Para hablar de revoluciones primero habría que definir que se considera revolucionario. Algo novedoso, que rompa con lo establecido y haga caer al opresor. Cuando se habla de opresores y oprimidos lo fácil es caer en la generalización, de modo que todos los psiquiatras son opresores y todos los pacientes son oprimidos; pero si uno rasca un poco en la superficie de cada situación, suele descubrir matices del todo enriquecedores. Carlos llevaba ya más de dos semanas en el hospital, cuando, en medio de una guardia, tuvo que valorar el posible ingreso de Natalia, una joven con más recorrido carcelario que el Lute y más peligrosa que un híbrido entre Bin Laden y “El Pepsi-colo” (un quinqui que protagonizó alguna escena en otro relato de mi autoría). Natalia se había auto-lesionado, presentaba un corte superficial y suplicaba ingresar porque estaba decidida a suicidarse. Según el informe de otro hospital, que traía como muestra de que su vida corría grave peligro, temía el día en que la juzgaran por varios delitos muy graves, entre ellos el asesinato de dos policías que le dieron el alto, en un control rutinario de alcoholemia.
-Por favor, doctor, ingréseme.
-¿Por qué pide un ingreso voluntario?
-Porque quiero suicidarme.
-Ya. -Comprendió Carlos, que no llevaba ni un minuto hablando con ella y ya había encontrado la primera gran contradicción, quería suicidarse o ingresar.- ¿Y por qué, si se puede saber?
-Porque estoy muy enferma.
-Comprendo. -Dijo Carlos pensando que esta chica era capaz de diagnosticarse a si misma. La mayoría de los pacientes no reconocen sus problemáticas y esta mujer estaba dispuesta a reconocer que padecía medio DSM-IV si era necesario.
-¿Sí? Entonces, ¿va a permitir mi ingreso?
-No, que va, en absoluto. Lo que voy a hacer es ayudarla.
-¿Ayudarme? ¿Cómo?
-Mire Natalia, nadie elige la hora en que nace, pero deberíamos poder elegir la hora en que morimos. Si usted, que tiene mucha más experiencia que yo, ha decidido que su hora ha llegado... ¿Quién soy yo para negar sus deseos?
-¿Me está diciendo que me suicide?
-En absoluto. Es usted quien quiere suicidarse. Yo lo que la invito es que vuelva a su casa y que haga realidad sus deseos. Aquí estamos usted y yo, nadie más, son las cuatro de la madrugada y en la intimidad de la noche le digo que la comprendo y que yo en su lugar pensaría lo mismo. No puedo ayudarla de ninguna otra forma que negando su ingreso.
-No me lo puedo creer, es usted despreciable. !Hijo de puta!
-Si lo prefiere llamo a la policía y que la acompañen a comisaria.
-No, ya me voy sola. -Dijo levantándose de la camilla maldiciendo en todos los argots conocidos y desconocidos en el mundo del ampa.
Carlos que se había desvelado, decidió ponerse a escribir una reflexión sobre lo ocurrido.
Hablar de ciencia como algo frío, desalmado y amoral es imposible. Mucho más en psiquiatría. Esta noche me he encontrado con el dilema de ayudar a alguien, cuya vida valoro menos que la de Col Pot o Adolf Hitler. ¿Qué debía hacer? ¿Aprobar el ingreso de alguien que sin duda alguna saldrá beneficiada judicialmente por haber estado en un psiquiátrico?
Esta chica era una asesina, sin piedad, ni escrúpulos. Era alguien a la que la vida ajena le preocupaba menos que nada. La locura es otra cosa. Los locos son o suelen ser víctimas, de la sociedad y su entorno. Casi nunca son verdugos. Más allá de posibles causas vivenciales que determinan el comportamiento criminal de un sujeto, la violencia en sí misma, no es un síntoma de locura. La locura reside en el discurso, en las raíces mismas del discurso.
Hoy en día parece que cuando se comenta un crimen en las noticias la reflexión temprana sea que el criminal no podía estar bien de la cabeza. Yo creo que en la inmensa mayoría de los casos sí que se está bien de la cabeza, porque más allá de que la violencia sea un acto irracional e injustificable, ésta reside en la naturaleza más primaria del ser humano. Desde un niño que le roba a otro un caramelo utilizando la fuerza, a un adulto que ordena el aniquilamiento de una población. Ambas situaciones son reflejo del ansia de poder, una demostración de fuerza, de las pulsiones más primitivas del yo.
En el mundo hay bondad y maldad, cada una con infinitos matices, pero sin dejar de ser bondad o maldad en sí mismas. Quizás lo que las defina sea la intencionalidad, el núcleo oscuro del deseo que las impulsa.
En psiquiatría, como en toda relación humana, ante la imposibilidad de diagnosticar científicamente, sólo podemos abrazar a nuestra moral, a nuestra ética, a nuestro instinto. Woody Allen decía en su película Manhattan que el arte es como “si al cruzar un puente en pleno invierno se viera a alguien ahogándose en el agua helada, quién tendría el valor suficiente para saltar al agua y salvarlo”. Pienso que en la vida en general y en la psiquiatría en particular, del mismo modo que en el arte, el dilema es el siguiente: ¿poner en peligro tu vida por un desconocido que sufre o seguir hacia delante tu camino indiferente al sufrimiento ajeno? Quizás sea esto precisamente lo que diferencia a los opresores de los oprimidos.
4 comentarios:
Buenísimo y me temo que como están las cosas, lo que se lleva es lavarse las manos como Pilatos.
Como pongo de etiqueta en algunas de mis entradas "Ya no es posible ser miserable..."
Ante ayer comentaba con una psicóloga de las de nuestro bando la obra de Víctor Hugo "Los miserables". Me comentaba como aconsejaba como mínimo ver la película a sus pacientes (porque las novelas de Víctor Hugo tienden en su opinión y en la mía a la sobredescripción), pues en ella se deconstruye magistralemnte ese término y al final no cabe duda de quien es un verdadero miserable.
Por cierto Jesús, gracias por ser el comentador más rápido a este lado de la blogosfera.
Un abrazo!!!
en estas situaciones el psiquiatra normalmente se cura en salud lo ingresa y luego propone un ingreso "espartano". es otra forma de contar lo mismo sin mancharse con posibles problemas judiciales.
lo que propone este capítulo de la novela (por que no) me ha sucedido con las mas variopintas resoluciones unas buenas otras muy angustiantes.
abrazos master.
pd este finde te mando lo nuestro.
Me alegra que te sientas identificado Joony, para eso lo estoy escribiendo. Lo que empezó como una burla bienintencionada se esta convirtiendo en no se que leches, la verdad, pero si algo tengo claro es que es una leche con entidad propia. Este caso me vino inspirado por la visita de la gran C. G. (nuestra querida amiga y musa) a Barcelona.
Un abrazo campeon!!! Una pregunta, tienes ganas de derbi?
Publicar un comentario