La
Papisa.
Lari
cumplió su promesa y después de un buen masaje podal Juan sentía
que sus pies eran capaces de volar como si fuera el mismísimo dios
Mercurio. Se acercaron al cauce del río y unos tragos de vino
después ambos se encontraban en un estado de embriaguez que les
hacía rozar la maravilla. A Juan ya se le había pasado cualquier
atisbo de desconfianza hacia el mago/trilero/psiquiatra al cual
abrazaba en plena exaltación de la nueva amistad. Lari, más
acostumbrado al vino de aquella tierra extraña, hacia todo lo
posible por soportar estoicamente a su nuevo aprendiz y le recordaba
que tenían una misión que cumplir y que debían ver a la Papisa
antes de que se hiciera de día.
-¿Pero
quien es esa Papisa?
-Bueno,
es un ser muy poderoso, ella debería darte las instrucciones que
necesitas para que puedas crecer como hombre.
-¿Y
no podemos tomar unos traguitos más? Tio, Laaari, sabes que eres de
puta madre...
-Sí,
lo sé.
-Tío,
te lo juro, me caes de puta madre.
-Sí,
cuando de la borrachera que llevas sólo quede una punzante resaca y
debamos seguir nuestro camino a ver si sigues opinando lo mismo.
-Oye,
una pregunta... ¿La Papisa esa está buena?
-Bueno...
es un ser con muchas caras... No siempre se muestra con los mismos
rasgos, aunque siempre se manifiesta de forma muy familiar.
-Familiar...
Yo no tengo familia...
-Mira
hemos llegado.
Era
noche cerrada y habían llegado a lo que antiguamente debía ser una
granja porque había establos y gallineros. Todo parecía en calma.
Se acercaron a la cerca y entraron sin mediar palabra. Una luz se
encendió en el edificio principal y acto seguido una yegua salió
del mismo. Se acercó a los visitantes y rápidamente reconoció a
Lari.
-¡¡Hola
chato!! ¡¡Cuanto tiempo sin verte por aquí!!
-¡¡Hola
Gertrudis!! Sí, mucho tiempo. Traigo a un novato para que vea a la
Papisa.
-Me
imagino, sino fuera por estos momentos, resultarías muy caro de ver.
-Ya
sabes lo que hay Gertrudis, lo mío es ir a lo loco y a los locos. Es
mi misión en esta tierra.
-¡Cómo
sois los humanos! Siempre encontráis alguna excusa para tratarnos
como animales.
-Bueno,
creo que nunca me he portado mal contigo. Simplemente lo nuestro era
imposible. Estuvo bien mientras duró, pero no funcionó.
-Sí,
claro, ahora es cuando me dices que no fue por mi, que fue por
ti,¿no?
-Eeehhhh...
sí, supongo... Bueno, ¿podemos ver a la Papisa?, empieza a hacer
frío.
-Sí,
claro, ya sabes el camino cielo. Cuando acabéis pasaos por casa, os
pondré algo a la altura de este reencuentro.
La
yegua Gertrudis volvió a entrar en el edificio y Lari y Juan tomaron
un camino empedrado que bordeaba la construcción hacia la parte de
atrás. Juan había asistido atónito a aquel reencuentro y no sabía
si debía preguntarle a Lari si realmente Gertrudis y él habían
sido pareja. Un silencio incómodo les rodeaba, hasta que ante la
inquisitoria mirada de Juan, el mago le explicó que sí, habían
sido pareja durante cuatro años, y que fueron muy felices, pero que
todo había acabado ya, aunque ella parecía continuar extrañándolo.
-¿Pero
por qué cortásteis?
-Simplemente,
creía que me merecía algo mejor.
Cuando
llegaron a la parte trasera de la edificación lo único que había
allí era un gran foco que apuntaba hacía el cielo. Lari miró a
Juan y le preguntó si estaba preparado. Éste afirmó con la cabeza.
Lari encendió el foco y la luz proyecto hacia el cielo la imagen del
rostro de una anciana arrugada y con los rulos por montera.
-¡¡Salve
Papisa!! -Dijo Lari arrodillándose.
-¡¿Mamá?!
¡¿Qué...?! ¡¿Pero qué...?! -Exclamó Juan azorado.
-Hola
Lari, hola Juan, hijo mío. ¡¿Cuánto tiempo sin verte?!
-¡Mamá!
¿Qué haces allí arriba?
-Me
estoy peinando, eso que deberías hacer tu más a menudo. O acaso te
crees que con esas pintas vas a hacerme abuela.
-Bueno
mamá, pensaba que estabas muerta.
-Yo
siempre seré tu madre. Siempre. No lo olvides.
-Bueno
si ya... pero...
-De
peros nada mi pequeñín... Mírate... estás hecho un guiñapo...
Con esa ropa raída y esos pelos... Además estás en los huesos...
¿Acaso no comes o qué?
-Si
como madre, pero...
-Mira
me han sobrado unas empanadillas de atún, de esas que te gustaban
tanto. Le daré a Gertrudis un tupper para que os las sirva. Muy
buena Yegua esa Gertrudis, una mujer así me podría dar muchos
nietos y además es un buen partido, fijate, es la dueña de todo lo
que ves. Y trabajadora como la que más...
-Mamá,
es que es una yegua yo no me veo con durmiendo con un caballo.
-A
todo le tienes que ver fallos, ¡a todo! Eres igual que tu padre,
nunca habéis sido capaces de tener un detalle para hacerme feliz.
Pido tan poco...
-Ya..
mamá... pero... Yo es que...
-Yo
yo yo yo. ¡¡Eres un egoísta!! ¡¡Eso es lo que eres!!
-Pero
mamá yo te quiero mucho, siempre te he querido.
-Es
fácil decir que me quieres, ¿pero cuando me lo has
demostrado?¿Cuándo? Pobre de mi...
-No
llores mamá te lo suplico.
-¡¡Como
no voy a llorar si sólo me das disgustos!!
-¿Dónde
está papá?
-¡¡A
ese dejalo!! Nos hemos divorciado.
-¿Que?
¿Cómo?
-Si,
ahora tu padre es un excapitan de marina mercante, reconvertido a
pastor de peces. Un hombre sabio y pulcro y muy creyente. Como dios
manda, ¡vamos! Espera que le llamo. Chuuurrriiiiiiiiiiii, ven que te
voy a presentar a mi hijo.
-Siiiiii,
flor de pitiminí. Ahora voy.
-No
quiero conocer a ese hombre. No es mi padre.
-No
seas egoista y dame ese gusto.
-Hola
mi amor. ¿Donde esta ese pequeñín?
-Ahi
debajo mi cielo.
-¿Ese
de ahí es tu hijo?
-Sí,
soy su hijo. ¿Que pasa?
-Es
de mi primer matrimonio cosita linda. El pobre salió a su padre.
-Se
nota. Se nota. Que ser más andrajoso.
-Oiga
sin faltar.
-Y
huele a vino.
-¿No
habrás bebido Juan?
-¿Yo?
No.
-Esta
mintiendo. Mira se ha puesto colorado.
-Como
su padre... es igual que su padre... Que habré hecho yo para merecer
esto...
-Mira
ya has hecho llorar a tu madre. ¿No te da vergüenza? Ya esta, ya
está mon amour.
-Bueno
yo creo que me voy...
-Eso
si vete.
-Ves
con cuidado hijo mío y recuerda lo que te dije de Gertrudis. Dile
que meta las empanadillas en el horno precalentado a 180 grados
durante 15 minutos y ya veras que buenas. Es tan buena mujer...
-Adios,
adios...
La
luz del proyector se apagó haciendo desaparecer a la madre y al
pastor de peces. Sólo en ese momento Lari se levantó. Juan estaba
más rígido que un gato de fieltro.
-¿Por
que me has traido hasta aquí?
-Es
el protocolo.
-¿Que
protocolo?
-Tu
primera lección en esta tierra es que a las madres las carga el
diablo.
-¿La
tuya tambien era así?
-La
mia era el mismisimo diablo. Mas buena la pobre...
-Ya,
alguien a quien no puedes dejar de amar y de odiar a la vez.
-Sí,
por eso estudie psiquiatria y psicoanalisis.
-¿Por
tu madre?
-Para
liberar a los hombres de la carga de su madre. Oye, es cierto que sus
empanadillas están tan buenas como dicen?
-Sí.
-Pues
vamos a cenar. Hace mucho que no me alimento de nada más que de pan
y vino.
Ambos
rodearon de nuevo la casa, Gertrudis los recibió con un salto de
cama con encaje y transparencias. Después de cenar decidiría quien
la iba a cabalgar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario