Páginas

lunes, 23 de mayo de 2011

TU VOLUNTAD NOS DA VALOR.




El pasado jueves a primera hora de la mañana me uní a la concentración de BCN, en Plaza Catalunya. De camino hacía el centro sólo tenía un par de cosas claras: quería apoyar desde dentro (o desde fuera en la calle) todo este movimiento y lo pensaba hacer de forma activa, útil, trabajando en lo que hiciera falta. De esta forma, con la ayuda de una amiga y compañera que se había unido a la comisión de cocina (y más que nada para poder tener a alguien de urgencia a quien acudir en el hipotético caso de que allí se hiciera poco más que pasar las horas) llegué a la asamblea de cocina ataviado con mi americana y pregunté: ¿se puede echar una mano? No hizo falta más. Pocos minutos después me deshacía de la americana y me arremangaba la camisa. Había mucho trabajo que hacer.

En un par de horas entre unas 15 personas habíamos levantado la cocina, organizado el almacén, los pucheros empezaban a humear y la gente se nos acercaba con hambre y curiosidad. Nadie me dijo que debía hacer, salió de mí, del goce que me produce estar de cara al público (han sido muchísimos los años en los que mi trabajo se basaba en esto) así que allí estaba yo invitando a la gente a que se refrescara con un zumo, con un poco de agua. Recibiendo las bolsas con comida que muchos, muchísimos barceloneses anónimos e ilusionados nos traían con la esperanza de que estuviéramos ahí mucho tiempo, de que aguantáramos, de que consiguiéramos darle la vuelta sino al sistema al menos a la forma en la que éste funciona. Por poneros un ejemplo muy simple:

-Muchas gracias señora. Se lo agradecemos de corazón. -Le digo a una mujer -seguramente jubilada, que ha cruzado la ciudad cargada con un carro de provisiones para los acampados.

-No me des las gracias joven, somos nosotros los que os estamos agradecidos, ya era hora de que salierais a la calle, ya era hora.

Este es un ejemplo que se repitió constantemente durante las tres jornadas en las que estuve allí. Personas que sin saber muy bien qué es lo que queríamos o sabiéndolo perfectamente, personas indignadas, personas que hartas de un sistema que quizás a ellos no les atente, pero que son personas con un claro sentido de la solidaridad, personas quizás con hijos y nietos, y que percibían con precisión como se habían erosionado los derechos por los que ellos habían luchado y habían corrido delante de los grises, personas que recibían nuestra llamada y que bajo el lema: TU VOLUNTAD NOS DA VALOR, se animaban a participar de aquella gran fiesta de la democracia. Personas al fin y al cabo, muchas personas con hambre de cambios, de reformas, y para las que este movimiento espontáneo, social, político, apartidista, que aparecía cuando nadie lo esperaba, que crecía exponencialmente, alimentado por tantas ilusiones, por tantas esperanzas como las suyas, significaba un espacio de posibilidades, un lecho donde pudiera fluir el río, una nikosia para una sociedad enajenada de tanto abuso de poder.

Foto: www.saragossa.cat


Cuando los pucheros estaban listos nos disponíamos a dar de comer. Para los que nos han acusado de falta de organización sólo les invito a reflexionar con una pregunta: ¿Es posible alimentar a mas de 30.000, sí, habéis leído bien, 30.000 personas a lo largo de tres días sin estar organizados? Sí, es posible, sólo se necesitan tres pilares fundamentales en toda organización: diálogo, respeto y voluntad. Cuando estos tres conceptos se engarzan la cadena de posibilidades rueda a gran velocidad. Paella, macarrones, ensaladas, bocadillos, fruta fresca, bollería, agua, zumos, cafés, eran ofrecidos al respetable durante 14 horas seguidas. No sólo alimentábamos a los que estábamos allí trabajando, también lo hacíamos a los que estaban allí de paso, de visita, a los que por cosas de la vida no solían llevarse un plato caliente a la boca, a la prensa, etc. Plaza Catalunya, como Plaza del Sol, como el resto de las 163 ciudades españolas donde se reclamaba un futuro mejor, era un hervidero donde la gente trasladaba las conversaciones de sobremesa sobre política y sociedad a la calle, a la plaza pública, donde siempre debían haber estado, de donde nunca debían haber salido, porque es en la calle donde los cambios pueden ser posibles, donde la gente comparte con desconocidos sus cuitas e inquietudes, donde el debate pasa de lo virtual a lo real.

Los tres días en los que he colaborado haciendo lo que fuera han pasado. Me había ganado un pequeño descanso. El sábado por la tarde, el agotamiento y las ganas de abrazar a Almu me podían. Ayer día de elecciones descansé. Hoy con los resultados en las primeras páginas de todos los rotativos a muchas personas les puede quedar la pregunta si todo esto de las acampadas va a continuar, si ha servido para algo, cuál debe ser el siguiente paso en la lucha. Tal y como yo lo veo el trabajo ya se ha empezado a hacer. Ya se están poniendo en marcha asambleas vecinales, asambleas de barrios, espacios y foros donde compartir y donde alargar esta esperanza que tanto bien nos ha hecho a la mayoría. El siguiente paso sera organizar esas asambleas de forma que acaben siendo un altavoz de la voluntad del pueblo. Islandia y sus volcanes están lejos, rugen, pero cada vez están más cerca.

Por mi parte en un rato vuelvo a Plaza Catalunya. Aún queda mucho por hacer.

1 comentario:

Raúl Velasco Nikosia dijo...

Que te voy a decir...que aunque nos hemos visto poco estos dias, me siento muy orgullosa de que participes en la movida de Plaza Catalunya. Llega una edad en la que tenemos libertad para elejir donde queremos estar y tu eleccion ha sido correctisima, has aportado tu granito de arena para construir ubna montaña bien alta y fuerte. Sigue asi mi guerrillero!!

ALMU,