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miércoles, 25 de julio de 2012

La libertad de las bestias.


"Perder la libertad es de bestias. Dejar que nos la quiten de cobardes. Quien por vivir queda esclavo no sabe que la esclavitud no merece el nombre de vida" (Francisco de Quevedo)

Ya sabemos, que para el mundo animal, el homo sapiens sapiens tiene un diseño biológico que le hace débil: sin colmillos, ni garras, ni siquiera un duro pellejo, ningún prodigio en el oído, el olfato o la vista, poca velocidad en la carrera, y menos agilidad para subir árboles o cerros... Incluso sus cachorros son los que más tardan en abandonar el nido. Paradójicamente, a día de hoy, es el principal depredador planetario. ¿Cómo se come ésto?

Aunque débil individualmente, al basar su defensa y ataque en el grupo para sobrevivir, necesariamente se hizo animal social. Con el tiempo, lo que era una necesaria relación pandillera, se fue sofisticando en el trato generando sociabilidad, la comunicación verbal, desarrolló la interacción social y el proceso identitario hasta hacernos personas.

Evidentemente somos codependientes de base, por necesidad, y lo ideal sería que lo fueramos desde el respeto a la dignidad personal y plural, considerando la cuota de autonomía como una cesión, como un valor solidario y consensuado por el bien común con confianza cooperativa y creativa. Fundado en un principio de compensación mediante el cual otro tiene lo que tu careces, y viceversa. La riqueza de la pluralidad complementaria en sana codependencia, nunca será dependencia en ninguno de sus aspectos.

Lo contrario de los valores, antes citados, define el no deseable apego dependiente. Fruto de la desconfianza, tanto de los demás como de uno mismo, de los miedos, de la indigencia afectiva, de la insolidaridad, de la comodidad egoísta, de las relaciones parasitarias, de las feudales, de la esclavitud, del paternalismo, de la sumisión, del consumismo, de la explotación, de la alienación, de la injusticia social que nos determina como clase según intereses ajenos a nuestra voluntad.

En este sistema que vivimos, el poder legitimado y consensuado por medios democráticos es ejercido sobre las personas de forma física, económica, cultural y simbólica, reproduciéndose en las relaciones asimétricas en todo el espacio social y colonizando el mundo de la vida. Con un pensamiento hegemónico que postula como normal un modelo de crecimiento que implica necesariamente niveles mayores de exclusión, destruir el medio ambiente y desgastar la esperanza consolidando una postura ética fatalista frente a la vida.

Todo un modelo de dependencia con una ética cuyo valor fundamental es definido por la autoridad de expertos de indiscutible competencia, que se da en términos de dominación y desarrollo desigualmente injusto en lo social. Y con la sociedad alienada entre necesidades económicas y de reconocimiento, con la expresión de los deseos de libertad inhibidos por el conflicto entre contradicciones objetivas y valoraciones subjetivas.

La alienación es la situación de aquel que no es plenamente sí mismo, que no realiza sus mejores y más originales posibilidades, que reprime y malgasta sus propias energías. Se expresa en formas más o menos conscientes de frustración, de impotencia y de fracaso. En la raíz está el hecho de no poder elegir, de no tener iniciativa sobre la propia vida, de estar expropiado en el sentido más radical, de ser mero objeto y no sujeto.

La alternativa debe ser el auto-análisis. Abrir los ojos ante esta cultura dominante cuyos valores y símbolos marcan la existencia alienada, cuestionar sus normas y estructuras de conciencia. Un conocimiento crítico con las condiciones de dependencia, para transformar la relación dialéctica entre autonomía y alienación planteada como una lucha, que se da entre expulsar o no al opresor desde dentro de uno mismo, entre desalienarse o mantenerse alienado, entre seguir prescripciones o tener opciones, entre ser espectador o actor protagonista de su autonomía en relación con su entorno y el mundo en una dimensión intersubjetiva en permanente diálogo social e histórico.

Mantener una actitud crítica y emancipadora, creativa y solidaria, transformadora de la realidad. Constituirnos como sujetos de conocimiento que actuamos sobre los demás cuando interactuamos mediante: comunicación verbal, relaciones amorosas, institucionales, económicas, etc. que para que sean óptimas exigen una vinculación moral responsable y comprometida.

Ser nosotros mismos. No perder nunca la noción de uno mismo. Encararse con uno mismo y examinarse. Cuando uno es uno mismo, las cosas se ven como son y nos identificamos con lo que nos rodea. Y ahi, en verdad está uno mismo, y también para los demás. Cuando llegamos a ser verdaderamente uno mismo nos mantenemos independientes de todo, y al mismo tiempo dependientes de todo. Alcanzar la libertad absoluta es comprender que somos completamente dependientes e independientes. No hay existencia individual separada, toda existencia depende de otra cosa. Acaso ¿no bebemos cuando tenemos sed?

Y la humanidad toda somos lo mismo, pero no obstante diferentes ya que podemos sentir soledad.

Joan García "Don Giovanni", filósofo y amigo.

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