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sábado, 4 de mayo de 2013

EL SALTO.

El salto.


Justo saltó de su balcón un domingo a las tres del mediodía. Mientras caía vio a una pareja de ancianos compartir un flan de huevo. Observó durante un instante como en otro piso la televisión mostraba a la Plataforma de afectados por la hipoteca detener un desahucio. Vislumbró a una pareja de recién casados besarse sin temor, como si su beso fuera la materialización más pura de la ilusión. Seguía cayendo y su mirada cazó a una madre mientras amamantaba a su bebé, destinatario de un futuro incierto, pero que por derroche de esperanza no sería. Finalmente creyó distinguir a una mujer sola, sin ilusión, sin esperanza, como había estado él hasta el momento del salto. Fue entonces, en el instante justo de estrellarse contra el suelo, cuando supo que aún no quería abandonar este mundo.

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