Páginas

jueves, 26 de abril de 2012

Dos tazas de ¿Esquizofrenia?


Llevo días muy triste. Parece ser que estoy medio deprimido. A todo esto se le suma el hecho de que con mi psicoanalista entre otras cosas estoy intentando conciliar ciertos sucesos pantanosos de mi pasado dentro de mi biografía. El problema es que la teoría que yo manejo sobre los hechos en cuestión choca con las creencias de mi entorno, como si hablar de ciertas cosas, por el fango que las envuelve, fuera como abrir la caja de Pándora o el preludio de una tormenta. En mi entorno hablar de estas situaciones es equivalente a delirar y para mi resulta un esfuerzo doblemente tremendo intentar armar ese capítulo de mi historia que tanto dolor me ha causado desde entonces.

Yo por supuesto tengo mi teoría. Una teoría alimentada de recuerdos que intento analizar como si fueran la clave de todo un enredo psicótico.

Vamos a la exposición de los hechos. Durante mi infancia, mi adolescencia y los primeros años de mi juventud, era un tipo extremadamente inteligente y creativo. Con muchísima facilidad para construir historias utilizando distintos lenguajes. Hablar conmigo resultaba en no pocas ocasiones un abanico de posibilidades, ya que conseguía resolver con inusitada facilidad los enredos narrativos con los que se encontraban algunas personas (alguno de ellos famosos) y que a bien de compartir me confesaban, ante la unica intencion, por mi parte, de echarles una mano. Yo quería ser escritor. Y hay que decir que escribir lo que se dice escribir, no escribía prácticamente nada, a pesar de que mi psicoanalista en aquellos tiempos insistía e insistía en que escribiera lo que fuera, pero escribiera. Me manejaba con muchísima más habilidad en el lenguaje hablado, directo y cara a cara. Mis años de universidad los estaba empleando precisamente en indagar sobre los procesos narrativos, desde la novela o el relato, al cine o documental. Leía y leía, veía cine como un animal. Todo aquel esfuerzo formativo esperaba que algún día diera sus frutos en forma de aquella obra publicada y soñada. Pero ese día no llegaba. El consumo de Cannabis se dobló, afectando a mis roles sociales. Algo se estaba gestando en mi mente que acabaría por partir mi vida, algo en forma de insatisfacción absoluta ante la enorme frustración que sentía como creador sin obra reconocida, sin obra materializada, sin obra por tanto de la que poder presumir. Me sentía como aquellas mujeres que ante la pobreza de su vida han de dar a sus hijos en adopción. En éstas la relación con la que en aquellos tiempos era mi novia se fue enturbiando de infidelidades y otras cornamentas, mi círculo de amistades no comprendían mi humor uraño que por momentos rozaba la misantropía. Cuando a mi madre la diagnosticaron de cáncer tome la peor decisión de mi vida, más por la forma en que se hizo que por la decisión en sí misma. Quise ingresar para poder desintoxicarme de mi adicción al cannabis.

Cuando en López Ibor, a casi 700 kilómetros de mi casa y de todos los problemas que allí me esperaban, avisé de que yo lo único que quería era desintoxicarme, no me hicieron mucho caso. Al parecer todo aquello que contaba con la ligereza de una conciencia limpia y el orgullo de quien ha aportado su granito de arena en algún proyecto importante, era en su opinión delirio puro y duro. Me medicaron con haloperidol y ziprexa. Y como no respondí a la medicación hablaron de clínica abigarrada y de delirio resistente. Desde la primera toma, eso si, vi que algo malo me estaba sucediendo aunque no podía negarme a tomarla si quería salir de allí. La medicación supuso un telón de acero en mi mente, un telón que me impedía pensar y reconocerme a través del lenguaje como siempre había hecho, desde bien pequeño, pues el lenguaje era y a día de hoy sigue siendo ese andamio que me ayuda a sostenerme. De alguna forma al ser incapaz de pensarme, al haberme robado mi propio lenguaje, como si me hubieran robado el significante del nombre del padre a base de pastillazos, me encontré ante el espejo a alguien que no conocía, mientras en mi pecho una sensación de insana injusticia se hacía fuerte. Estaba convencido de que si hubiera tenido la más mínima prueba con la que demostrar mi talento nada de todo aquello hubiera sucedido. Mi madre seguiría enferma, mi novia estaría poniéndome los cuernos con algún maromo polla-tiesa, pero yo seguiría siendo aquel que siempre había sido y que habían derrumbado a mitad de la construcción.

Cuando al cabo de un mes y medio volví a mi casa, el ambiente estaba enrarecido. Yo había pasado de ser el estudiante, bohemio y vividor, que ganaba para sus gastos trabajando 6 meses al año, a ser el enfermo, el esquizo, como me etiquetó un nuevo psiquiatra, ya que mi antiguo psiquiatra y analista se había convertido en aquel al que no se podía ni nombrar. Mi novia me dejó definitivamente, mis amigos desaparecieron y mi madre se curó. Pero mis días se centraron en aquel momento en infinitas y delirantes proyecciones de aquel deseo de ser reconocido que me pudo haber salvado. Durante el día repetía como una letanía lo que había hecho y lo que había dejado de hacer, como si estuviera atrapado en un bucle del que no podía o no quería salir. Era algo así como... ¿Raúl que tal estás? Bien, como propuse para tal película, porque colabore en tal película, y en aquella otra y en aquella otra. Raúl estás como atrapado en un círculo, me dijo un viejo amigo una vez. No me queda nada más, Dani, no me queda nada más. En esta situación si alguna vez uno la posilibidad de ser creído por mi entorno aunque fuera de forma remota se disipó para siempre y por completo.Todas estas experiencias se codificaron para siempre en forma de síntoma.

Por otro lado, cuando dormía que era la mayoría de las horas tenía sueños hiperreales, sueños que como le confesé “al panolí”, que era como llamaba a mi médico de entonces, un tipo inculto y biologicista que no me escuchaba más de cinco minutos seguidos por el montante de 90 euros, ya en aquellos momentos tenía la certeza de que pasados unos meses todos aquellos sueños, que vivía intensamente y en los que me había transformado en el mayor creador de la historia y en el mayor asesino también, no sería capaz de distinguirlos como tales en mi memoria. Así fue.

Lo que continúa es una vuelta de tuerca más a toda esta historia con universidades instalando circuitos en mi cerebro, cámaras de telecinco persiguiéndome, la policia vigilando mis pasos, vamos que si los medicos querían un poco de esquizofrenia tuvieron dos tazas.

Como ya sabeis esta historia ha tenido un buen final. Deje a los psiquiatras privados, deje el cannabis, me cambiaron de medicación encapsulé todo esto en una nube de duda y entré en Radio Nikosia donde conocí a Almudena y a mis compañeros.

A día de hoy, con mi segundo libro vendiéndose bastante bien, dadas las circunstancias, conviviendo con Almu en nuestro pisito, con una vida productiva e ilusionante no es que todo esto que os he contado me quite el sueño. Simplemente creo que si existe ese algo que llaman justicia universal a mi me debe al menos el derecho a poder contarlo. Así que ¿por qué no hacerlo en mi blog?


Un abrazo cibernikosianos.

20 comentarios:

Jony Benitez dijo...

oye y al final que paso con la pelicula.....que yo sepa si que has escrito guiones!

abzs amigo

pere dijo...

Por lo que parece, tomas la misma actitud que Somerset Maugham: cualquier cosa que pase o haya pasado es "más agua para el molino" (más temas sobre los que escribir)
¡que no decaiga!
Un abrazo !
Ah! tu último libro me gusta mucho!

Anónimo dijo...

Tienes un coco impresionante. Para bien y para mal (supongo....).
Es lo que tiene estar vivo, que las alegrias van y vienen y las tristezas tambien (mira al Madrid, ayer se reían, hoy lloran, jajajaja). Lo bueno es que estar jodido también tiene un final.
Ánimo.
Abrazos.
Jesús

auluine dijo...

Pero entonces, para curarse de la esquizofrenia, ¿hay que ser muy bueno en algo? Si no juegas al futbol como Messi o escribes como Borges no te queda otra que acudir a las pastillas.

Es todo muy esquizofrenógeno. Es como si hubiera algo dentro de la gente que de algún modo es la causa de su resultado. Es un modelo médico orientado a la consecución de metas.

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Auluine yo no propongo ningún modelo médico sólo explico mi experiencia. Y no hacer falta ser como Messi o Borges, pienso que quizás lo que falte -y es una opinión absolutamente personal- sean los soportes humanos y ese algo que de sentido a la vida de aquellos que se ven atrapados en el más pavoroso de los miedos.

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Cuando hablo de soportes humanos me refiero a la escucha al cariño a la motivación a la ilusión al contacto fisico al sexo al trabajo a las aficiones etcetera (agrupalos como desees.

Un saludo

auluine dijo...

Es que ya no se trata de ser muy bueno en algo. ¿Para curarse de la esquizofrenia, hay que ser bueno en algo? Si no juegas al futbol como Jaime, el del séptimo A, no te queda otra que las pastillas.

Si no escribes como Marta la del bar de calle abajo, entonces a tomar pastillas.

Pero así lo único que se conseguirá al final es que la industria farmacéutica saque pastillas para jugar como Messi y escribir como Marta, la del bar de calle abajo.

auluine dijo...

No había leído tu anterior respuesta.

auluine dijo...

Lo que no entiendo es cuál es la prueba que demuestre el talento, si lo que importa es hacer lo que gusta. Qué tendrá más peso. ¿Hacer lo que gusta? ¿Ser bueno en ello?

Unknown dijo...

Me ha encantado tu experiencia, ya podría tener yo la mitad de memoría de la que tienes tú para al menos acordarme de tantas cosas. Me he identificado con muchísimas cosas de las que has dicho. Así todo. volveré a leerlo otra vez.
Está genial, en serio.
un saludo
manu

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Auluine para mi sin duda hacer lo que te gusta, aunque no esta de más que te lo reconozcan. Es como un plus. Pienso que el talento como algo innato es un mito, que es algo que se adquiere a base de tesón, perseverancia, esfuerzo y disfrute en lo que haces.

Manu me alegro mucho que te guste.

Un abrazo!!

auluine dijo...

Pero si nadie se lo reconoce nunca al paciente, podría entrar en esa insatisfacción. La insatisfacción es debida a que el mundo no funciona como queremos, como dice el señor Castro en su blog. ¿No?

Si los nikosianos publican libros, es que el mundo está funcionando como les gustaría. ¿Es entonces una cuestión de azar la satisfacción vital?

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Francamente no lo sé. Aunque es muy posible que sea un elemento a tener en cuenta, sobre todo si se mira desde fuera. Supongo que cuando las cosas se miran desde dentro se ejecutan variables muy distintas.

Un saludo!!

auluine dijo...

Pero si los nikosianos, al mirarlo desde dentro, creen que han controlado el mundo mediante la ejecución de determinadas variables... curarse de la esquizofrenia acaba siendo una cuestión de controlar el mundo que nos rodea. Aunque al mismo tiempo, el mundo no se pueda controlar.

auluine dijo...

En fin. Si el objetivo de crear una obra reconocida se transmuta en deber moral, es casi imposible cuestionarlo, pues responde a la voluntad divina. Al ser humano al final lo que le queda es intentar controlar el mundo, conseguir ese reconocimiento de las personas. Si no lo consigue, se convierte en paciente.

Raúl Velasco Sánchez dijo...

Auluine esta mañana te deje un comentario desde la blackberry y no me lo ha terminado de publicar... no se que ha pasado... bueno te lo recomento:

(Lo de controlar el mundo lo dices tu, como mucho intentamos usar lo que esta a nuestro alcance... Si por no controlar no manejo ni el control a distancia del televisor... En fin...)

A lo que añado... empiezo a sospechar que cuando hablas del ser humano en realidad estas hablando de ti. Puede ser paranoia mia, la verdad es que no podemos controlar lo que piensen de nosotros.

auluine dijo...

Pero es que en la entrada se habla de crear una obra reconocida como si fuera un deber moral. ¿No? Y eso de qué depende. ¿De qué depende crear una obra reconocida? ¿Del paciente?

auluine dijo...

Una insatisfacción absoluta es, por ejemplo, un chico que se lave las manos durante varias horas pues no puede hacer nada más que eso, hasta que por fin se siente tranquilo porque sus manos están limpias... ese chico, durante ese tiempo, ha tenido una insatisfacción absoluta. No podía estar satisfecho ni hacer absolutamente nada más que lavarse las manos.

¿A qué insatisfacción absoluta se refiere la entrada? Es todo bastante rayante.

auluine dijo...

Puede que una cosa sea la insatisfacción absoluta de no crear una obra reconocida, y otra la insatisfacción absoluta del paciente. En el primer caso, crear una obra reconocida, no es algo malo, puede ser incluso algo bueno. Por tanto una insatisfacción absoluta por no poder hacer algo bueno, mola. Mientras la del paciente no mola, pues su insatisfacción absoluta es debida a algo que no es tan guay.

Anónimo dijo...

.....hay respuestas para tantas preguntas?

@auluine
que es ser "paciente" para ti?