Para la mayoría de españoles Radio La Colifata es esa gran desconocida que aparece, en ocasiones, en televisión. Un grupo de locos y locas encerrados tras las tétricas paredes del hospital Borda de Buenos Aires, que se reúnen en el jardín para hacer un programa de radio.
Hace cuatro años, tuve la suerte de visitarlos y ser participe del espectáculo más lúcido que he visto nunca. Hugo López, ese colifato que se reinventó a sí mismo a través de los micrófonos, consiguió ponerme la piel de gallina con este discurso (más o menos reconstruido por mi percepción y mi memoria): Muchos estamos aquí porque hemos perdido la esperanza en el ser humano, porque detrás de estos muros, de esta radio, sólo encontramos horror y sufrimiento; sólo injusticia, miseria y soledad. Yo, desde aquí, quiero hacer un llamamiento a todos aquellos que me están escuchando. Puede ser que el mundo esté enfermo, que agonice la humanidad de pura ceguera, pero no hay imposibles; si un hombre ha sido capaz de llegar hasta la luna, ¿qué no podremos conseguir, entre todos, si permanecemos unidos, si nos comunicamos, si somos, a pesar de nuestras diferencias, más humanos?
Que gran verdad, Hugo. El dilema, al menos para mí, está en qué podemos considerar realmente humano. Cuando al expresidente de Estados Unidos, Abraham Lincon le preguntaron cual debía de ser la altura (moral) de un hombre, respondió con ingenio: la altura de un hombre debe de ser la justa como para que sus pies toquen el suelo.
2 comentarios:
Como supongo que no eres Jesuita, ni que te ha podido la fé, supongo que te refieres a mi. Te lo agradezco Raul.
Lo intento, lo intento. Pisar el suelo digo.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Sí, era para ti. Me alegro que te gustara.
Un abrazo.
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