Estudiar, ¿para qué?. Estudiar como objetivo abstracto, por sublime que sea, parece un objetivo vacío.
¿Por sus fines? no es un objetivo menos vacío en lenguaje político, progre, popular, etc. “Para asegurar el futuro de nuestros hijos” “Llevar a la Sociedad a la cima de la Justicia y el Bienestar” “Mejor en lo Público”. A cantidad de padres de familias la pregunta les asombraría, por estúpida. “Para que nuestros hijos vivan mejor que nosotros” . Sin respuesta el joven estudiante, impulsado a estudiar por algún tipo de necesidad, sin otra alternativa. Según la Institución preguntada. Unas para formar cierto tipo de persona, con cierto tipo de conducta o de creencias, para cierto tipo de sociedad. Otras, para todo lo contrario, dicen potenciar la libre expresión natural. Otras, sólo son un medio , para el fin de estudiar todavía buscan respuesta. Hasta, justificando su salario, el maestro más vocacional dice: “gozar formando ciudadanos”, “aprender de sus estudiantes cada día”, pues yo no le pagaría, más bien le cobraría.
Todo tan claro, como oscuro y confuso. ¿Pregunta abstracta o mal planteada?.
No. Creo que es acertada. Son las respuestas inadecuadas, más bien. Estudiar, hasta cierta edad, es mejor alternativa que la explotación infantil. Un lugar en la sociedad, estudiantes como clase, hasta la mayoría de edad. Es lo menos malo hasta que a alguien se le ocurra algo mejor. De entrada la pregunta sin un concreto abanico de respuestas alternativas, es una pregunta casi trampa. Peligrosa, desde un contexto de crisis como el creado en la actualidad, la pregunta ¿estudiar para qué?, sin una rentabilidad futura, si no vas a trabajar de lo que estudias, si no asegura un horizonte mejor en lo económico-social...Casi suena a extravagante tanto gasto, así que ahorremos y el que quiera estudiar que se lo pague. Total, ¡para acabar repartiendo pizzas!. Así, la única respuesta se acerca a estudiar como distintivo de clase, estudiar para el que se lo pueda pagar.
La respuesta puede alargarse hasta el infinito. Humildemente, sin pontificar nada, mi respuesta a ¿para que estudiar?. Sería suficiente, para que se dote a la persona de los instrumentos necesarios para satisfacer su apetito de saber, receptivo a la necesidad de conocer, durante el largo camino de toda una vida. Tanto para el saber especializado del erudito académico, sabio en lo suyo aunque ignorante del resto, pero socialmente necesario en la sanidad, la ciencia, la historia, la economía etc., mejor valorado profesionalmente; como para el saber particular propio del diletante, ese que nos llena la vida de inquietud por conocer pero que nunca satisface la curiosidad natural pues moriremos sin saberlo todo, donde se tiene un conocimiento de todo aunque sin saber de nada concreto. Una sociedad compensada, buenos profesionales específicos para lo específico, una mayoría no ignorante, con criterio propio de lo común, para lo comunitario. Una Sociedad de Personas que puedan ver y denunciar, en lugar de tragarse los mitos de nuestro presente, que se pueden resumir en tres fundamentales: el fundamentalismo científico, el religioso y el político. Una Sociedad donde el ama de casa, el pescadero, la ingeniera o el loco, puedan defender su opinión propia sobre el aborto o la libertad o la crisis financiera. Sin hacer el ridículo como ahora, que sólo hay ovejas que defienden, como propias, las tesis de sus amos: los políticos, los expertos, el sindicato, etc. opiniones manipuladas por otros, no nacidas de la propia y legítima crítica. Estudiar no como un saber acumulativo, sino para que las personas sean seguras en la crítica porque saben. Personas, y no ignorantes consumidores satisfechos, cuyo saber es rellenado por una mitología dogmática, religiosa o política, de un poder que los adiestra en sus valores para perpetuarse. Es más, se podría decir que estudiar sirve para acumular las razones necesarias para despreciar a mucha gentuza que de otro modo no podríamos despreciar con razón.
No parece una gilipollez afirmar que una respuesta adecuada y prudente, acaso la única, a la pregunta “¿educación para qué?” sería esta: para que los ciudadanos alcancen una formación que les permita plantear la pregunta ¿estudiar para qué? en sus justos términos y más aún, responderla.
Autor: Joan García, compañero y amigo.
¿Por sus fines? no es un objetivo menos vacío en lenguaje político, progre, popular, etc. “Para asegurar el futuro de nuestros hijos” “Llevar a la Sociedad a la cima de la Justicia y el Bienestar” “Mejor en lo Público”. A cantidad de padres de familias la pregunta les asombraría, por estúpida. “Para que nuestros hijos vivan mejor que nosotros” . Sin respuesta el joven estudiante, impulsado a estudiar por algún tipo de necesidad, sin otra alternativa. Según la Institución preguntada. Unas para formar cierto tipo de persona, con cierto tipo de conducta o de creencias, para cierto tipo de sociedad. Otras, para todo lo contrario, dicen potenciar la libre expresión natural. Otras, sólo son un medio , para el fin de estudiar todavía buscan respuesta. Hasta, justificando su salario, el maestro más vocacional dice: “gozar formando ciudadanos”, “aprender de sus estudiantes cada día”, pues yo no le pagaría, más bien le cobraría.
Todo tan claro, como oscuro y confuso. ¿Pregunta abstracta o mal planteada?.
No. Creo que es acertada. Son las respuestas inadecuadas, más bien. Estudiar, hasta cierta edad, es mejor alternativa que la explotación infantil. Un lugar en la sociedad, estudiantes como clase, hasta la mayoría de edad. Es lo menos malo hasta que a alguien se le ocurra algo mejor. De entrada la pregunta sin un concreto abanico de respuestas alternativas, es una pregunta casi trampa. Peligrosa, desde un contexto de crisis como el creado en la actualidad, la pregunta ¿estudiar para qué?, sin una rentabilidad futura, si no vas a trabajar de lo que estudias, si no asegura un horizonte mejor en lo económico-social...Casi suena a extravagante tanto gasto, así que ahorremos y el que quiera estudiar que se lo pague. Total, ¡para acabar repartiendo pizzas!. Así, la única respuesta se acerca a estudiar como distintivo de clase, estudiar para el que se lo pueda pagar.
La respuesta puede alargarse hasta el infinito. Humildemente, sin pontificar nada, mi respuesta a ¿para que estudiar?. Sería suficiente, para que se dote a la persona de los instrumentos necesarios para satisfacer su apetito de saber, receptivo a la necesidad de conocer, durante el largo camino de toda una vida. Tanto para el saber especializado del erudito académico, sabio en lo suyo aunque ignorante del resto, pero socialmente necesario en la sanidad, la ciencia, la historia, la economía etc., mejor valorado profesionalmente; como para el saber particular propio del diletante, ese que nos llena la vida de inquietud por conocer pero que nunca satisface la curiosidad natural pues moriremos sin saberlo todo, donde se tiene un conocimiento de todo aunque sin saber de nada concreto. Una sociedad compensada, buenos profesionales específicos para lo específico, una mayoría no ignorante, con criterio propio de lo común, para lo comunitario. Una Sociedad de Personas que puedan ver y denunciar, en lugar de tragarse los mitos de nuestro presente, que se pueden resumir en tres fundamentales: el fundamentalismo científico, el religioso y el político. Una Sociedad donde el ama de casa, el pescadero, la ingeniera o el loco, puedan defender su opinión propia sobre el aborto o la libertad o la crisis financiera. Sin hacer el ridículo como ahora, que sólo hay ovejas que defienden, como propias, las tesis de sus amos: los políticos, los expertos, el sindicato, etc. opiniones manipuladas por otros, no nacidas de la propia y legítima crítica. Estudiar no como un saber acumulativo, sino para que las personas sean seguras en la crítica porque saben. Personas, y no ignorantes consumidores satisfechos, cuyo saber es rellenado por una mitología dogmática, religiosa o política, de un poder que los adiestra en sus valores para perpetuarse. Es más, se podría decir que estudiar sirve para acumular las razones necesarias para despreciar a mucha gentuza que de otro modo no podríamos despreciar con razón.
No parece una gilipollez afirmar que una respuesta adecuada y prudente, acaso la única, a la pregunta “¿educación para qué?” sería esta: para que los ciudadanos alcancen una formación que les permita plantear la pregunta ¿estudiar para qué? en sus justos términos y más aún, responderla.
Autor: Joan García, compañero y amigo.
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