la imposibilidad de cubrirse con una manta de hielo, maldijo al altavoz averiado, a los canarios y a todo el resto de especie aviar y se levantó como aquel que vuelve de entre los muertos, con una sombra acechando en su mirada, como si algo terrible estuviera a punto de sucederle.

Juan vivía solo. Sus padres habían perecido en un accidente múltiple al chocar frontalmente su bicicleta con un camión de correos. Y desde que había salido de la universidad con un lustroso título de ingeniero aero-náutico dedicaba su vida solitaria a diseñar aviones de papel. Tenía la extraña teoría de que alguna de sus obras, algún día, podrían cambiar el rumbo de la historia de la humanidad. Mientras esperaba a que llegara ese momento vivía como dicen que viven algunos locos, con la cabeza repleta de sueños por cumplir y los restos de una pizza pre-cocinada en la nevera.

Era un tipo afable, simpático, sin malicia, casi inocente, como un niño al que ante una agresión sólo se le ocurre responder: me rebota, me rebota y en tu culo explota. Esto le había granjeado muchos problemas con los típicos abusones colegiales que veían en él a una víctima fácil. Sin embargo a Juan nunca pareció importarle que le insultaran o agredieran, ni siquiera aquella tarde en la que lo desnudaron y metieron en un contenedor de basura orgánica él se enfadó. Es más, se alegró de encontrar allí dentro una microfauna tan extensa y al salir como dios lo había traído al mundo, arrastró el contenedor hasta su casa para examinarlo con detenimiento con el microscopio, impulsado por la ilusión de descubrir el ingrediente secreto de la albóndigas del comedor de su instituto. Después de horas y horas de análisis y estudio sólo pudo aseverar que aquellas albóndigas no estaban cocinadas con ningún ser vivo de la superficie terrestre.

Solitario y estudioso, las mujeres le rehuían como si estuviera apestado. El único contacto carnal que había tenido con una mujer que no fuera su difunta madre fue la vez que le dio la mano a la decana de su facultad en el momento de recoger su título de graduado. Acto seguido la decana se disculpó ante los presentes y fue a lavarse la mano con amoniaco.

Alguien podría decir que la historia de Juan es una historia triste, como suelen ser la de aquellas personas que han sido excluidas de la sociedad por sus diferencias. Pero es que Juan no se sentía así. Es más, con el simple hecho de poder jugar al solitario en red veía colmadas la mayoría de sus expectativas sociales. Lo único que faltaba en su vida era el reconocimiento ante el mayor y más veloz avión de papel de la historia que fuera capaz de volar. Un proyecto de vida que ocupaba la mayor parte de sus horas calculando y recalculando diseños para sus aviones en rollos de papel de váter. Como con la muerte de sus padres había cobrado una jugosa herencia no tenía que preocuparse de lo que se preocupa la gente común. Pagar las facturas o llegar con dificultades a fin de mes eran cosas que Juan no conocía. Se podría sentenciar que mientras el router inalámbrico no fallara su vida era un remanso de paz y armonía.

Pero volvamos al principio de esta historia. Cuando Juan se levantó, lo hizo con el corazón encogido, como si tuviera un nudo en la boca del estómago o se hubiera tragado una pinza de cangrejo sin masticar. No sabía el porqué de aquella nueva y extraña sensación de ahogo y vacío, pero intentó no alarmarse demasiado, podía recordar con precisión que el único cangrejo que había comido en su vida era el surimi rayado de una tortilla de chaca en el bar de la facultad. Intentó desayunar, pero fue un fracaso, todo le salía al revés, en vez de leche y cereales se preparó un vaso de leche de trigo y un bol de copos de vaca, que así cruda y sin especies resultó un tanto despreciable. Según pasaban los minutos aquella sensación iba a peor, no recordaba nada parecido desde aquella vez que intentó quitarse los pantalones por la cabeza.

El terror se estaba haciendo fuerte en su interior y a pesar de todos sus intentos por calmarse, parecía ser un okupa muy molesto y decidido a quedarse. Así que sólo podía acostumbrarse a aquella inesperada y gótica presencia, porque como decía su abuelo Pascual: la vida sigue igual. Dejó los copos de vaca sin terminar sobre la mesa y fue hasta su despacho haciendo el pino.

Encendió su ordenador y los tambores de presentación de Ubuntu le sonaron a música celestial. En breve, pensó, todo habría pasado, en el momento en que consiguiera ordenar numéricamente y por palos las 54 cartas de la baraja francesa, los fuegos artificiales en la pantalla quemarían cualquier rastro de angustia. Pero pronto descubrió que su pronóstico era errado. Hizo un solitario, dos, tres, cincuenta y nueve, sesenta, y no sólo aquella sensación continuaba en su interior, sino que además parecía aumentar a cada movimiento. Aquella era una situación desesperada que sólo se podía solucionar con medidas igualmente desesperadas. Cuando la sensación de ahogo se hizo del todo insoportable decidió que debía salir a la calle para no acabar ahogado entre píxeles de pólvora.

Hacía tres años y medio que Juan no salía a la calle y se la encontró donde la había dejado aunque un poco diferente. Los coches iban por las aceras, hasta el punto de que casi le atropella un autobús de línea al salir de su casa, y las personas caminaban por las calzadas en libertad, todas menos aquellas que eran paseadas por sus perros. Los únicos que no parecían haber cambiado demasiado eran los edificios, aunque no tardó en descubrir que esta apreciación no era del todo correcta, al ver como un bloque de 20 pisos se de-construía y entraba con prisa en la boca de varios transeúntes entendió que ahora los edificios y todas sus estructuras eran las que vivían dentro de las personas y no al revés.

Todo aquel cambio sobrecogió de tal manera a Juan que no daba crédito a lo que veía. El mundo se había vuelto loco, absolutamente loco y parecía que él era lo único que permanecía inalterado del mundo o la dimensión de donde provenía. Tenía que volver a casa. La calle había dejado de ser un lugar seguro. Pero cuando volvió sobre sus pasos esquivando a varios coches para llegar a su portal, todo el edificio se desmontó como un castillo de naipes y una nube de ladrillos, cemento en polvo y serrín de muebles se introdujo por su boca hasta depositarse en su estomago. Juan no digirió bien la experiencia y aullando con la estridencia de una sirena de ambulancia corrió hasta salir de su barrio primero y de su ciudad después.

Tomó la autopista A-69 hasta la capital. Por ella no circulaba ni un coche, ni moto, ni camión, ya que las personas caminaban por ella como el que pasea por unas ramblas, por lo que el único peligro que existía al andar entre tanta gente era que alguien se torciera un tobillo y se formara tras él un atasco de proporciones kilométricas. Por suerte, pudo caminar con fluidez y comenzar su viaje hacia lo desconocido. Se elaboró un pequeño hatillo, anudando su chaqueta al bastón que había arrojado un anciano justo antes de marcharse saltando como una gacela Thompson y se puso a caminar con la única esperanza de que algún día pudiera llegar a comprender como había llegado hasta aquel mundo tan extraño. Conocimiento que pensaba le daría la posibilidad de poder comprender o al menos aprender el camino de regreso hacia su vida tal y como la había conocido hasta aquel momento.

Muchas aventuras le esperaban al bueno de Juan y puedo aseguraros que ninguna de ellas serían en balde.

martes, 6 de marzo de 2012

Diario de los invisibles


El diario de los invisibles.

-Para visualizar edición digital de la revista Rubi7 clickad aquí -

¿Alguno de vosotros se ha preguntado qué historias silencia nuestra sociedad?, ¿qué esconden aquellas personas que por su condición de excluidos permanecen invisibles a los ojos indiferentes de la mayoría? ¿A alguno de vosotros, estimados lectores, le interesaría saber que hay detrás de esa mirada esquiva?, ¿dentro de esa cabeza mohína?, ¿qué guardan en la precaria maleta que arrastran como pueden, atesorando sus mejores y sus peores recuerdos, su experiencia, su conocimiento, su saber profano del que podríamos aprender y que resulta negado en esta Babilonia nuestra donde nadie parece escuchar a nadie?

Esta sección que hoy se presenta tiene la intención de aproximarse a aquellos a los que casi nadie se acerca, ahondar en la vida de los invisibles, “los nadie” -que diría Galeano-, los silenciados. A partir del próximo número os contaremos sus historias, con la intención de revertir de alguna manera su situación, acercando sus palabras desde este medio a aquellos que algún día se hayan hecho alguna de las preguntas planteadas anteriormente.

Porque los invisibles están por todas partes y aunque muchos no lo crean son más parecidos a nosotros de los que nos pensamos. A veces, demasiadas veces, son nuestros vecinos, aquellos a los que esquivamos a la hora de subir en el ascensor o que rehuimos mirar en la calle, como si estuviesen gravemente enfermos y sólo con cruzar nuestra mirada con la suya nos pudieran contagiar.

En esta sección partimos de la premisa de que en este mundo nuestro el peor paciente o al menos el más grave es nuestra sociedad. Una sociedad que adolece de prepotencia, de falta de empatía, de soberbios prejuicios, de un individualismo exacerbado que nos prometieron como la mayor de las libertades y que ha acabado encerrándonos en nuestros pisos con doble aislamiento, inoculado de forma parasitaria el germen de la indiferencia, enganchados a la desinformación que nos transmiten desde la mayoría de medios de masas y destruyendo -de esta manera tan sutil- muchos de los vínculos sociales que nos ayudaban a las comunidades a sostenernos en situaciones de angustia, soledad y sufrimiento. Por este motivo queremos generar un espacio donde se pretende modificar de forma alterativa la mirada del observador, recuperando por medio de la palabra la dignidad de aquellos que hace tiempo traspasaron la frontera del olvido.

Si todo esto que acaban de leer no les parece algo demasiado inquietante les invito a que estén atentos a estas historias que nadie cuenta y que guardan en su interior, como toda buena historia, algo que trasciende de lo singular a lo universal. Que nos devuelve de alguna manera una humanidad erosionada por los problemas del día a día, en los que sobrevivir se ha convertido en un objetivo desesperadamente habitual para demasiadas personas. 


lunes, 5 de marzo de 2012

¿QUE ES LA SALUD MENTAL?


¿Qué es la salud mental? ¿Cómo sabemos que estamos más o menos sanos? De todas las definiciones posibles me quedo con la que me explicó un día una psiquiatra amiga muy crack, Ángels Vives, que vino a decir: que la salud mental es la capacidad de lidiar con todas las emociones que vivimos en el transcurso del día a día, yo añadiría que es lidiar con sus vaivenes de carrusel, sus relaciones muchas veces contaminadas, con la presión del estrés, vamos, con el hastío, la sorpresa, la tristeza, la alegría, la angustia, la extrañeza, la confianza y la desconfianza, con las dudas y las certezas. Si conseguimos tirar pa'alante con todo este batiburrillo de emociones cargándose a cada nuevo paso en la mochila, se puede decir que estamos más o menos sanos. Esto me hace pensar que parecería que la salud depende únicamente de lo buen luchadores que seamos y hay algo de todo esto, pero no se reduce únicamente a nuestra habilidad a la hora de sesgar emociones como una Uma Thurman en Kill Bill de estar por casa. Solos ante las peligrosas amenazas de nuestras emociones y sin piedad. Quizás haya alguien así. Pero la mayoría de los que conozco carecen de las habilidades de la Mamba Negra y -como yo mismo hago- acudimos a nuestro entorno para desembarazarnos de tanta incomodidad.

Claro está esto sólo es posible cuando uno ha hecho un trabajo previo, se ha desprendido de rémoras pasadas, y disfruta de la ligereza que supone ser espontáneo, sin pensar en si repites o no repites patrones, aunque sabiéndolo cuando lo haces y dándole la importancia justa. Al final todas las conductas, todos los lenguajes son a-prendidos y lo nuevo si surge es la forma en que los utilizamos. Pongo un ejemplo: del 15-M han surgido muchas manifestaciones, incluso artísticas, ha sido un movimiento tan importante como para remover consciencias, y el arte ha estado a la altura de otras manifestaciones -digamos más callejeras. Lo que hace diferente al 15-M y sus manifestaciones, lo que lo hace un movimiento sumamente sano, en mi opinión, es la firme voluntad de no repetir errores pasados, de otros movimientos que acabaron por fracasar, y si para eso hay que retirarse del candelero y reflexionar, pues se hace. Esto lo convierte en un movimiento vivo, que se extiende, que palpita, como un rizoma que late en la red y en el corazón de cada ciudad. Con las conductas sanas pasaría un poco lo mismo. ¿Estamos dispuestos a abandonar sesgos que arrastramos sin querer y que nos lastran a la hora de encontrar nuestra propia voz?



Claro que para encontrar nuestra propia voz necesitaríamos que en un momento de crisis los llamados profesionales nos ayudaran a conseguirla y no se emparapeten tras sus batas blancas erigidos en su saber sacro-científico, para acabar negando nuestra voz, castrando nuestro imaginario, talando nuestro futuro, cuando aún no eramos del todo dueños de nuestro presente. La mayoría de los locos y locas que conozco están más necesitados de un guía que de un neuroléptico, como si lo sus delirios fueran similares a los que se vive al tomar LSD o peyote en soledad. Porque la soledad imposibilita la comunicación, y la comunicación es la herramienta perfecta para ir soltando lastre de nuestras mochilas repletas de emociones muchas veces contradictorias.

Vivir una vida buena ayuda. Tener valores, practicarlos, disfrutar de la vida en comunidad, porque esa comunidad, ese entorno del que hablaba antes, nos sostiene y nos alivia en muchísimos momentos. Sólo hay que dejar de intentar bloquear las emociones, let it be, vivelas, comprendelas, aprende de ellas también, que luego simplemente desaparecen.

Eso sí, no es fácil aprender de nosotros mismos cuando no tenemos un modelo del que partir, cuando la sociedad y sus valores se licuan, parece que caminemos constantemente sobre arenas movedizas. Por eso y sólo por eso, es necesario tener un ramillete de pequeñas certezas abiertas a una posible evolución, un ramillete de verdades propias que sirvan de raíz o cimientos sobre los que ha de crecer nuestra personalidad flexible. Ya lo decían los budistas:

Expuesto a la intemperie
el junco frágil
azotado por la lluvia y por el viento.

Por que somos frágiles e insignificantes. Necesitamos poco: compañía, comida, un hogar... Pero lo necesitamos para poder hablar de salud sin que ésta no sea más que una entelequia abierta a los marasmos de la ideología.