Páginas

miércoles, 1 de agosto de 2012

Lo esconden los arcanos III



La Papisa.

Lari cumplió su promesa y después de un buen masaje podal Juan sentía que sus pies eran capaces de volar como si fuera el mismísimo dios Mercurio. Se acercaron al cauce del río y unos tragos de vino después ambos se encontraban en un estado de embriaguez que les hacía rozar la maravilla. A Juan ya se le había pasado cualquier atisbo de desconfianza hacia el mago/trilero/psiquiatra al cual abrazaba en plena exaltación de la nueva amistad. Lari, más acostumbrado al vino de aquella tierra extraña, hacia todo lo posible por soportar estoicamente a su nuevo aprendiz y le recordaba que tenían una misión que cumplir y que debían ver a la Papisa antes de que se hiciera de día.

-¿Pero quien es esa Papisa?

-Bueno, es un ser muy poderoso, ella debería darte las instrucciones que necesitas para que puedas crecer como hombre.

-¿Y no podemos tomar unos traguitos más? Tio, Laaari, sabes que eres de puta madre...

-Sí, lo sé.

-Tío, te lo juro, me caes de puta madre.

-Sí, cuando de la borrachera que llevas sólo quede una punzante resaca y debamos seguir nuestro camino a ver si sigues opinando lo mismo.

-Oye, una pregunta... ¿La Papisa esa está buena?

-Bueno... es un ser con muchas caras... No siempre se muestra con los mismos rasgos, aunque siempre se manifiesta de forma muy familiar.

-Familiar... Yo no tengo familia...

-Mira hemos llegado.

Era noche cerrada y habían llegado a lo que antiguamente debía ser una granja porque había establos y gallineros. Todo parecía en calma. Se acercaron a la cerca y entraron sin mediar palabra. Una luz se encendió en el edificio principal y acto seguido una yegua salió del mismo. Se acercó a los visitantes y rápidamente reconoció a Lari.

-¡¡Hola chato!! ¡¡Cuanto tiempo sin verte por aquí!!

-¡¡Hola Gertrudis!! Sí, mucho tiempo. Traigo a un novato para que vea a la Papisa.

-Me imagino, sino fuera por estos momentos, resultarías muy caro de ver.

-Ya sabes lo que hay Gertrudis, lo mío es ir a lo loco y a los locos. Es mi misión en esta tierra.

-¡Cómo sois los humanos! Siempre encontráis alguna excusa para tratarnos como animales.

-Bueno, creo que nunca me he portado mal contigo. Simplemente lo nuestro era imposible. Estuvo bien mientras duró, pero no funcionó.

-Sí, claro, ahora es cuando me dices que no fue por mi, que fue por ti,¿no?

-Eeehhhh... sí, supongo... Bueno, ¿podemos ver a la Papisa?, empieza a hacer frío.

-Sí, claro, ya sabes el camino cielo. Cuando acabéis pasaos por casa, os pondré algo a la altura de este reencuentro.

La yegua Gertrudis volvió a entrar en el edificio y Lari y Juan tomaron un camino empedrado que bordeaba la construcción hacia la parte de atrás. Juan había asistido atónito a aquel reencuentro y no sabía si debía preguntarle a Lari si realmente Gertrudis y él habían sido pareja. Un silencio incómodo les rodeaba, hasta que ante la inquisitoria mirada de Juan, el mago le explicó que sí, habían sido pareja durante cuatro años, y que fueron muy felices, pero que todo había acabado ya, aunque ella parecía continuar extrañándolo.

-¿Pero por qué cortásteis?

-Simplemente, creía que me merecía algo mejor.

Cuando llegaron a la parte trasera de la edificación lo único que había allí era un gran foco que apuntaba hacía el cielo. Lari miró a Juan y le preguntó si estaba preparado. Éste afirmó con la cabeza. Lari encendió el foco y la luz proyecto hacia el cielo la imagen del rostro de una anciana arrugada y con los rulos por montera.

-¡¡Salve Papisa!! -Dijo Lari arrodillándose.

-¡¿Mamá?! ¡¿Qué...?! ¡¿Pero qué...?! -Exclamó Juan azorado.

-Hola Lari, hola Juan, hijo mío. ¡¿Cuánto tiempo sin verte?!

-¡Mamá! ¿Qué haces allí arriba?

-Me estoy peinando, eso que deberías hacer tu más a menudo. O acaso te crees que con esas pintas vas a hacerme abuela.

-Bueno mamá, pensaba que estabas muerta.

-Yo siempre seré tu madre. Siempre. No lo olvides.

-Bueno si ya... pero...
-De peros nada mi pequeñín... Mírate... estás hecho un guiñapo... Con esa ropa raída y esos pelos... Además estás en los huesos... ¿Acaso no comes o qué?

-Si como madre, pero...

-Mira me han sobrado unas empanadillas de atún, de esas que te gustaban tanto. Le daré a Gertrudis un tupper para que os las sirva. Muy buena Yegua esa Gertrudis, una mujer así me podría dar muchos nietos y además es un buen partido, fijate, es la dueña de todo lo que ves. Y trabajadora como la que más...

-Mamá, es que es una yegua yo no me veo con durmiendo con un caballo.

-A todo le tienes que ver fallos, ¡a todo! Eres igual que tu padre, nunca habéis sido capaces de tener un detalle para hacerme feliz. Pido tan poco...

-Ya.. mamá... pero... Yo es que...

-Yo yo yo yo. ¡¡Eres un egoísta!! ¡¡Eso es lo que eres!!

-Pero mamá yo te quiero mucho, siempre te he querido.

-Es fácil decir que me quieres, ¿pero cuando me lo has demostrado?¿Cuándo? Pobre de mi...

-No llores mamá te lo suplico.

-¡¡Como no voy a llorar si sólo me das disgustos!!

-¿Dónde está papá?
-¡¡A ese dejalo!! Nos hemos divorciado.

-¿Que? ¿Cómo?

-Si, ahora tu padre es un excapitan de marina mercante, reconvertido a pastor de peces. Un hombre sabio y pulcro y muy creyente. Como dios manda, ¡vamos! Espera que le llamo. Chuuurrriiiiiiiiiiii, ven que te voy a presentar a mi hijo.

-Siiiiii, flor de pitiminí. Ahora voy.

-No quiero conocer a ese hombre. No es mi padre.

-No seas egoista y dame ese gusto.

-Hola mi amor. ¿Donde esta ese pequeñín?

-Ahi debajo mi cielo.

-¿Ese de ahí es tu hijo?

-Sí, soy su hijo. ¿Que pasa?

-Es de mi primer matrimonio cosita linda. El pobre salió a su padre.

-Se nota. Se nota. Que ser más andrajoso.

-Oiga sin faltar.

-Y huele a vino.

-¿No habrás bebido Juan?

-¿Yo? No.

-Esta mintiendo. Mira se ha puesto colorado.

-Como su padre... es igual que su padre... Que habré hecho yo para merecer esto...

-Mira ya has hecho llorar a tu madre. ¿No te da vergüenza? Ya esta, ya está mon amour.

-Bueno yo creo que me voy...

-Eso si vete.

-Ves con cuidado hijo mío y recuerda lo que te dije de Gertrudis. Dile que meta las empanadillas en el horno precalentado a 180 grados durante 15 minutos y ya veras que buenas. Es tan buena mujer...

-Adios, adios...

La luz del proyector se apagó haciendo desaparecer a la madre y al pastor de peces. Sólo en ese momento Lari se levantó. Juan estaba más rígido que un gato de fieltro.

-¿Por que me has traido hasta aquí?

-Es el protocolo.

-¿Que protocolo?

-Tu primera lección en esta tierra es que a las madres las carga el diablo.

-¿La tuya tambien era así?

-La mia era el mismisimo diablo. Mas buena la pobre...

-Ya, alguien a quien no puedes dejar de amar y de odiar a la vez.

-Sí, por eso estudie psiquiatria y psicoanalisis.

-¿Por tu madre?

-Para liberar a los hombres de la carga de su madre. Oye, es cierto que sus empanadillas están tan buenas como dicen?

-Sí.

-Pues vamos a cenar. Hace mucho que no me alimento de nada más que de pan y vino.

Ambos rodearon de nuevo la casa, Gertrudis los recibió con un salto de cama con encaje y transparencias. Después de cenar decidiría quien la iba a cabalgar.


No hay comentarios: