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viernes, 27 de marzo de 2009

Mi libro favorito.




Me miras y...

leo en tus ojos,

más profundos que todos

los libros de metafísica del mundo

y a la vez, tan sencillos,

tan sumamente trasparentes.

Me miras

sin maquillajes,

sin más disfraz que la prudencia,

desnudos de hipocresía, que

el niño que vive en mi interior

entiende y conoce tu mirada,

como conoce o cree conocer que

uno más uno

es igual a dos.

Lo absoluto, si existe, se esconde

dentro del espejo con el que me miras

crece con exponencialidad matemática

nutriéndose de palabras y gestos

de momentos que se esfuerzan

por sobrevivir a la debilidad de nuestra memoria.

Porque me miras y todo está bien

y sino lo está

es el mejor de los principios

para la búsqueda de una solución.

Ahora mírame, así,

permíteme la entrada al salón donde

tu fuerza espanta los fantasmas y

dame cobijo al calor de tu seguridad.

Porque, al fin y al cabo,

en el libro de tu mirada

está la clave de mi paz y mi descanso,

mi despertar inquieto, mi alegría y

la incertidumbre de mis quebrantos.  

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