Sobre
las Vivencias de Profesionales Psi
y
sus Aportes
<<Un
modelo es importante, siempre que permita hacerse el propio>>
Carlos Castilla del Pino.
<<
Los intelectuales debemos mantener un escepticismo crítico ante
cualquier forma de poder>>
Ronald D. Laing.
Hace
muchos años un profesional afincado en Zaragoza me dijo:
<<la
elección de la profesión es por algo>>.
Yo
era un muchacho desorientado que venía de estudiar Químicas por
satisfacer el deseo de mis padres, esto es, que yo perteneciera a los
hombres de ciencia. Mis padres son médicos orgánicos y
estandarizados en los postulados de la medicina basada en la
evidencia, también en relación a la salud mental.
Antes
de comenzar la Licenciatura de Psicología había leído libros de
literatura, filosofía y psicología. Recuerdo a Herman Hesse, James
Joyce, Franz Kaffka, Ernest Hemingway (me fascinó Por
quién doblan las campanas),
Virginia Woolf, William Shakespeare; Nietzsche y Marx, como fenómenos
críticos y, por otro lado, Pavlov, Skinner, Goleman y otros
representantes de la ciencia basada en la evidencia. A Freud me lo
habían pintado como una especie de gurú chiflado, con todo el
respeto a los gurús, esta idea de Freud
es un legado social transmitido por la ciencia. Cuando reposaba,
escribía y reflexionaba en el Monasterio de Piedra, Ronald D. Laing
dijo: <<La ciencia ha destruido el mundo>>. Mi impresión
era de desapego, tal vez mi sensación general también lo fuese.
Recuerdo que acudía por obligación de mis superiores, esto es, mis
padres, a las clases de Químicas. Entre tanto me presenté por un
amigo a un examen de Estadística y empecé a introducirme en los
Manuales de la Licenciatura de Psicología. Recuerdo leer
absolutamente fascinado, con una voracidad insaciable. Aquello era
algo relacionado con lo que andaba buscando. Comprender lo que había
vivido, lo que estaba viviendo. No obstante, esos libros de
Psicología General eran algo huecos.
Comencé
a estudiar con mucho interés, dedicación y pasión. Recuerdo que
tenía una vaga sensación de extrañeza con respecto a mí mismo y
trataba de encontrar el Santo
Grial,
a lo Indiana Jones, a través de esas lecturas. Como me había
señalado aquel profesional. Recuerdo que disfruté especialmente
estudiando Sociología; fue una de las asignaturas en que saqué
matrícula, aunque el único efecto que obtuve fue ahorrar a mis
padres un dinero. No tuve elogios ni muestras de afecto. Debía
satisfacer el narcisismo de mis padres. Claro, que en aquella época
no podía dar nombre, ni significado, a esa vivencia de vacío.
Al
mismo tiempo, comencé haciendo prácticas con un psicólogo
conductista, experto en adicciones. Dedicaba muchas horas, muchísimas
más de las necesarias. Allí, tuve la oportunidad de presenciar como
co-terapeuta sesiones de psicología conductista. Todo se basaba en
la modificación de conducta y en el empleo de cuestionarios
diagnósticos que yo debía corregir e interpretar. Así estuve
cuatro años. Dormía poco, tenía que estudiar. Sentía mucha
presión y ese psicólogo me enseñó algunas cosas importantes. Sin
embargo, el enfoque que él proponía me pareció, más tarde, vacío,
algo que no conectaba de una forma significativa con la persona. Es
una forma de mercadotecnia de la Psicología. Debería estar contento
de haber tenido esa oportunidad que me abrió puertas a estudiar
libros de Psiquiatría, visualizar grabaciones de sesiones (recuerdo
que entonces me impactó una persona con un Trastorno de Identidad
Disociativo). Conocí a más psiquiatras, a psicólogos que
practicaban la hipnosis y a un numeroso grupo de profesionales con
los que alguna vez comí. Sentía que estaba compartiendo mesa con
personas muy importantes.
Me
apuntaba a más asignaturas de las que pertenecían al curso, porque
iba con ciertas urgencias. Mi propósito era acabar cuanto antes la
carrera y marcharme de casa. Como muchos jóvenes, pero probablemente
con una motivación añadida de carácter imperioso.
Tuve
un episodio desafortunado en lo emocional que me hizo perder un
curso, aunque acabé terminando en los años estandarizados. Ese
episodio me llevó a conocer a un psicoanalista, derivado por el
profesional del hospital donde estuve ingresado siete días con sus
siete noches. En el informe de alta me daban por desahuciado y me
derivaban a ese profesional psicoanalista porque era la única
terapia que podía tolerar. Salí en un estado algo lamentable y me
recibió esa persona. Fue un auténtico tormento. Aprendí mucho, fue
una experiencia enriquecedora, transformadora, radicalmente
virulenta. Ahora soy amigo de aquel psiquiatra que entonces yo veía
como un monstruo.
Los
profesionales que me habían atendido hasta entonces eran todos
psiquiatras, porque mis padres pensaban que los psicólogos no saben
tanto. Bien, dado el modelo psiquiátrico español, pueden imaginar
que el tratamiento no fue precisamente psicoterápico sino
“pastillero”. Por poner un ejemplo paradigmático del
establishment
puedo citar a Enrique Rojas, camarada del Opus Dei y escritor de
refritos
de autoayuda, pobre de mí, he leído un par de ellos. El que yo
elegí daba buena cuenta de mi situación: se titulaba ¿Quién
eres?.
El segundo me lo regaló años después una médico que estaba
satisfecha con el trabajo que yo estaba desarrollando con las
personas que me derivaba para psicoterapia. Éste segundo libro es
relativamente reciente: Adiós,
Depresión.
Entretanto,
trabajé en lo que se suele llamar desafortunadamente reformatorio.
Lo compatibilizaba con mis primeros pasos en la profesión y aprendí
mucho de los chavales. No obstante, no estaba cómodo en ese formato
carcelario, porque entonces ya tenía formación psicoanalítica y
vocación humanista. Recuerdo que un día dije a uno de los más
brillantes profesionales del centro: <<Si me leo el libro de
Foucault: Vigilar
y Castigar,
me marcho de aquí>>. Me acabé marchando, no encajaba. Y no
había leído el libro en ese momento, solo lo empecé, fue
suficiente. Para colmo, recuerdo a una entrañable paciente que me
dijo: <<se te ve muy cansado>>. Esto fue un signo más
que me estimuló más a marcharme y centrarme en mi verdadera
vocación: atender a personas, no medicarlas hasta las cejas y
encerrarlas. Para ser justo, también se hacían cosas muy hermosas.
Todavía le pongo a mi mujer en el coche un disco que un muchacho
gitano grabó en el centro con unos profesores de música. Gritaremos
Libertad,
cantaba ese chaval de padre heroinómano.
Posteriormente,
tras mi pasada y metabolizada Metamorfosis,
a lo Gregorio Samsa, trabajaba siguiendo los postulados
psicoanalíticos técnicos de Etchegoyen, Bleger y la inspiración de
Sigmund Freud, Melanie Klein, Anna Freud, Donald Winnicott, John
Bowlby, Paul Watzlawick, Gregory Bateson, Ronald D. Laing, Thomas
Szasz, Otto Rank, Sándor Ferenczi y un largo etcétera. No obstante,
sentí que algo no funcionaba. Estaba adoptando una doctrina que para
mí, no era natural; no me sentía cómodo conmigo mismo, no me
sentía auténtico. Recuerdo que escribí: <<El psicoanálisis
es un falso
self
en beneficio del paciente>>.
Tras
muchos años de análisis, rebeldía, tortas y besos, a partes
iguales, me despedí de aquel terapeuta que acabó siendo un padre
bueno y que me ayudó entre otras muchas cosas al Proceso
de convertirse en Persona,
como dice un texto fundamental de Carl Rogers, dicho en otros
términos: una
transformación del Self.
También me despedí de una Institución Psicoanalítica. Mi
formación había sido ecléctica o como prefiero denominar
Integradora, con profesionales de Madrid y Zaragoza, de diferentes
orientaciones.
Conocí
a un nuevo psiquiatra (otra vez un psiquiatra, ya les iba cogiendo el
punto). La experiencia con él se asentaba en los cimientos que
habíamos construido mi anterior analista y yo. Esa base produjo un
Nuevo
Comienzo,
feliz expresión que está indisolublemente unida al cambio en mi
enfoque en la praxis. Ya no seguí un modelo, sino que creé el
modelo a mi medida en función del paciente, como bien me indicó uno
de mis supervisores, siendo auténtico, genuino y consecuente con mi
personalidad y manera de entender la clínica y lo más importante,
al ser humano. Deseché teorizaciones especulativas, imaginativas y
decimonónicas para entender el psicoanálisis desde la sociedad
actual. Esto me llevó a acercarme a la Psicoterapia de Maslow, el
citado Rogers, a Fritz Perls, a Erich Fromm, al popular Bucay, quien
me enseñó el valor narrativo y metafórico en psicoterapia, a
Victor Frankl, a John Bowlby, a Boris Cyrulnik, a Mary Ainsworth y
posteriormente, cuando ya estaba curado,
surgió el movimiento de la psicología positiva de Martin Seligman.
En realidad, hasta hace poco no ha trascendido y, cabe añadir, que
no se le ha dado (todavía) la importancia de lo que transmite
Seligman. El objetivo de la Psicoterapia Positiva es la curación, no
paliar o contribuir a que la persona sea funcional estrictamente,
sino ayudarle a que tenga una actitud optimista y a que conquiste el
bienestar y la felicidad. La actitud optimista me sirvió para
reinventarme y cambiar mi manera de trabajar. Matizaré que, también
estaba influido del eclecticismo de mi terapeuta. Con eso que llaman
ahora “neuronas espejo” o dicho de otra manera identificaciones
cruzadas,
seguí investigando con una emergente curiosidad: la conquista de la
felicidad. La brillante Alejandra Pizarnik decía: <<Aun si
digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué
deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo>>.
Mi
vivencia me llevó al análisis de las biografías de algunos
profesionales que me llenan desde mi segunda transformación
del Self.
Luis Rojas Marcos es un hombre muy conocido y al que se le atribuye
mucho prestigio y profesionalidad. Estuvo trabajando duro durante el
atentado de las Torres Gemelas del 11-S y se ha hecho un hueco
importante en Nueva York, como docente y clínico. Es un
representante de la psicología positiva y un gran divulgador que
escribe libros más bien de ensayo que de autoayuda. Eso a las
editoriales no suele agradarles, mucha gente quiere recetas mágicas,
como el after-shave
que utilizo por las mañanas. Luis Rojas Marcos comenta en su libro
La
Autoestima
sus primeras andanzas por la vida. Él fue un niño difícil, muy
movido, inquieto, no se concentraba. Le expulsaron de varios
colegios, sus padres ya no sabían qué hacer con él. Se sentía muy
mal. Un buen día llegó a un colegio de niños rebotados
y
conoció a una profesora-tutora que le entendió y desde entonces
encontró el camino con ese soporte afectivo fundamental para la
resiliencia.
A los 25 años se fue a Nueva York para estudiar e investigar acerca
del nuevo concepto que le ayudó a dar sentido a sus experiencias
infantiles: la Hiperactividad. A partir de ahí siguió trabajando
duro, con gran inquietud intelectual y ganas de ayudar a sus
pacientes. En el libro Convivir,
explica que tuvo otra experiencia que le llevó a cambiar su manera
de abordar la clínica. Se divorció y, al poco tiempo, se dio cuenta
de que pasó de tener en su consulta una silla a tener dos.
Martin
Seligman, el padre de la psicología positiva que sentó las bases de
su enfoque en su discurso como presidente de la Asociación de
Psicólogos de Norteamérica en 1999, ha ido desarrollando sus tesis
en base a su enfoque empírico.
Él es el pionero del concepto de la Indefensión
Aprendida,
un modelo para entender la depresión que tiene que ver con que la
persona deprimida se siente impotente, incapaz de escapar de la
situación que está viviendo. Tras los experimentos con perros del
Dr. Solomon y después de luchar contra el enfoque conductista
gobernado por Skinner, cambió su orientación hacia la psicología
aplicada. Dice que en ese laboratorio de Solomon había una atmósfera
de tedio y hastío. Además no le gustaba experimentar con animales a
los que se les daban descargas. En Aprenda
Optimismo, leemos:
<<Casi todos hemos pasado alguna vez por una depresión y
sabemos cómo envenena nuestras vidas>>. Una grave enfermedad
de su padre y la reacción emocional que le supuso, comenta en ese
mismo texto, le llevó a estudiar la profesión, convertirse en
psicólogo y encontrar una analogía entre lo que le pasó a su padre
y lo que experimentaban esos pobres perros. Recomiendo la lectura de
sus libros, en especial La
Vida que Florece.
Para los que prefieran algo más relacionado con la autoayuda, sin
serlo stricto
sensu,
recomiendo leer Aprenda
Optimismo,
donde hay escalas para valorar la actitud optimista o pesimista,
entre otras muchas cosas.
Victor
Frankl estuvo en tres campos de concentración. Su libro fundamental
es El
hombre en busca de sentido,
hace años publicado como Un
psicólogo en un campo de concentración.
Llegó a escribir un texto para una publicación de Freud, pero se
dio cuenta de que no le gustaba demasiado el modelo del descubridor
del Inconsciente, la importancia de la sexualidad y el trabajo. Erich
Fromm (1900-1980) dice que Freud fue un mojigato
que
inventó una teoría en función de la sociedad victoriana a la que
pertenecía y que si Freud viviera en la sociedad actual, no
desarrollaría esas teorías. Victor Frankl entiende que la persona
necesita dar un sentido, un significado a su vida y construir un
proyecto existencial. Un organigrama de vida. Es el pionero de la
Logoterapia.
Boris
Cyrulnik también estuvo en un campo de concentración; allí perdió
a toda su familia. A los 6 años pudo salir de ese lugar al que Freud
llamó, en Más
allá del principio del placer,
<<Thanatos, la pulsión de muerte>>. En palabras de Erich
Fromm, Adolf Hitler fue un <<narcisista maligno>>.
Cyrulnik estuvo en orfanatos y casas de acogida hasta que una familia
le adoptó, le dio cariño, apoyo, sostén emocional y, en definiiva,
le nutrió de ese necesario aporte afectivo para poder resetearse,
reinventarse
y, lo que es más importante, tener una nueva oportunidad para Ser.
Estudió Neurología, Psiquiatría y Psicoanálisis. Esa formación y
vivencias le condujeron a popularizar y divulgar el concepto de
resiliencia,
una
palabra tomada del campo de la Física, como ocurre con estrés.
La resiliencia
tiene que ver con la capacidad de la persona para recuperar y mejorar
su yo original después de una vivencia traumática. Como ocurre con
la pelota de tenis que cae al suelo y al tomarla en la mano tiene de
nuevo su forma redonda.
John
Bowlby es el revolucionario psicoanalista que inventó la Teoría
del Apego, muy
aceptada en la comunidad científica; algo que es poco frecuente
cuando esa teoría viene de un psicoanalista. En su biografía
explica que lo que le llevó a estudiar la importancia de los
vínculos y pérdidas afectivas fueron sus vivencias infantiles. Veía
a su madre solo una hora al día, fue criado por una institutriz y
pronto le internaron en un colegio. A partir de ese momento luchó
con el déficit que podemos entender de narcisismo, esto es, del
natural aporte afectivo de unos padres hacia el niño para construir
una buena autovaloración.
Mary
Ainsworth, psicóloga estadounidense, tras su amargo divorcio y la
depresión que, según su propio relato, le provocó esta ruptura;
decidió en 1960 estudiar a fondo la reacción de niños de 2 años
frente a la presencia y ausencia de sus madres mientras jugaban en
una habitación. Casi una década más tarde llegó a la conclusión
de que los pequeños podían clasificarse en tres grupos. Uno se
comportaba siempre con seguridad y confianza; el segundo lo componían
niños ansiosos, aprensivos y temerosos cuando las madres se iban y
el tercero lo formaban los pequeños que jugaban por su cuenta y
permanecían emocionalmente distanciados e impertérritos cuando las
madres desaparecían. La forma de comportarse de los humanos depende
de factores objetivos y subjetivos, conscientes e inconscientes. Las
investigaciones posteriores a las de Ainsworth han encontrado muchas
similitudes. En la actualidad se suelen distinguir cuatro grupos de
adultos con respecto a sus estilos de relación: seguros, ansiosos,
elusivos y desorganizados.
Carl
Gustav Jung fue un paladín del Psicoanálisis, confidente, amigo y
colega de Freud , pero con quien tuvo también desavenencias.
Probablemente, por el narcisismo de Freud y la manera revolucionaria
de pensar de Jung. Jung tuvo serios problemas emocionales, una vida
un tanto caótica, con períodos de intensa depresión, e incluso de
desintegración. Todo esto lo pueden leer más al detalle en su obra:
Recuerdos,
sueños, pensamientos.
Sándor
Ferenczi fue denominado por Freud enfant
terrible.
Tras haber sido, como Jung, un colega que alimentaba el narcisismo de
Freud, rompió con la línea que proponía el padre del Psicoanálisis
y desarrolló una terapéutica y teorizaciones nada convencionales.
Un ejemplo paradigmático sería el análisis
mutuo.
Con este concepto hablaba de la posibilidad de que el paciente
analizase al analista durante el psicoanálisis. Esto rompía los
moldes del encuadre psicoanalítico y todos los principios técnicos
y teóricos. Fue acusado de loco por los adeptos a Freud.
Carlos
Castilla del Pino fue coetáneo de López Ibor, el ilustre
psiquiatra español del franquismo. Castilla del Pino fue denominado
el psiquiatra
rojo.
Esto le llevó a Córdoba, donde desarrolló su clínica, sus teorías
y formó a muchos psiquiatras y psicólogos. Probablemente es el
mejor psiquiatra de la historia de España en cuanto a su producción
teórica, técnica y literaria. Un hombre con un gran abanico de
yoes,
un hombre polifacético, versátil en el mundo de la ciencia. Todas
sus obras son geniales. Desgraciadamente, alguna gente le conoce por
el fracaso que tuvo como padre, por los suicidios y adicciones de
algunos de sus hijos, con el estigma social que eso conlleva.
Primero, ser rojo, luego, ser mal padre. Tal vez, Castilla del Pino
fuera “esquizoide”, como tercer estigma. Dicen aquellos que le
conocieron que <<se le notaba algo raro>>.
Era esquivo con los hombres y más cercano con las mujeres. En su
obra póstuma, Aflorismos,
dice: <<la intimidad es opacidad>>. Son 844 aforismos
relucientes y geniales que denotan su brillantez intelectual y donde
se proyecta su personalidad. Allí, un lector avezado se dará cuenta
de lo que expreso.
En
conexión afectiva con este referente, tengo que citar unas palabras
de Ronald D. Laing, en una entrevista al diario El
País.
En la entrevista le preguntaban sobre López Ibor en relación a un
artículo que escribió contra los antipsiquiatras. Laing contestó:
<<Me complace que un hombre como el doctor López Ibor
desprecie lo que hacemos porque eso quiere decir que nuestras teorías
no tienen nada que ver con lo que él practica con sus pacientes”.
También dijo que él no es antipsiquiatra, que los antipsiquiatras
son aquellos que drogan, dan descargas y encierran a sus pacientes.
Ronald
D. Laing
colaboró con John Bowlby, Donald Winnicott y Charles Rycroft.
Trabajó,
entre otros lugares, en el Instituto Tavistock, hasta 1964.
Desarrolló comunidades terapéuticas como el Kingsley Hall, donde
las personas con esquizofrenia(s) desarrollaban una regresión para
crecer de nuevo. Influenciado por la obra de Otto Rank, escribió El
trauma del nacimiento.
También publicó un libro con una paciente con esquizofrenia que él
había curado llamada Mary Barnes. Laing dijo que <<los
científicos han destruido al mundo>>. En otra entrevista del
diario El
País,
del 1 de octubre de 1980, la periodista dice lo siguiente: <<Es
difícil entrevistar a este hombre, que aparenta unos cincuenta años
bien llevados y que no mira a los ojos cuando habla. Entre citas a
Merleau-Ponty y Jacques Monod, comenta el objetivo de su nuevo libro:
«El
mundo de hoy necesita ser destruido en la teoría y en la práctica.
En este momento estamos en posición de hacerlo totalmente, pues en
la teoría ya ha sido destruido por los científicos. Mi
libro trata fundamentalmente de las vivencias, del mundo de las
auténticas vivencias que ha sido abolido por cifras y cantidades">>.
Eduardo
H. Grecco es un terapeuta argentino muy prolífico que lleva más de
veinte años estudiando la bipolaridad. Sus obras más significativas
son las siguientes: La
Bipolaridad como Don
y Despertar
el Don Bipolar.
Cuando Grecco habla de la bipolaridad, lo hace en un sentido muy
amplio. Por ejemplo, en Despertar
el Don Bipolar,
el subtítulo es Un
camino hacia la curación de la inestabilidad emocional.
Tras leer estas dos obras e investigar su pensamiento, creo que con
bipolaridad se refiere también a trastornos relacionados con la
oscilación como el Trastorno Límite o de Inestabilidad Emocional.
Grecco especifica que la bipolaridad es un problema del carácter.
Este profesional es bipolar. El Dr. José Luis Cabouli, en el prólogo
al libro mencionado, dice: <<Cuando Eduardo afirma que sabe con
el pensamiento, con el alma y con el cuerpo de qué habla, es verdad.
Doy fe de que Eduardo ha descendido a lo más profundo de sus
infiernos por sí mismo. Ha entrado en su propia oscuridad, ha
abrazado la sombra y ha regresado a la luz rescatando su propia alma
y conquistando su tesoro. Eduardo logró, finalmente, lo que Orfeo no
pudo hacer con Eurídice>>.
Cuando
estaba terminando este trabajo me acordé de Marsha Linehan: la
creadora de la DBT para tratar el Trastorno Limítrofe. Lo que
descubrí me reconfortó, como era de suponer, no soy ni mucho menos,
el único. Los profesionales Psi comentan estas cosas,
haciendo una intervención ferencziana. Cuando conocí y leí
a Marsha Linehan me impactó el rigor, la seriedad, la forma
involucrada con la que trataba estos casos. Ella, junto a otro genial
terapeuta y teórico del Trastorno Borderline: Otto Kernberg,
son conocidos por ser firmes, rigurosos en su técnica y al mismo
tiempo cercanos y empáticos. Oírlos hablar es algo formidable para
los profesionales de los Trastornos de Personalidad. Esto me hace
recordar aquel profesional que veía como un monstruo. Me dijo que la
mayoría de profesionales que trabajan tienen rasgos o trastornos de
personalidad. Y, a su vez, esto se conecta con una de las primeras
frases de este trabajo: << la elección de la profesión es
por algo>>.
Una paciente de
Linehan, al observar ciertos signos familiares le preguntó sobre
ello, Linehan dijo: <<¿Quiere saber si he sufrido?>>.
<<No,
Marsha”, respondió la paciente, en un encuentro la primavera
pasada. “Me refiero a si es una de nosotros. Como nosotros. Porque
si lo es, nos daría a todos gran esperanza>>.
<<Eso
lo hizo>>, dijo Linehan, de 68 años, quien hace poco contó su
historia en público por primera vez ante un grupo de amigos,
familiares y médicos en el Institute of Living de la clínica
Hartford, donde la trataron originalmente por retraimiento social
extremo a la edad de 17 años. <<Tantas personas me han pedido
que hable y sólo pensé: bueno, tengo que hacerlo. Se los debo. No
puedo morir como una cobarde>>.
Nadie
sabe lo que se puede encontrar cuando comienza un proceso de búsqueda
y crecimiento personal. Estas palabras de Linehan resultan
esperanzadoras, tal y como pensó aquella paciente de Linehan.
Estos
ejemplos, solo unos pocos de los muchos que podrían mencionarse,
representan de manera clara la conexión entre biografía y
desarrollo de la persona; sus motivaciones y lo conocido por todos
como autoestima, desarrollo del autoconcepto, identidad, mismidad
(condición de ser uno mismo) y creaciones teóricas y orientación
clínica en el profesional de la salud psi.
Estos pensamientos son herederos de lo que Castilla del Pino enseñó
a los terapeutas españoles en una época donde no se daba
importancia al sujeto. Para Castilla del Pino, la única forma de
comprender al sujeto es inscribirlo dentro de su biografía. También
enseñó que para aprender psicología y psiquiatría había que leer
a los clásicos. Quiero dejar abierto este artículo para que sigan
creciendo (independientemente de la edad), transformándose y
pensando por sí mismos. Les dejo con Alejandra Pizarnik, una maestra
de terapeutas y otras personas.
"Recuerdo
mi niñez
cuando yo era una anciana
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis
manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón.
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos".
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón.
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos".
Rodrigo
Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta,
Zaragoza,
19 de Mayo de 2012.
Email.:
rcordobasanz@gmail.com
Twitter:
@PSICOLETRA
<<Hay
que avergonzarse, sí, pero solo de lo debido>> Carlos Castilla
del Pino: “Aflorismos”.
<<Yo
era un tesoro escondido y deseaba ser descubierto: por eso creé la
creación, para ser conocido>> Antiguo aforismo sufí.
Bibliografía:
- Carlos Castilla del Pino: “Aflorismos. Pensamientos Póstumos”. Tusquets. 2011, Barcelona.
- Carlos Castilla del Pino: “Pretérito Imperfecto”. Tusquets. 2003, Barcelona.
- Carlos Castila del Pino: “Casa del Olivo”. Tusquets. 2004, Barcelona.
- Carl Gustav Jung: “Recuerdos, sueños, pensamientos”. Seix Barral. 2008, Barcelona.
- Erich Fromm: “El Arte de Escuchar”. Paidós. 2012, Barcelona.
- Donald W. Winnicott: “Obras Completas”. RBA. 2008, Barcelona.
- Donald W. Winnicott: “Realidad y Juego”. Gedisa, 2008, Barcelona.
- Luis Rojas Marcos: “La Autoestima”. Espasa. 2011, Madrid.
- Luis Rojas Marcos: “Convivir”. Punto de Lectura. 2009, Madrid.
- Martin E.P. Seligman: “Aprenda Optimismo”. Debolsillo. 2011, Barcelona.
- Martin E.P. Seligman: “La Auténtica Felicidad”. EdicionesB. 2008, Barcelona.
- Martin E. P. Seligman: “La Vida que Florece”. Ediciones B. 2011, Barcelona.
- Eduardo H. Grecco: “La Bipolaridad como Don”. Kairós. 2010, Barcelona.
- Eduardo H. Grecco: “Despertar el Don Bipolar”. Kairós. 2012, Barcelona.
- Hector Juan Fiorini: “El Psiquismo Creador”. Agruparte. 2007, Vitoria-Gasteiz.
- Agustín Vidaller: “Costas Perfumadas”. Trea. 2005, Gijón.
- John Bowlby: “El Apego”. Paidós. 1998, Barcelona.
- Franz Kaffka: “La Metamorfosis”. Losada, 2003, Barcelona.
Fuentes:
4 comentarios:
¿Rodrigo es otro que quiere vender un libro? "Yo era un muchacho desorientado que venía de estudiar Químicas por satisfacer el deseo de mis padres".
"Tuve un episodio desafortunado en lo emocional que me hizo perder un curso, aunque acabé terminando en los años estandarizados"
Vaya. Rodrigo era un muchacho desorientado. Bien, yo también estoy desorientado. Pero no puedo ir a la universidad ni estudiar químicas.
¿Qué me diferencia de Rodrigo?
Rodrigo tuvo un episodio desafortunado en lo emocional. A saber qué demonios significa eso. Porque al mismo tiempo, dice que logró terminar en los años estandarizados.
La biografía al final sirve de poco.Rodrigo dice que ha tenido un episodio desafortunado, que era un muchacho desorientado, habla del narcisismo de sus padres y de no sé que cosas mas.
¿Y al final? Al final resulta que va a la universidad.
Así que me quedo con escalas de actividad global, descripciones de la conducta y menos biografía.
Auluine cada uno se queda con lo que quiere y/o puede, ¡¡faltaría más!!
Un saludo
Sólo en un mundo de hombres sinceros es posible la unión.
CARLYLE, Thomas
Este artículo está hecho con el corazón, en el obvio abusos físicos y otras cosas que no vienen a cuento, terminé a tiempo sí, pero porque cogía los años previos asignaturas de cursos posteriores. Respeto lo que digáis. Soy un representante de "El Lado Oscuro" ;)
Hola.
Auluine, ¿no crees que hay que estar más abierto a las posibilidades? Creo que lo he dicho, te pones trampas.
Bien que sabes indignarte a veces, no me cabe que no puedas aprovecharlo para "organizarte".
Por lo demás, mucho éxito al coautor del blog con su libro.
Un saludo.
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