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martes, 8 de noviembre de 2011

RESPUESTA A ETIQUETADA. Prólogo a libro de Asha Cohén.

Hoy parecen lejanos aquellos tiempos en los que la mujer no era más que un instrumento, que debía estar dispuesta y preparada para lo que se precisara de ella. Su voz, sus sentimientos, su sensibilidad, eran la mayoría de las veces acalladas por el discurso oficial imperante. Un discurso patriarcal y machista, donde la misoginia era comúnmente aceptada y disfrazada por la norma tradicional.

Así las cosas el papel de la mujer era casi exclusivamente el de cuidadora. Cuidadora del marido, de los hijos, de los padres. Cuidadora de todos y todas, menos de sí misma; negandosele de este modo su derecho a decir, a sentir, a SER, en definitiva, lo que ella deseara.

En aquellos tiempos -no tan lejanos-, la educación, entendida como el cultivo y proyección de las posibilidades humanas, era cosa de hombres. Las mujeres quedaban relegadas sistemáticamente a un segundo plano. La filosofía, las ciencias, la literatura eran campos vedados para lo femenino, y ante los esfuerzos de unas pocas por hacerse oír, siempre existían modos de condenar sus derechos. Brujas, endemoniadas, zorras o locas eran los sustantivos más comunes con los que se etiquetaban a aquellas mujeres, durante el paso de los siglos. Palabras que, por desgracia, se siguen escuchando a día de hoy en más de un foro.

Hoy todo esto parece cosa del pasado y menos mal. Para mí, que soy un hombre, un joven escritor que apenas acaba de publicar su primer libro, me llena de orgullo poder reflexionar en voz alta sobre la singularidad de aquello que entiendo como lo femenino, y así participar de alguna forma en esta obra donde más allá de mis palabras, la feminidad se materializa en forma de relatos.

Las mujeres o la mayoría de ellas poseen una sensibilidad especial que las une con el mundo; no me parece casualidad que palabras como: mano, mirada, poesía, alma y justicia estén construidas en femenino. La mayoría de las mujeres que conozco reconocen, a veces sin saber muy bien porqué, que cuando peor están las cosas, cuando parece que la vida no pueda ir a peor, sacan fuerzas de no saben donde y luchan por los suyos, importándoles más su defensa que la victoria, cuidando más que no hayan bajas que la pura y dura imposición. Porque las mujeres tienden de forma natural a la comunicación, a la empatía, a la comprensión, a la cooperación, a la razón, que también son palabras en femenino, y se inclinan por la ternura como herramienta de unión, porque, disculpen mi vocabulario, imagino que piensan que luchar por la paz es como follar por la virginidad.

Ojala que en el futuro haya más mujeres como Asha y sus Divinas, que no oculten su inteligencia emocional y la voz femenina se haga valer cada vez más por sí misma, desde su singularidad, más allá de máscaras o complejos heredados del pasado; porque, quizás, la mejor receta contra la crispación, contra la impotencia, contra la negación, contra el conflicto, contra el hastío, sea mirar el mundo como esta mujer, es decir: con sensibilidad, con valentía, con delicadeza y naturalidad. Orgullosa y convencida de que más autentica será una mujer, cuanto más acerque a lo que soñó de si misma.

8 comentarios:

elburro dijo...

¿y no sería mejor olvidar cosas como "la singularidad femenina"? ¿por qué singularidad? ¿por qué sensibilidad especial? ¿con respecto a qué? ¿a la norma? ¿a la estadística? en todo caso parece que mejor sería dejar de jugar a la rarificación.
Saludos

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Hablar de singularidad no me parece mal, porque todos somos singulares, y por razones no generalizadas, pero que si determinan como la genetica, la educación, la cultura, etc, las mujeres tienen como grupo o como genero algo que los diferencia en este caso de mi (que es desde donde escribo, desde mi conocimiento, experiencia y singularidad) como hombre.

No creo que el camino este en obviar ni en rarificar, sino en respetar las diferencias y las singularidades. Este respeto creo, espero y confío que se respire o se proyecte -junto a una profunda admiración por el género femenino- de alguna manera en este prólogo.

Saludos

Paula dijo...

Lo que dice elburro es cierto, la sensibilidad femenina, de existir tal cosa, es algo cultural, nunca esencial. Considerarlo esencial es el camino más corto para que se nos devuelva al hogar, de donde muchos piensan que nunca debimos salir.
La esencia femenina es puro biologicismo, del barato.
Raúl, si tienes ganas de ser sensible, dulce, tierno, intuitivo, poético...y no lo eres, es porque no practicas.¿Qué sería lo que te impide practicar? ¿Quizá la propia consideración de que es algo esencial o singular de las mujeres?
Un abrazo

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Queridísima Etiquetada ni una cosa ni otra. Por supuesto que la singularidad es educacional y cultural, pero también genética, del mismo modo que existe una singularidad masculina cultural, educacional y genética. Es una cuestión de género. Ante tal marasmo de posibilidades que se me disparan al mirar la sociedad por la ventana, sigo abogando por el respeto hacia las singularidades. Ir a lo esencial me parece divertido más que útil, ya que de esencias, a pesar del paso de los siglos, pienso que no hemos avanzado mucho desde Platón.

La realidad es otra cosa y en mi opinión es inaccesible, mutable, líquida, aunque algo permanece, o eso nos parece en ocasiones, ¡que vaya usted a saber!

Y !Ah¡ Según mi adorable y querida Almudena soy sensible, intuitivo, dulce y tierno (hasta resultar empalagoso) empático y poético precisamente porque tengo mi lado femenino -mi ánima que diría Jung- mucho más desarrollada que ese animus o Manolo interior que todos hombres y mujeres llevamos dentro.


Un abrazote cielín!!

Paula dijo...

Sí, la genética dice que los tíos tenéis pelos y rabo, y las tías globos con posibilidad de bombo. ¿Algo más? ¿unos musculitos por aquí? ¿un botoncito mágico por allá? ¿Unas hormonitas modificablers con pastis?¿unos rabitos postizos y operables? Como maquinitas por la gran ciudad, educadísimos todos, cultísimos de la muerte con el interné y genéticamente pirados gracias al mal vivir de la contaminación (le epigenética es pa tó)
Me sorprende, a mi que no soy dulce, ni poética, ni nada de eso. El lado femenino es una cosa mu bonica como metáfora, pero me hace el favor de no me la mezclá con las batas blancas que me se rechinan los dientes.
fdo. Manolo (nada adorador de Esta realidad)

Paula dijo...

...y un abrazo, que ando embalada de un lado para otro y ya ni saludo, enferma de feminismo, lluvia y flamenco.

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Cielo ya veo que te rechinan los dientes... Crees que es pa tanto? Como te conozco se que es algo personal y lo respeto. Pero también te recuerdo que hay batas blancas y batas blancas. Una bata puede esconder una gran persona (como las que tu y yo conocemos) al final no es más que una prenda de ropa.

Por cierto a mi si me pareces dulce y sencilla, y supongo que tendras tus momentos de ternura con quien toca, e incluso a tu modo poética... Es algo tan amplio eso de la poesía... tan sumamente subjetivo, no te parece?

Y ah! que no se me olvide. Enfermos de esta realidad estamos muchos, unamos fuerzas ¡¡y no fanaticemos!! No crees que al final no importa demasiado el lenguaje o la expresión significante que utilizamos cuando los significados estan cargados de la carga simbolica de cada uno? Obras son amores que dice el refrán!! O por sus obras les conoceréis... que decía ese hippy barbudo... ¿como se llamaba? ah si Jesucristo!!

Abrazos enormes y nuestros mejores deseos, tierna, dulce y poética Etiquetada!!!

Paula dijo...

Cielo, aquí te va una explicación:

Batas blancas = metáfora del biologicismo.

Rechinar los dientes = Se me ofende la inteligencia

Fanaticemos = defecto de comprensión

Tierna, dulce y poética = Ahí va la hostia!

Un abrazo enorme, mis mejores deseos también para vosotros.