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jueves, 13 de agosto de 2009

Un extraño caso IV




Lecciones por internet.




-Toc, toc.

-¿Quién es?

-Buena pregunta... ¿tiene respuesta?

-jejejeje Veo que lo has conseguido.

-Sí, Beto Castillo está en la red.

-Ya verás que cuando le cojas el tranquillo a esto del chat no podrás dejarlo.

-Uy, visto así da miedo.

-No te preocupes. Es adictivo pero no conlleva efectos secundarios.

-Bueno ya te iré contando. Una pregunta ¿tú también eres adictiva?

-Según se mire, después de dos matrimonios fallidos, he acabado pensando que los hombres prefieren desintoxicarse de mí.

-A mi no me pareces tóxica.

-Eso es porque no me conoces todavía.

-Puede ser, no te digo que no, pero lo cierto es que la otra noche me lo pase muy bien. Me sentí muy cómodo.

-Yo también estuve a gusto. Eres un tipo tan extraño, tan raro, que resultas interesante.

-Me lo tomaré como un cumplido. Es lo más bonito que me ha dicho una mujer en muchos años.

-jejejeje No me lo creo.

-Es verdad, te aseguro que la última mujer con la que tuve una cena romántica se enamoró de mi lacia melena.

-jejejeje Pero si estás más calvo que una una bombilla...

-Imagínate si hace tiempo de eso. Si me hubieras visto en aquella época, tenía tanto pelo que podía haberme hecho rico vendiéndolo a peso.

-¡¡Exagerado!!

-Bueno, rico, rico, no sé si tanto, pero para un café con leche seguro que me daban.

-Ya... eso me lo creo más.

-Mira te contaré una anécdota. Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana... Mejor empiezo de nuevo. Hace mucho tiempo en medio de una ciudad cualquiera, un niño salía de la escuela, tal y como había entrado, leyendo. Era suficientemente como para conocer chicas, para hablar con ellas, para vivir algún tipo de relación con la inocencia del que está dando los primeros pasos en el apasionado mudo del amor. Pero nada de esto le interesaba. Su vida, a diferencia de la gente de su edad, giraba al rededor de la literatura. Los libros, que desde pequeño habían alimentado su imaginación, se habían convertido en sus mejores amigos, sus más leales consejeros. De esta forma, se podía decir sin faltar a la verdad, que conocía mejor a Julian Sorel o a Gregor Samsa que a sus compañeros y compañeras de curso.

-Este chico era bien parecido. La lozanía de su juventud y la inestimable aportación genética de sus padres, le habían dotado de un hermoso rostro, coronado por una cabellera, que hubiera hecho las delicias de los malvados indios Navajo o Apache; se sabe que la presunta malicia de estos indios, no era sino una consecuencia más de la cruel colonización europea en América del norte, pero las películas de John Ford o Robert Walsh, proyectadas en televisión, no mostraban otra realidad que la tremenda maldad indígena.

-Este chico tan guapo e inteligente, aunque lo mostrara más con sus silencios que con sus comentarios, era el amor secreto de una compañera de colegio. Mariona era un año menor que él, pero como se solía decir antiguamente, hacía poco que se había hecho mujer. Ella lo miraba en el recreo, sentado en el suelo, leyendo sin parar, si lo que se escondía en aquellas páginas era tan interesante como para mantenerle abstraído de los gritos, carcajadas y carreras que proliferaban a su al rededor, como si el chico fuera una estatua esquinada en el agitado patio de recreo.

-Las mujeres que son mucho más inteligentes que los hombres y, más aún a esas edades, admiran la diferencia, les atrae ese algo que hace especial a una persona, en el fondo, porque les despierta el deseo de que la persona en cuestión les haga sentirse especiales a ellas, únicas, como pasa en los cuentos de príncipes y príncesas.

-¡Que palique tienes!

-¿Te aburro?

-No, continúa por favor, como maestra quiero saber que pasa con el chico de la melena y su joven enamorada.

-Vale, continúo. Un día, después de terminarse su pan con chocolate, Mariona se acercó al chico decidida a hablarle y comprobar que no estaba equivocada, y que ese chico era alguien del que valía la pena enamorarse. Le dijo “hola”. El chico sorprendido levantó la mirada del libro y le respondió educadamente. “¿Es interesante el libro?” le preguntó ella. “Bueno he leído de mejores y peores, pero de momento va bien, se titula La educación sentimental”, fue la respuesta del chico. Mariona que sabía que no podía hablar con él de libros, porque había leído muy pocos, le dijo armándose de ternura: “tienes un pelo muy bonito”; el joven la miró, intuyendo que le gustaba a aquella chica. Le sonrió, se sonrieron, le dijo gracias, tú también tienes un pelo muy bonito, en realidad, dijo sonrojándose, eres preciosa.

-Mariona se ruborizó y le pidió si podía acercarse a él y acariciarle el pelo, ya que parecía muy suave. El chico no supo que contestar y quien calla asiente le habían enseñado a la joven, que se sentó y sintió, al acariciarle el pelo, algo parecido a la electricidad, cuando un escalofrío le recorrió el cuerpo y se le ponía la piel de gallina.

-Una profesora, superviviente de la antigua y represiva escuela, al verles, chilló escandalizada y las carreras, las carcajadas, los gritos infantiles se interrumpieron de repente, igual que si se hubiera detenido el tiempo. Aquella profesora se dirigió hacia ellos como un furioso rinoceronte, apartando a envestidas a todo aquel que se cruzaba en su camino. Sin mediar palabra dio una bofetada a Mariona y la mandó al despacho del director. Al chico lo agarró del pelo y lo tiró al suelo.

-A la salida de la escuela, éste con su libro, se encontró a Mariona. Ambos llevaban sendos castigos, pero tal y como se confesaron, no se arrepentían lo más mínimo de nada de lo que habían hecho. Es más, aunque no lo dijeran, aquel incidente los había unido más allá de sus diferencias.

-Fin.

-Ummm. No sé si entiendo la moraleja.

-No tiene porque tenerla, lo de las moralejas son cosas de lector.

-Ah mejor, así no quedo como una ignorante. Pero entiendo algo...

-¿Qué has entendido?

-Que siempre has sido un bicho raro... pero que... ahora eres un bicho calvo como un sapo.

-No esta mal. Es una lectura diferente del relato.

-¿A que sí? Yo quería hacer crítica literaria, pero al final decidí que los verdaderos artistas son los niños, por lo que me hice maestra de primaria.

-Mejor así. Si te dedicaras a la crítica te hubiera tenido que poner laxante en la bebida la otra noche, y la cena hubiera acabado siendo una mierda.

-Seguro que lo pusiste de todos modos.

-No, no, no fui yo. Sería cosa de la compota de ciruelas.

-¿Pero si yo no pedí compota?

-Ah es verdad, la pedí yo, como si no estuviera ya cagado de miedo.

-Si repetimos la cena me encargaré de llevar en el bolso un par de pañales para que no te ensucies.

-Sería todo un detalle.

-Yo soy así de espléndida.

-Ya veo, ya.

-Sí, esta profesora cree que tiene en sus manos el trabajo más difícil de su vida.

-¿Te refieres a re-educar a un niño cuarentón y sin un sólo pelo?

-Visto así suena demasiado duro. Tendría que pedir una subvención, y no podríamos vernos hasta que me la concedieran.

-¿tú como lo dirías?

-Pues... Explorar nuevos caminos en la educación, por medio de técnicas orales, que garanticen la asimilación de los mensajes por parte de mi único alumno, cuarentón y sin un pelo de tonto, buscando en él reacciones que garanticen la superación del curso.

-Resulta sugerente... Muy sugerente.

-¿Me quieres decir que te estoy inspirando un relato erótico?

-Algo así, sí.

-Genial. Veo que eres un niño muy aplicado e inteligente. Si sigues así te tendré que subir de curso.

-Estoy deseando licenciarme.

-Queda mucho para eso pequeñín. Pero con esfuerzo y mi ayuda, se llega hasta el fondo de la materia. Y hasta se disfruta aprendiendo. La educación en sí es un aprendizaje que sirve para explorar todo aquello que nos une.

-Yo quiero explorar.

-¿Llevas contigo una brujula?

-Sí, apunta al norte.

-¿y un chubasquero?

-También.

-Así me gusta

Cuando uno se adentra en zonas tan húmedas debe recordar siempre el chubasquero

No vaya a ser que en un descuido se ponga malito

Yo te espero donde estoy,

tumbada en la cama, medio desnuda

sudada con este calor infernal de finales de julio

Se que lo conseguirás

te estaré animando con el pensamiento

alentando tus pasos para que no te pierdas

¿sabes que puedes confiar en mi, Betito?

Soy de ese tipo de mujer que no se echa atrás

menos cuando aha tomado una decisión tan profunda

Vamos beto, juega conmigo, hazme recordar lo que se siente cuando se traspasan las sedosa fronteras del amor

Sí estoy enamorada de ti

Me encastaste con tu forma de ser

Me da igual como fueras antes

quiero que esta noche la pasemos juntos.

Que me abraces y me mimes

que llenes el hueco que se extiende en mi interior

que lo llenes con lo mejor y lo peor de ti

¿me lees betito? ¿me lees?

Yo sé que sí, que estás leyendo,

que exploras conmigo

que descubres esas zonas olvidadas en la geografía de tu cuerpo y tu alma

tu silencio me lo muestra pero quiero más

te necesito

quiero sentir como recorres con tus manos la superficie de mi piel

como acaricias con la punta de la lengua

desde mi boca hasta donde se que quieres llegar

Yo también usaré todas mis armas

soy una mujer experta por si no lo has notado

¿sientes mis labios y mi lengua acariciar tus deseos?

Te quiero todo para mi.

Hago esto por ti

Porque necesito que estés al cien por cien

como ahora

Yo estoy en las nubes

volando con las palbras

atravieso cielos de placer camino de la fantasía

Te siento a mi lado

tan cerca que noto tu respiración agitada

como la mía

Vamos campeón

estás a punto de llegar a la meta

Si escucharas mis gemidos de placer

estoy tan caliente, tan húmeda, tan carnal

Se que te gusta este juego

jugando se aprende mejor

yo juego por ti

porque te he conocido

juego para ti

para que me lo des todo

todo lo que quiero

ese todo que eres tu.


-¿Almudena?

-¿Sí?

-Joder... estoy llorando...

-¿Qué te pasa cielo? ¿Te he hecho sentir incómodo?

-No, tú no, Marta y Manuel han venido corriendo al escuchar como gritaba de emoción y me han pillado con la mano en el ciruelo...

-JAJAJAJAJAJAJA.

-Estoy a cien. A cien y llorando. Tengo que verte esta noche. Por favor, dejame ir a tu casa.

-De acuerdo. Te espero. La profesora te ayudará a aprobar las prácticas. Te espero.

-Ok ahora mismo voy. Sólo quería decirte una cosa, gracias por esta lección no la olvidaré en mi vida.

-Jejejeje. Si la olvidas te daré clases de repaso.

-Allá voy.

-Te espero.

Ahora que lo pienso.

Oye Betito...

Mi dirección

¿Beto?

¿BEEETOOOOO?

La madre que lo parió... Se ha ido y no sabe donde vivo.

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