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viernes, 20 de septiembre de 2013

Pachamama. By Joan García.

Vivimos tiempos extraños. Tiempos paradójicos donde se solapan las verdades y las mentiras. Tiempos de Crisis, donde la económica sólo es la punta del iceberg. Lo llaman también la Era de la información, que por exceso puede ser la de la desinformación. Es por lo que se hace más necesario que nunca dedicar un tiempo a la reflexión, para separar verdades y mentiras, para hacer la digestión y una vez evacuada la mierda sobrante, abrir los ojos y ver con claridad lo que acontece. Lo que acontece con nuestras vidas. Pero ¿son nuestras?.

Lo serian si fuéramos seres libres, pero no podemos porque no tenemos Poder. El Poder es simplemente eso el que puede, es dueño de su vida pues nadie puede sobre él. Quien no tiene libertad para Poder es esclavo y su amo será el que determine su vida toda: sus ideas, opiniones y actuaciones.

Según el Poder, vivimos en el menos malo de los sistemas, pero que desnudo de toda palabrería vemos que su único objetivo es mantener los privilegios de las clases dominantes a costa de la explotación de todo lo que las rodea, personas, animales, recursos naturales, etc. Esto es: el Capitalismo. Sometidos y educados culturalmente en la tradición judeo-cristiana por el poder religioso durante milenios, se ha propagado una concepción del mundo de manera silenciosa que es absorbida incoscientemente por el pueblo y que permite la implantación de un sistema económico basado en la explotación y de un sistema político basado en la concentración de poder, sin mayor resistencia por parte de las clases explotadas y dominadas.

Políticamente, el capitalismo es un sistema patriarcal, representado por el Estado. Que asume las funciones que, según él mismo, las personas no son capaces de realizar por sí mismas, obviando que el Estado está dirigido por personas con las mismas limitaciones. Anula la libertad de las personas, para librarlas del poder de ejercerla. Otorga derechos y libertades varias, pero regulados por infinidad de leyes, previo pago de impuestos. Y para cualquier acción se le debe pedir y pagar permisos, licencias, etc. que el Estado tiene el poder de conceder...o no. Además de someternos tiene el poder de imponernos impuestos. Instaura un sistema representativo para alejar a las personas de nuestro rol como animales sociales, que es la práctica de la política en su concepto más puro. Y su aparato ideológico ha conseguido que renunciemos a nuestras responsabilidades en la construcción del mundo que queremos y que dejemos de pensar por nosotros mismos.

Económicamente clasifica cada elemento del planeta en función de su valor de cambio, de lo que el mercado dice que vale, independientemente de su utilidad para la mejora de las condiciones de vida. Este tipo de relación con los productos y las mercancías aparta del campo visual el proceso productivo, repleto, en la mayoría de los casos, de crímenes contra la naturaleza, los pueblos soberanos y los trabajadores.

Culturalmente nos han hecho creer que estamos en el zenit de la evolución, que todo es progreso. Venimos de una tradición judeo-cristiana, que se considera superior, por ello asume sus valores y creencias como universales a imponer a toda la humanidad. Para tal fin no ha dudado en aniquilar todo conocimiento antiguo, todo saber tradicional, toda verdad incómoda, manipular la historia con dogmas y creencias...resultando hoy un antropocentrismo prepotente que cree ser el resultado cumbre de una evolución lineal, de unos ancestros cavernícolas salvajes e idiotas. Cuando cada vez hay mas evidencias arqueológicas de que la verdad es otra, y está más que demostrado que hubo civilizaciones antiguas organizada socialmente y avanzadas tecnológicamente que cuestionan toda cronología oficial.

Hoy se cree dogmáticamente en la ciencia como un poder objetivo y neutral, que cuantifica con incontestables números todo. Sin pensar por un momento en los elementos cualitativos esenciales para vivir bien. Para el progreso de la civilización occidental, la Naturaleza sólo es materia muerta, muda, inane. Una creación de dios a nuestro servicio para ser conquistada y explotada, de la cual sólo extraer bienes materiales. Ajena a lo humano.

Así las cosas, las pequeñas brechas en este sistema son reparadas por unos mecanismos de control que forman parte del mismo aparato político-económico-ideológico. Abarcan desde organismos internacionales, pasando por los medios de comunicación y sistemas educativos, hasta las fuerzas armadas y del orden, que no dudan en utilizar cuando fallan los anteriores. La suma de todo esto permite imponer sus reglas de juego basadas en la hegemonía del mercado y la búsqueda de plusvalías al margen del interés social. El valor del capital es mayor que el valor del trabajo y la acumulación es estrictamente necesaria para el mantenimiento del sistema. Sobre esta base es imposible la construcción de una sociedad libre, equitativa y sostenible.

Por eso cualquier iniciativa que busque un cambio hacia una sociedad mejor, a través de una propuesta estructurada, viable y sustentable, debe ser invariablemente anticapitalista o reproducirá los mismos esquemas.

No se trata de idealizar tiempos pasados, pero desde luego hay muchos puntos rescatables de la relación con la naturaleza que mantenían nuestros ancestros. Mirando a nuestro alrededor microscópicamente, hasta ese mundo cuántico de átomos donde hay más vacío que materia, donde el mundo de cosas claramente definidas y delimitadas se desdibuja ¿donde empieza una cosa y termina otra?. Parece ser que los límites de una persona no están en la piel. No hay yo ni tú, ni entre personas ni entre naturaleza y personas. Reflexionando, tomando conciencia sobre la totalidad del mundo se nos hará obvio el debido respeto a la naturaleza y al uso de sus recursos.

Este cambio, evolución, o revolución tendrá que echar la vista atrás y recuperar la cosmovisión del mundo basada en la naturaleza. Explicar la naturaleza a través de la propia naturaleza, aplicando la ciencia para el conocimiento. Construir nuestro planteamiento social, económico y cultural sobre la libertad del ser humano y el principio de igualdad, y sin olvidar que todos somos parte de un todo, de la madre tierra, de la pachamama, de la ñuke mapu, de gaia, de atabey, de mahimata, de gea, de amalur, de anann,..., de nosotros mismos.

1 comentario:

surcos dijo...

Grandes reflexiones.