Chus Gómez, psiquiatra
y psicoanalista. Vive en pareja. Musa del movimiento La otra
psiquiatría y directora del Hospital psiquiátrico de Piñor
(Ourense). Política: izquierdas. Religión: agnóstica.
Fotografía: Iñaki Márquez
Me encuentro con Chus
en su casa de Vigo. En la cocina mientras se atempera el agua del te,
hablamos de psiquiatría y psicoanalisis, de significantes y
significados, como si habláramos del tiempo lluvioso que suele haber
en Galicia. Me siento muy cómodo y ella también, la conversación
fluye, sus ojos pequeños y vivos y su sonrisa inteligente y
traviesa, no esconden la amistad que nos une y me recuerda aquel
tópico que dice que las meigas existir no existen, pero haberlas
hailas.
¿Qué es eso de la
Otra psiquiatría?
La Otra psiquiatría no
es una organización, quizás habría que definirlo como lo que no
es, más que como lo que es. Surge de la inquietud de varios
profesionales de Salud mental sobre todo psicoanalistas interesados
en recuperar la clínica tradicional y el valor de la palabra, el
pacto con los sujetos y su sufrimiento como herramientas
fundamentales.
¿Por qué Otra
psiquiatría?
Es una manera de
diferenciarse de una psiquiatría con un discurso más oficialista,
más biologicista, para centrarnos en la necesidad de ahondar en la
psique de los sujetos de una forma más cercana y menos agresiva.
Lo menos agresivo es
la escucha, además que sepamos no tiene efectos secundarios. ¿Crees
que está cayendo en el desuso?
La palabra siempre ha
tenido su función porque somos seres hablantes. La diferencia
estriba en que hay una posición distinta en tanto opinamos que quien
mejor conoce su sufrimiento es el que lo sufre, y lo que dice y los
inventos que hace para remediar ese sufrimiento son valores a tener
en cuenta, aunque haya que ayudarle en ocasiones para estar en mejor
sintonía con el mundo que le rodea. Todos cuando sufrimos buscamos
una manera de resituarnos frente al sufrimiento y aquí es clave la
orientación psicoanalítica.
¿Por qué es tan
fundamental el psicoanalisis? ¿Es cierto que no lo cura todo pero
que hay cosas que sólo se curan desde el diván?
Freud descubrió que de
alguna manera por el mero hecho de hablar todos hacemos síntomas,
entendiendo síntoma como algo consustancial al sujeto y no en el
sentido medico, el síntoma es de lo que se queja el sujeto y no lo
que dice el medico. Síntoma es aquello que se repite como resultante
de un goce en el inconsciente. Por decirlo metafóricamente, todos
podemos saber que un avión ha surcado el cielo, porque podemos ver
el rastro que dejó, este rastro es diferente en cada ser humano y
tiene que ver con su forma particular de gozar. Cuando hablamos de
gozar, no hablamos de disfrutar sino de algo que va más allá, es
algo que produce un sufrimiento en la vida del sujeto y se repite
porque esta anudado a algo propio de su historia. De lo que nos
quejamos gozamos. Por ejemplo, el que nos guste el vino durante una
comida se trasforma en goce cuando el alcohol se apodera de mi vida y
destruye nuestras relaciones y nuestro trabajo, como efecto de la
pulsión de muerte.
Como dice Sabina: si
protesta el corazón en la farmacia puedes preguntar, ¿tienes
pastillas para no soñar? ¿Considera que los
psicofármacos son una mala opción terapéutica?
Las cosas no son buenas
ni malas, los psicofármacos si se usan bien son estupendos, pero son
sintomáticos no van a la causa, la etiología de la locura no se
puede reducir biológicamente es algo mucho mas complejo que eso. Si
te ayudan a dormir pues bienvenidos sean, pero el problema está en
como se usan, y lo mismo pasa con las palabras, con la relación que
tenemos con ese otro, creo que una mirada menos determinista ayudaría
a acercarnos al sufrimiento, porque la construcción de la locura o
de un delirio no es baladí, no es lo mismo una persona que considera
que tiene un poder extraordinario que otra que se siente perseguida,
tiene que ver con una historia, con una serie de decisiones que le
hacen tirar por unos derroteros o por otros.
¿Como definiría la
locura?
La locura es una
condición del sujeto que estará con él toda su vida, como decía
Dalí una cosa es estar loco y otra es serlo. Lacan nos recordaba que
todos somos locos, pero los locos “normales” seriamos aquellos
que pudimos anudar algo en nuestra vida que nos permite sostenernos
de una manera ante sus bruscos embates, sin arrojarnos a los
márgenes. Se trataría de poder zurcir algo e intentar ayudar al
otro a zurcir ese algo que le permita sostenerse.
¿Cuando se habla del
otro a que nos referimos?
Habría que diferenciar
el otro (nuestro semejante, nuestro cotidiano) con el Otro (el que
nos precede, el del discurso). Sin el Otro no hay locura, surgimos
como sujetos de un Otro y la condición para que podamos hablar es
ese otro.
¡Que locura! Es como
para emparanoiarse...
La paranoia es lo que no
responde a ningún psicofármaco, la han hecho desaperecer tras la
etiqueta de trastorno delirante crónico, se han quitado la china del
zapato pero ha quedado el agujero. La histeria es otro ejemplo, es
una manera de estar en el mundo que va cambiando de forma con el paso
de los años, ahora se llama trastorno disociativo, trastorno
conversivo, pero sigue siendo lo mismo. Las fibromialgias, algunos
cuadros anoréxicos podrían ser nuevas formas de histeria. El hecho
de que algunos conceptos se hayan generalizado les ha hecho perder su
contenido real, es como la depresión que ahora mismo esta totalmente
vacía de contenido, estar triste, estresado, inquieto es estar
deprimido sin decir nada concreto del sujeto y de sus circunstancias.
El significante, la etiqueta, acaba por sustituir y ocultar la
realidad.
Vamos que como decimos
en Nikosia ¡¡las etiquetas son para la ropa!! Desde su experiencia
y conocimiento ¿como se podría reconocer a un loco?
Para mi la locura es una
manera distinta de estar en el mundo que esta condicionada y
construida sobre la certeza de algo inamovible. Hay una frase que
dice que la normalidad es la locura de todos y la locura es la razón
de uno. Sería aquello que es imposible compartir con el otro porque
tiene que ver con la certeza de uno, sin entrar en el terreno del
error o de la mentira o de la duda, sin poder salir de ahí.
Conozco muchos de esos
y no precisamente han estado tras los muros de un psiquiátrico...
Los peores muros son los
ideológicos, de los prejuicios, los mitos, aquellas ideas que
construimos. La locura no es una enfermedad en el sentido medico de
la palabra y definirla así tiene que ver con una postura ideológica.
Hoy en día se dice
que hasta las ideologías son líquidas. ¿Considera que en nuestra
sociedad padecemos de una profunda crisis de valores?
Estamos viviendo un
momento de transición los valores mas tradicionales están
evolucionando desde la evolución de la institución más antigua
como es la familia. Existe una perdida de valores por la forma de
gozar de cada uno, de este individualismo global con el que somos
bombardeados y desde el momento en que la violencia social pasa a un
primer plano, con los derechos del otro siendo pisoteados
constantemente. Por otro lado creo que nunca ha existido un
sentimiento solidario tan enorme como ahora.
Y en este marco tan
cambiante ¿hacia donde va la psiquiatría?
La psiquiatría va donde
está ahora. Si la religión y dios ha desaparecido la ciencia ha
ocupado su lugar. Tras el sueño de que la ciencia fuera capaz de
erradicar el sufrimiento humano, y si la locura es lo mas humano que
existe y es imposible de erradicar, deberíamos intentar mirarla de
otra manera. Si algo debiera ocurrir para nuestra especialidad es que
hubiera un resurgir del uso de la palabra en contra de la falacia de
la farmacología y su respuesta.
Muchos colegas suyos
la considerarían una nostálgica o una loca ante esta afirmación.
Para acabar esta entrevista. Si todos somos locos... ¿por qué
senderos transcurre su locura?
Estoy loca por los locos
(risas), me apasiona la locura y los habitantes de ese territorio. Mi
relación con ellos es muy normal porque se rige por la búsqueda del
trato en vez del tratamiento. Hay un profundo respeto y por tanto de
mi relación se desprenden momentos de risas, enojo, tristeza, lo
normal cuando te relacionas con personas, que al fin y al cabo es lo
que sois.
Muchas gracias y hasta
siempre.
6 comentarios:
Efectivamente, no es lo mismo trato que tratamiento.
Y parece que no se entiende o no se quiere entender que es muy diferente el uso del abuso, y basta que digas un "pero" o que los psicofarmacos no "curan" nada para que se entienda que eres un antipsiquiatra o un anti-químicos, o una especie de fundamentalista.
Creo que es sencillo: uso razonable.
Muy bueno.
Abrazos.
afortunadamente para la psiquiatría y para sus clientes, existen personas como Chus Gómez (vamos, que haberlas, haylas)
abrazote pal periodista
Yo tengo una pregunta para Chus Gómez. Chus Gómez, ¿en serio estás de acuerdo en que la escucha es lo menos agresivo? ¿Estás de acuerdo en que escuchar al paciente es lo que menos efectos secundarios tiene? ¿Para qué acude un paciente? ¿Para que le escuchen? ¿En serio? Tampoco es que seas Charlice Theron. ¿No irá el paciente a por una solución?
La búsqueda del trato. Escena I.
Chus Gómez: ¿Cómo te llamas?
Paciente: Tengo obsesiones en la cabeza, ocupo horas repitiendo las cosas que hago. Por favor, ¿puedes ayudarme?
Chus Gómez: Hagamos un pacto.
Paciente: No quiero pacto. Por favor, ¡duele!
Chus Gómez: ¿No quieres pacto?
Paciente: ¡No!
Chus Gómez: ¡Atenlo! Que no se diga que no intenté ser caballerosa.
Auluine ya te aviso de antemano que paso de contestarte. No voy a entrar en una discusion interminable contigo nunca mas. Ya me cansas, me aburres, me agotas y demás. En su momento decidire si llego a censurar tus comentarios. No me gustaría, pero si lo tengo que hacer no me temblara la mano. Asi que venga hasta nunca.
La búsqueda del trato. Escena II
Paciente:¿Y si no quiero construirme como sujeto ante ti?
Chus Gómez: Esfuérzate por caerme bien. Elige cuidadosamente las palabras para producir sensaciones en mí que tengan sentido.
Paciente: ¿Entonces se trata de que tengas tu experiencia?
Chus Gómez: ¡Atenlo!
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