Hay mañanas en sombra
con sabor a arena y agua con gas.
Mañanas que uno vuelve a la vida
sin consciencia de haber nacido,
como si la vida fuera tan sólo
ir muriendo lentamente con cada amanecer.
Cuando el sol ilumina el patíbulo, el
café
no basta para mirar adelante, las
cenizas,
las nieblas, los tejidos que envuelven
un cuerpo enmarcado en la nada
descarnan las muñecas mientras una voz
te sugiere
que no luches contra los nudos,
que son de cristal. La melancolía
huele a café frío
las mañanas en que uno despierta a la
vida
más muerto que vivo, con las huellas
de los gritos
rajando las paredes y una rosa marchita
llora abrazada a la espiga de trigo.
En esas mañanas desnudas ante el
espejo
las lágrimas muestran un paisaje
que nunca más volveré a contemplar.
3 comentarios:
No luchar contra los nudos porque son de cristal. Eso me lo quedo pa´mis cortapegas vitales. Magnifico. Tomate un ratico pa´revolcarte por el barro y luego a LEVITAR como siempre.
Abrazos.
"En ocasiones, incluso en los momentos más oscuros, puede esperarse que amanezca el amor",
decía un personaje ¿de ficción?
Un abrazo compis!!
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