En la cresta marina se elevan
burbujas desnudas, huesos,
verdes lenguas cansadas como
trigo segado o llamaradas
temblando en la penumbra.
Pasa el tiempo y ruge la ola.
Más allá de la arena o el rumor
furioso
se elevan los puentes
girando sobre el horizonte.
Tras el eco sordo de mis pasos
la inmensidad se desparrama lechosa
mientras contemplo
la metamorfosis acuática del atardecer.
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