-Pues como os decía, yo es que no lo entiendo, en serio.
-¿Qué no entiendes, cielo?
-Pues como puede la gente comportarse de según que formas.
-Chica, a tu edad no sé de qué te sorprende. Ya tendrías que saber que si algo no falta en este mundo son bichos raros.
-Marcus tiene razón. Sin ir más lejos, el otro día, mientras esperaba en un semáforo vi a un tipo, un indigente, dirigiendo el tráfico. El hombre estaba en medio de la calzada, bien firme, moviendo los brazos con diligencia, más digno que muchos guardias urbanos.
-Se habría pasado con el Don Simón. Ya lo dice el refrán: quien bebe según que vino acaba ido.
-O no, quién sabe, quizás el tipo estaba recordando viejos tiempos, es un mito eso de que todos los indigentes son borrachos.
-Bueno la cuestión es que alguien debió avisar a la policía, porque una pareja se personó en el cruce antes de que el semáforo se pusiera en verde. El hombre, después de asegurarse de que todo estaba en orden, les tendió la mano para saludarles y uno de los agentes le respondió con un empujón que lo tiró al suelo. Después el otro lo esposó y se lo llevaron hasta la acera, ¿y queréis saber lo mejor?
-¿Qué?
-En el momento preciso en que salieron los tres de la calzada, un quillo de esos del chumba chumba que iba como loco por el carril bus se saltó el disco en rojo y chocó contra una furgoneta de reparto urgente.
-¡Ostia!
-Sí, ostia, y de las buenas.
-Bueno ¿y qué pasó después?
-Que el sonido de los claxon me avisó de que el semáforo se había puesto verde y me quedé sin saber el final...
-Resulta irónico que en esta historia: el loco sea el único que haga algo de provecho por los demás.
-¿A mí la pregunta que me asalta es quién estaba más loco de todos?
-En fin... Como decía antes Marcus, no se de qué nos sorprendemos...
-Pues yo sí que creo que debemos sorprendernos. Malo será cuando ya nada nos sorprenda. Hoy en día, con todo el bombardeo de información que recibimos por todos lados parece que lo insólito exija otra vuelta de tuerca, un más difícil todavía y no tiene porque ser así. Creo que lo insólito no se esconde tanto en el suceso, sino en la sensibilidad del observador.
-Eso es muy poético Laura.
-Poético o no, me parece cierto. Mira los poetas...
-No me hables de poetas Laura, por favor...
-¿Jimena qué te pasa a ti con los poetas? Siempre creí que te gustaba la poesía.
-Y me sigue gustando. No tengo ningún problema con la poesía, ni con la mayoría de los poetas. Sólo tengo problemas con uno.
-¿Te refieres a Adrián?
-Obvio que me refiero a Adrián.
-¿Y que ha pasado, siempre fuisteis buenos amigos?
-Pues que no le entiendo. Simplemente, no me explico como alguien que escribe de esta manera puede llegar a ser tan impresentable.
-Sí, a veces resulta difícil sostenerle.
-¿Difícil? Eso es poco. Escuchad su última hazaña.
-Cuenta, cuenta...
-Resulta que el gran poeta lleva más de un mes que no escribe más de dos versos seguidos. Precisamente el mismo tiempo que llevamos viéndonos, por así decirlo, de forma más íntima.
-¡¡¡¡Tíiiiaaa, ¿Estás liada con Adrián?!!!!!
-Sí, lo único cierto en esta relación es que un lío.
-¿Cómo no me lo habías contado?, soy tu mejor amiga.
-Bueno Laura te lo está contando ahora.
-No es lo mismo Marcus.
-A ver Laura, no te lo he contado hasta ahora porque pensé que sería cosa de una noche.
-De todas formas creo que merezco ser la primera en enterarme de una cosa así.
-Laura, mi amor, tienes que dejar de ver tantos programas de prensa rosa.
-Marcus, tú no te metas.
-A ver Laura... Eres mi mejor amiga, pero esto no me obliga a contarte todas y cada una de mis experiencias sexuales. Tengo derecho a cierta privacidad, ¿no te parece? si quisiera que os enterarais de todo lo que pasa por mi cama, lo colgaría en el facebook para que pudierais comentarlo.
-Te imaginas... Si colgaras fotografías o videos para apoyar tus comentarios tu perfil tendría más seguidores que el de Scarlett Johansson.
-Muy gracioso Marcus. ¿Puedo contaros ya lo que quiero contaros? Y Laura, por favor, te recuerdo que tú tampoco me contaste que estabas con Marcus hasta que vi como le metías la lengua hasta la campanilla en mi propio lavabo.
-Vale, sí, perdona. Es que... No sé, me he sentido muy extraña, al saber que estabas con Adrián.
-Cariño, ni que estuvieras enamorada del gran poeta.
-No vayas por ahí, Marcus. Perdona Jimena cuéntanos lo que quieras.
-En fin... Lo dicho, un mes de sexo ha resultado igual a un mes sin poesía. ¿Estamos?
-Sí, sí.
-Bueno, pues anteayer me llamó muy nervioso, quería hablar conmigo cuanto antes. Yo me asusté, como es lógico, no me dio más explicaciones, y ya sabéis que es un tipo de lo más calmado, así que pensé que algo realmente grave había sucedido. Fui a su piso lo más rápida que pude y me lo encontré sucio y desaliñado, con unas ojeras profundas como platos soperos. Le pregunté que pasaba y el tipo me dijo que llevaba dos noches apenas sin dormir. Dos noches en las que no dejaba de pensar en el porqué de aquella crisis creativa. Y que al final había llegado a la conclusión de que la culpa era mía. Yo le escuchaba y alucinaba. Según él, yo era tan buena en la cama, que le estaba robando su energía vital. Nunca le había pasado con otra mujer, así que su explicación era que en mi interior se escondía una especie de vampira-chupasangre-y-medio cachonda.
-¿Y qué le dijiste?
-¿Qué le voy a decir? Pues que yo supiera lo que siempre le había chupado era otra cosa.
-Total, que ya no estáis juntos, ¿no?
-Que va, el muy cabrón no me dijo que dejáramos de vernos, lo que me pidió es en fin... No sé si debo contarlo.
-Ahora ya no puedes echarte atrás Jimena, no haber empezado.
-En fin... Me dijo, que después de pensárselo mucho... Había llegado a la conclusión de que esta especie de maleficio desaparecería si me veía montándomelo con otra mujer. Según él sería una especie de acto psicomágico que le devolvería la inspiración.
-¡Que hijo de puta asqueroso! Espero que le dijeses que no. Una petición así es intolerable. ¿Le dijiste que no, eh Jimena?
-No le dije ni que sí, ni que no.
-Jimena, como amiga tuya te exijo que le digas que no, eso es una guarrada perversa. Si un hombre me pidiera algo así, lo tendría claro conmigo.
-¿Puedo hacer un comentario?
-Sí, Marcus, por favor.
-A mí me parece algo mucho más perverso que asqueroso. Una relación sexual entre dos mujeres no es algo horrendo, para muchas mujeres es algo legítimo y bello, y es más, para los hombres es una de las fantasías sexuales más recurrentes. Otra cosa es que según percibo, lo que quiere Adrián es situarse por encima de ti. Al tipo lo debes haber hecho sentir muy inferior en vuestras relaciones. Esta es su forma de devolverte al lugar donde han estado siempre las mujeres para él, como objeto de sus deseos. Yo no te voy a decir lo que debes hacer, pero... En fin, en mi opinión el amor es otra cosa.
-Jimena, te lo suplico, dime que te vas a negar a hacer eso.
-Uff, estoy hecha un lío. Pienso igual que Marcus, pero no sé, puede que me haya enamorado de él o yo que sé. No quiero adelantarme a los acontecimientos.
-Jimena te está utilizando, hace lo mismo con todas las mujeres. Sé muy bien de lo que hablo.
-Laura, ¿estás llorando?
-¿Por qué lloras mi amor?
-¡Dejadme en paz!
* * * *
-Disculpadme, me he comportado como una histérica.
-No pasa nada cariño. ¿Estás mejor?
-Sí, creo que sí. Necesito beber un poco de agua.
-Camarero, un agua mineral, por favor. ¿Tú quieres algo Jimena?
-Una cerveza grande.
-Camarero, traiga también una cerveza grande y un café solo.
-¡Marchando!
-Chicas, tengo que hacer una llamada, os dejó un par de minutos.
-Ok.
-Laura ¿estás mejor?
-Sí, un poco mejor.
-Tú también te liaste con Adrián, ¿no?
-¿Yo?
-Cielo, soy tu mejor amiga, no me puedes engañar. Te conozco mejor nadie.
-Sí, estuve con él. Nos enrollamos mientras tú estabas en París. Nunca se lo he contado a nadie, ni siquiera a Marcus.
-¿Y que pasó?
-Pues lo mismo Jimena, lo mismo que contigo. Me enamoré de él, de sus poemas, me parecía alguien diferente, alguien que iba a contracorriente. Mira a tu al rededor, toda la gente que está en esta plaza me parecen iguales. Adrian me pareció diferente desde el principio. Es un hombre tan extraño... Tan cariñoso y a la vez tan huraño, me pareció tan frágil como si pasara de puntillas por la vida. Y además están sus versos, esos que maldice y destroza tantas veces. Esos que a mi me parecían tan enigmáticos, tan inquietantes y a la vez tan bellos. Recuerdo que en su momento estaba convencida de que hubiera hecho cualquier cosa por aquella relación.
-¿Y lo hiciste?
-Me contó que, nunca, ninguna mujer había sido capaz de colmar sus expectativas como hombre. Pero que conmigo era diferente, me veía tan valiente, tan decidida, tan vital. Según él, cuando estaba conmigo entendía el motivo de porque se había hecho poeta.
-Eso es muy hermoso Laura.
-Sí, lo es. Pero de repente un día me convirtió en uno de esos poemas que tantas veces destrozaba y me violó. Fue horrible.
-Imagino cielo. Lo siento mucho.
-Después de eso desaparecí. Me marché dos meses a Cádiz, a casa de una prima mía. Cuando decidí volver me enteré de que Adrian había publicado su primer libro: Las dos caras de la luna, no sé si te lo has leído...
-Sí, lo leí, me gustó mucho.
-Gracias a ese libro ganó varios premios literarios. Había logrado lo que siempre había deseado. El reconocimiento de toda la comunidad. Ni te imaginas lo que suponía para mí, leer sus opiniones sobre la violencia de genero en los diarios.
-Lo debiste pasar fatal.
-Sí. Lo único que ha conseguido salvarme del suicidio ha sido encontrar a Marcus.
-Es un buen tipo.
-Sí, un buen tipo. Un hombre sencillo, amoroso, trabajador y bueno.
-Ahí viene.
-Hola amor, ¿estás mejor?
-Sí, un poco mejor.
-Señores: un agua por aquí, un café solo por allá y la cerveza para esta preciosidad.
-Gracias.
-¿Chicas, habéis llegado a un acuerdo sobre lo de Adrian?
-Creo que sí. ¿No te parece Laura?
-Sí, que no hay mayor loco, que aquel que se cree totalmente cuerdo.
-Interesante sentencia, cariño. Luego si quieres me explicas que significa.
-Es muy simple, cielo. Que te quiero, que te quiero con locura.
3 comentarios:
Que bueno. Un perfecto ejemplo de como se delega la responsabilidad de los actos en los otros.
La culpa es del poeta que me hizo creer esto o lo otro, que cabrón.....Noooo, la culpa es de quien quiere creer porque de esa forma se cumplen sus objetivos, consigue lo que quiere. El no asumir esto, sería dotar de demasiado poder, poder que no tiene ni puede tener, al poeta (n este caso), al político o al estafador.
Un abrazo.
grande.
la poesía le poseía.
pos eso.
marvellous
muy bueno.. muy bueno...
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