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lunes, 8 de julio de 2013

Momentos...



Hay momentos que te asaltan
como un timbrazo a media noche
o un fuerte estallido durante la verbena de San Juan.
Momentos en los que el estupor, deja sitio a la sorpresa
ésta hace hueco a la perplejidad, para que después inevitablemente
se instale el alivio o el miedo, en forma de incertidumbre magmática,
como reflejo fiel de nuestra tremenda fragilidad.

Hay momentos en los que el vacío viste de oscuro la mirada
y pareciera que no existe asidero ni balsa a la que aferrarse en
la desolada deriva por las ruinas de nuestra soledad.
Y uno se mira en el espejo y no se ve, y si se ve no se reconoce, y si se reconoce
llora como un niño perdido en medio de la multitud, reclamando una compasión
suplicando una clemencia, que los adultos no tenemos ni con nosotros mismos.

Hay momentos en cambio que la rueda de la vida
-o ese destino en el que me niego a creer-
nos reserva otras sorpresas mucho mas agradables. Y tras la cortina de
humo de un dialogo improvisado una mirada nos atraviesa
y se fija en la boca del estomago haciéndonos cosquillas con cada parpadeo.
Momentos en los que el deseo aviva un fuego que se creía extinguido
y hacia él arrojamos el miedo, la duda, la inseguridad neurótica, el desaliento
para ver si así dejan de joder de una vez. Tras ellas van las ilusiones
las fantasías y los sueños, para que con estos ingredientes juntos -y a fuego lento-
se vaya cocinando la esperanza.
Son situaciones, en definitiva, en las que todos los seres con corazón
nos reducimos a la cárcel de un animal sediento de palabras y anatomía,
porque más allá de un fin en si mismo, lo mejor del amor, como en el caso del arte,
es que es un camino que sólo existe mientras lo vas caminando.

2 comentarios:

pere dijo...

Se te nota inspirado Raúl, diría que vas bien encaminado ...
abrazote,

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Gracias crack. No me olvido de ese proyecto que tenemos que empezar. Abrazaco!!!