¿Recordáis este chiste? Dios llama a Adán y le dice:
- Hijo mío, tengo una noticia buena y una mala.
- La buena primero – contesta Adán.
Dios responde:
- Te voy a hacer dos regalos, un cerebro y un pene.
- ¡Fantástico! ¿Y la mala?
-Que no tienes suficiente sangre como para hacer funcionar los dos al mismo tiempo.
Feminismos a parte... me parece que, a día de hoy, ser humano, o intentarlo, se basa en un dilema parecido ya que hagas lo que hagas siempre dejarás una parte de ti sin completar. Parece que como el bueno de Sísifo, cuando hemos llegado a la cumbre, nos veamos con la divina obligación de volver a subir la misma montaña. Como si nunca estuviéramos contentos, como si esta vida fuera en realidad un camino de espinas, donde aunque sigas adelante o te quedes quieto solamente quede sufrir, a la espera de algún buen momento.
Llevo días envuelto en una nube de dudas. Y nunca mejor dicho lo de nube, porque no consigo ver más allá de la densa niebla que me acompaña. Es como si de repente, por algún extraño sortilegio, todo me diera una enorme pereza. ¿Cómo encontrar un hilo del que estirar cuando tú mismo podrías reducirte a una pequeña y embrollada madeja? Pero la cosa no es tan grave, nada de eso. Lo único que me falta es un objetivo claro, una meta hacia la que conducir mis deseos, una idea, en definitiva, que me atraiga lo suficiente como para lanzarme con todo el equipo. Es posible que con las buenas noticias que estoy recibiendo últimamente se me haya subido un poco el “éxito” a la cabeza, con lo que la presión por seguir en el mismo nivel -y, a ser posible, subir un poquito el listón- por un lado me estimula y por otro lado me aterra. Es una época de contradicciones, una época bipolar en la que lo que realmente me apetece es seguir disfrutando del pequeño fruto de mi trabajo, para después poder reír, sí, reír, de lo chorras que podemos llegar a ser al tomarnos la vida tan en serio.
En un relato que escribí hace un par de años definía mis vínculos con la literatura como una relación vampírica. De alguna forma mi corpus de escritor o eterno aprendiz se podría reducir a vivir parasitariamente del juego literario. Necesito comprobar como cada palabra se engarza con la siguiente en una sucesión armónica, como si con cada palabra de la que me desprendo, construyera aspectos nuevos de mi personalidad, como si desnudándome lentamente ante el folio en blanco, en realidad vistiera mi cuerpo con ropas que esperaban escondidas en algún estante del desván. Quizás como vástago de la tradición literaria, me encuentre en uno de esos momentos de tribulación, de crisis creativa. Momentos en los que lo mejor que puedo hacer es lo que estoy haciendo, escribir sin pensar mucho en lo que escribo, con la única intención de definir o fijar un presente, para darme cuenta de esta forma que la situación no es tan grave, que lo único que necesito es tener un poquito de paciencia (o pax-ciencia, que diría Jesús).
La inminente etapa navideña tiene mucho que ver con este estado de sopor que me acompaña. Los proyectos están ahí, pero me veo obligado a postergarlos hasta pasadas las fiestas. La radio también está ahí, pero ya no me estimula como antes, porque en cuestión de un mes la literatura ha pasado de ser (para mi entorno) un trabajo, superando así la etiqueta de afición, hobby o fantasía que siempre la había acompañado. Es aquí donde se esconde la raíz de mis temores y la presión añadida a la que me estoy sometiendo: en mi entorno. Me he pasado la mayor parte de mi vida intentando estar a la altura, ser aceptado y porque no admirado por éste. Ahora que creo estar tan cerca de conseguirlo, sin además haber sacrificado mis sueños, me pregunto: ¿seguiré estando a la altura, mantendré esta posición que tantos años me ha costado conquistar? Preguntas absurdas.
Si hiciera ahora mismo una encuesta a la mayor parte de mi familia y amigos estoy casi seguro que me dirían que la literatura está muy bien, pero que si me quieren, que si de alguna forma me admiran no es por lo que escribo sino por aquello que soy cuando estoy con ellos. Alguien simpático, afable, cariñoso, comprensivo, sensible y tragón.
Es por todo esto que pienso que el éxito no es más que una botella de Moet&chandon, de lo más insípida si no tienes con quien compartirla. Como dice el chiste:
Éxito es …
A los 3 años: No mearse
A los 6 años: Recordar lo que hiciste en el día.
A los 12 años: Tener muchos amigos.
A los 18 años: Tener carne de conducir.
A los 20 años: Tener relaciones sexuales.
A los 35 años: Tener mucho dinero.
A los 50 años: Tener muchísimo dinero.
A los 65 años: Tener relaciones sexuales.
A los 70: Tener carne de conducir.
A los 75: Tener muchos amigos.
A los 80: Recordar lo que hiciste en el dia.
A los 85: No mearse.
8 comentarios:
No te presiones cariño, lo estás haciendo muy bien y has emprendido un buen camino. Tenlo por seguro.ALMU.
Creo que el temor, o al menos el desasosiego, que cuentas es normal. A veces a mí también me asusta cuando todo va bien... como pensando ¿ocurrirá ahora algo malo? Cosas del pensamiento mágico...
Disfrutemos de los buenos momentos, como creo que hacemos.
Un abrazo
Almu a ti ya te daré las gracias en persona y como mereces.
Jose si hay que disfrutar, como estamos haciendo. De alguna manera "mágica" escribir este texto me ha despejado. Extraña manía la mía la de reflexionar en voz alta (aunque sea en internet). Que le voy a hacer, soy así, y me funciona. Un abrazo y gracias por los consejos, que nunca están de más.
Me gustasn tus reflexiones. A mí también me hacen reflexionar.
Un abrazo y Feliz Navidad, a pesar de la Navidad.
Ay, qué pena me das...(jajaja)
A mi me pasa con la pintura, y con la mitad de éxito. También me doy mucha pena...si es que no somos ná.
Un abrazo campeón, a seguir dando pena, y más que hubiera.
Bueno Raul. Si creo que de cuerdo queda algo en mi es precisamente por el hecho de que no me tomo muy en serio, ni cuando fracaso, ni cuando tengo éxito. Va todo en el pack de humano, así que viniendo de donde viene, la cosa no es para tomársela nunca a pecho.
Además es todo un embrollo. El exito o el fracaso, para quien, para que, cuando, de donde, en que....
Si, hace falta mucha pax y mucha ciencia. Y si, las cosas siempre se joden, antes o después.
Hay algo en lo que me esfuerzo mucho porque soy consciente de que me cuesta reaparar en ello. Disfrutar el camino. He descubierto que conseguir los objetivos no tiene puta gracia, salvo que
disfrutaras mientras caminabas hacia ellos. Procuro tenerlo presente, porque lo que son oportunidades para caminar, me van quedando siempre menos.
No deberias, según mi criterio, y perdoname por favor el atrevimiento, de exigirte creatividad, ya que corres el peligro de convertir algo que te gusta y que te divierte, algo que es un juego, en un puto coñazo, en algo vulgar, en un trabajo. Y creo que perderia su esencia y por tanto su interés y su gracia.
Un abrazo.
Gracias a todos por comentar. Amaia me gusta que reflexioneis conmigo. Etiquetada eh que sí que damos muchísima pena? jajajajajaja Un placer charlar ayer contigo preciosa. Jesús... que decir... que tienes razón y que se intentará. Sólo te digo que no me exijo creatividad... no sueño con escribir la GRAN OBRA del s.XXI, sino que me exijo sentarme delante del ordenador y que salga lo que a esta cabezota mía le de la gana. Me exijo el trabajo o si prefieres la dedicación, siempre lo he hecho. Por eso de que si viene la inspiración que me pille trabajando. Yo disfruto escribiendo ya sea un cuento o una reflexion como ésta. Llevo demasiado tiempo escribiendo como para saber que esto no es más que un juego y que si vale la pena es porque invita a jugar a los lectores ya sean amigos o desconocidos. De todas maneras gracias nene, en lo esencial estamos de acuerdo.
Abrazos a tutty plen
Te advierto de que dejas sólo el post con el aforismo del final y te queda de lo más contundente y pinturero :)
(no me dejan ir a dar palos a Barna en enero, jo: tendremos que vernos en otra ocasión)
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