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lunes, 29 de junio de 2009

la palabra
siempre tendra algo de magica.
Misteriosos requiebros
girando en medio del silencio.
La palabra
siempre tendra algo enigmatico
como un brote de hierba
o una estrella en medio del firmamento.

silencio...

Si tiene que romperse el silencio,
que lo rompa la palabra.
Puesto que la palabra
nunca podra nacer sin los silencios.

martes, 16 de junio de 2009

palabras...

Palabras que surgis
libres de intenciones
como el agua, que del manatial,
brota sin más deseo
que su necesidad de fluir.
Sin querer,
desnudais mi mirada
mostrais mis interiores
a veces tan ciegos,
a veces tan oscuros,
dando sentido desde vuestra cárcel
a mi viaje sin rumbo
por las profundidades de mi instrospección.
De este modo
me encerrais y me liberais,
desde vuestra paradójica realidad,
encadenadas
solamente
por el peso que los demás quieran daros.

Cocaína

Borro tu recuerdo
o intento no pensar en ti,
que las mañanas se articulen
como ramales de energía
musica que armonice
mis versos desnudos,
pero tu imagen me asalta.
Tu vestiste mi vida con harapos,
desgastaste mis dientes amarillos,
hundiste en una nube de horror
mi día a día,
mi pasado.
No te añoro, que lo sepas,
si invoco tu destrucción
es para alejarme más de ti.

Tengo que dejar de fumar.

Enciendo el cigarro
medio dormido;
no acabo de despertar.
Hay días que desgrano sueños.
Hoy apuro el café
entre esputos
sintiendo que algo se esfuma
con la débil brasa que manejo.
No es la ilusión
ni los nombres
ni la fuerza,
ni la esperanza.
Es toda la vida
la que me abandona
lentamente,
con cada calada,
apresando con un lazo de humo
mi mirada perdida
en el poso del café.

Mar

Mar es mi memoria
profunda
insondable
caprichosa
vital;
incolora viajera,
airada desconocida;
mar es mi memoria
constante en su inconstacia,
dando sólo lo que quiere
ajena a los interrogantes que atormentan
al ritmo de sus olas.

Naturalmente

Naturalmente, madre,
nací de tu seno.
Pero renací tantas veces,
reinventando mi existencia,
avanzando
sin volver sobre mis pasos,
funámbula locura,
naturalmente,
desde la blanca superficie donde me construyo.

Te pienso

Te pienso, te nombro
despiertas para mí
como cada mañana.

Te pienso, te miro,
me miras y descubro
profundidades insondables
océanos que cruzar.

Te pienso, te hablo
"¿cómo estás hoy?"

Y me hablas desde tu nube,
radiante, misteriosa,
tus silencios dicen tanto
como las ventanas de un tragaluz.

miércoles, 10 de junio de 2009

Los sueños de un psicoanalista

Freddy no era una criatura de este mundo. Él era el dueño de las pesadillas. En el mundo de los sueños, en ese terreno pantanoso donde nos movemos en ocasiones, a caballo entre la impotencia y el terror, Freddy manejaba los hilos de nuestro descanso.

Cuando le apetecía, era capaz de surgir entre las sombras que proyectaba nuestra in-conciencia y desgarrar la paz que debería reinar durante las horas de sueño, transformando, por ejemplo, un bucólico valle en un pasto de cenizas o la imagen de alguien que amamos en un rostro cadavérico y ensangrentado.

Pese a que él nunca había sentido nada parecido, se podía decir que dominaba con precisión relojera todos los registros del miedo, sabiendo dosificar las imágenes en nuestra mente dormida para provocarnos: ya una leve inquietud, ya un terror agitado, que nos hiciera despertar desencajados, presos del más puro pánico, en medio del silencioso y oscuro vacío de la noche.

Después de muchos siglos donde su reinado del terror nocturno no tuvo más trabas que su estado de ánimo, el ser humano consumió el siglo XX. Con el nuevo milenio Freddy se percató de que sus trucos no eran igual de efectivos. La gente, sin que él supiera porque, no se despertaba gritando, es más, seguía dormida, indiferente a sus artimañas. Freddy pensó que quizás estuviera perdiendo sus poderes y por primera vez en la historia de la humanidad sintió miedo. Se vio a si mismo como un ser caduco y viejo, alguien de otra época destinado únicamente a la desaparición.

Por suerte para esta historia, no se resignó a desaparecer. Redobló sus acometidas y sus horas de trabajo, dedicado como estaba a investigar porque de aquel súbito cambio.

Sin éxito y desesperado pensó en visitar a un médico, a uno de esos especialistas de la mente, pues, a estas alturas, Freddy sufría muchos de los síntomas de una depresión mayor, es decir: frustración, apatía, desgana, anedonia, ataques de ansiedad y pánico, etc. Así las cosas, entró en el sueño de un viejo psicoanalista y se desahogó. El especialista, cómo no, le preguntó por su infancia, por sus traumas, por sus sueños. Pero las respuestas de Freddy eran imprecisas. Era tan difícil remontarse más de 3000 años atrás y extraer algo en claro, como bucear en el mundo de los sueños de un ser que manejaba los sueños de los demás. El psicoanalista le encomió a que lo visitara tres veces por semana con el fin de realizar una terapia de shock. Freddy se comprometió a hacerle caso.

A la mañana siguiente Max, que así se llamaba el psicoanalista, interpretó el sueño como un reto auto-curativo, por lo que si conseguía curar a Freddy, conseguiría curarse a sí mismo.

Durante los meses siguientes en los sueños de Max, Freddy fue desnudando lentamente su pena, sus dudas, su miedo, ante la paciente mirada del profesional.

Un día Max le dijo algo revelador, le contó que en la actualidad el estudio de la mente humana se había reducido a unos parámetros puramente biológicos, lo que había generado el descubrimiento de muchos tipos de fármacos que empujaban a un sueño que definió como hueco. Eran pastillas que garantizaban 8 horas de sueño reparador y, aquí residía la revelación, libre de sueños y por tanto de pesadillas. A Freddy esta información le impactó. La culpa no era suya, no estaba perdiendo su poder, el problema eran los fármacos. Max continuó explicándole los nefastos efectos secundarios que comportaban dichas medicaciones, y como, en muchos casos ,dificultaban el estudio de los problemas, pues no solucionaban nada, sólo escondían bajo la alfombra las verdaderas causas del sufrimiento humano, que residía en la sociedad y en la adaptación del hombre a un entorno cada vez más hostil.

Durante las siguientes noches Freddy estuvo planeando su regreso. Si la gente había dejado de soñar, tenía que ir a por las consciencias de aquellos que habían provocado su fracaso. Decidió introducirse en el cerebro de aquellos bioquímicos que estudiaban y se lucraban anulando los sueños de las personas. Era mucho trabajo, pero Roma no se hizo en dos días. Fue de mente en mente, de habitación en habitación, haciendo tragar a los presuntos científicos su propia medicina, obligándoles a contemplar en el espejo la degradación, la desestructuración física y mental que los fármacos les producían. Freddy comprobó triunfal como el miedo atenazaba a aquellos dogmáticos que habían defendido hasta la extenuación la bioquímica cerebral. Algunos tan engañados por su prepotencia empezaron a medicarse, convencidos como estaban de que todo era un problema cerebral, y era entonces cuando la degradación se vivía con más fuerza, pues no desaparecía con el alba.

Desgraciadamente para Freddy el uso de psico-fármacos se continuó extendiendo. Las empresas sustituyeron a unos bioquímicos por otros, y a éstos últimos, cuando caían en la red de las pesadillas, por otros más nuevos.

Una noche Freddy volvió a visitar la casa de Max, le dijo: “¿sabes Max? Durante siglos, durante milenios, me había gustado mi trabajo, pero hoy en día no le encuentro sentido. Mi trabajo era dar un contrapunto de temor a la despreocupada vida humana, hacerles saber que no son dioses, que todo tiene un fin. El miedo que les provocaba les hacía sentir vulnerables y no hay nada más real en la vida que la finitud, ese límite, que os exhorta a disfrutar del presente, a vivir con más intensidad el tiempo que os ha tocado vivir, que os impulsa a crear soluciones a vuestros problemas en pro de que vuestras obras os perduren, sabiendo, como sabéis, que vosotros no vais a hacerlo. Un hombre, una mujer, no son nada más que la potencialidad de sus ilusiones, más que la posibilidad de hacer realidad sus sueños. Hoy en día la gente ha dejado de soñar. Hasta que el ser humano no abra los ojos y consiga enfrentarse a sus miedos más profundos, será mejor que me tome unas vacaciones. En el fondo, después de más de 3000 años de duro trabajo nocturno, creo que me las he ganado. ¿no crees Max?¿Max?

Pero Max no le respondió. De el paciente psicoanalista sólo quedaba una urna llena de cenizas.



domingo, 7 de junio de 2009

Hebras de nieve al sol
raíces cristalizadas.
Tu mirada de luz atraviesa
los muros acerados de mi encierro,
pudre los cerrojos del huracán 
y siento, en la punta de mis dedos,
en el nucleo oculto de mi ceguera,
un calor que me arrulla
acompañando mis pasos hasta ti.
¿si eres real? lo ignoro, y 
sino lo ignoro, al menos, dudo de merecer
la fortuna incalculable de tu sonrisa.
Gotas de lluvia arrastran
ríos de imágenes, caras y voces,
materiales que se amontonaban
en los rincones de mi soledad.
Con ellos abandono el pasado,
resucito en el interior de la cebolla,
deshojando la duda y desnudo
cubierta mi piel con tus tatuajes.
Cada nueva mañana
es una hoja en blanco que rellenar,
me reto a mí mismo
a completar el puzzle,
sabiendo, de ante antemano, que
lo más probable es que fracase.
No obstante, pese a todo,
me levanto y me enfrento
con audacia funambulista
al vacío succionador, al hueco,
tóxico y oscuro, de mis propias fugas.
Sé, la experiencia me lo dice, que
no soy quien pienso,
ni quien piensan,
no soy, ni tan siquiera, esa persona,
fugada de la cordura,
herida de muerte por tu ausencia.
Mi identidad fragmentada
pide respuestas; mas no hay símbolo
ni metáfora que me defina fielmente.
Soy nada o ¿soy un todo?
Desde el gris pasillo de mi locura
piso azulejos sin dirección concreta.
¿por qué escribo entonces?
Porque cada nueva mañana
es una hoja en blanco por rellenar,
un trozo del puzzle que preparo,
delicadamente,
para sobrevivir.

sábado, 6 de junio de 2009

Estrellas dormidas
temblorosas como el ocaso
cuelgan en mis sueños
sutiles e ingrávidas
inalcanzables como tu sonrisa.


Gaviotas de mar en calma
grises sombras dispares
reposan en agrupación estratégica
elegantes cazadoras de recuerdos
generosas como tu figura



Notas azules 
efímeras como tu breve ausencia
vibran en la cuerda pacífica
blandas y vacías,
insuficientes como mis versos.

El vuelo de Icaro (dedicado a J.B.)








Tensó la cuerda hasta partirla,
galope y estámpida,
corazón desbocado,
ráfagas de puñales herían su boca,
sangraba la melodía
cristales de azul cobalto.
Pobres respuestas en el aire
demasiadas preguntas
demasiadas
no volaron las burbujas
mas que un instante,
efímero, sin dirección, 
bajo la cúpula ciega.
Preludio del silencio,
delirio de la palabra,
partida la cuerda
las vacas pastaron sangre,
cenizas de otros tiempos y otras vidas.









Devorado por su discurso
abiertas las compuertas
hablaron los fantasmas;
le dijeron: que sí, que sí;
le dijeron: que no, que no.

El laberinto del tiempo
parecía una sala vacía,
un armario que llenar de sucesos,
historias de un futuro por descubrir,
no había retorno, ni era posible la huída,
hacia delante el azar era una ruleta trucada,
hacia atrás era mejor no mirar.
Oráculo de lo incierto,
conquistador de la ciudad prohibida,
al atrapar el horizonte de un zarpazo
sólo le quedaba una última pirueta,
un último salto mortal 
sobre el mar de su locura.













Y dijo la poli:
-¿Qué has dicho? ¡Contesta! ¿qué quieres decir?
-Ya lo has escuchado, haz lo que tengas que hacer...
-Más te vale que tengas cuidado conmigo.

Monólogo a dos voces
visiones en la noche del conocimiento
el hielo cubrió los mares
congeló el movimiento de los sueños.
¿Estaba dormido?¿estaba despierto?
No había diferencia
entre las caras de esta moneda,
a golpes de culata 
mataron el vuelo de Icaro.